¿De qué sirve tener 20 años de experiencia organizando macro festivales? ¿De qué sirve presionar a las autoridades locales clamando al cielo “Barcelona no ens estima” ? ¿Para qué organizar festivales en medio planeta?
Esta no es una crítica gratuita, es simplemente un recojo de sensaciones y experiencias. Porqué esta primera jornada del Primavera Sound ha sido la peor experiencia festivalera en mi lista de festivales vividos. Y, por lo que he podido leer en redes y hablar con conocidos, no soy el único que tiene este mismo feeling.
Nos las prometíamos todos muy felices antes de entrar en el siempre incómodo Fòrum de Barcelona. Tras el lapso del Covid, volvíamos a cruzar las icónicas letras movedizas del Primavera Sound. Sin colas, todo rápido. Parecía mentira, pero todo era más rápido de lo esperado. Aunque no pueden decir lo mismo los que tenían que recoger el abono VIP del festival, larguísima cola al sol que, por lo que leí, era más tediosa que la que habitualmente hay para subir al Dragon Khan de Port Aventura. Una hora para recoger la pulserita VIP.
El festival vivía bajo la sombra de la cancelación sobre la bocina de unos The Strokes que se excusaban tras el posible positivo de Covid de alguno de sus artistas. Vale, OK. Quizás será verdad, pero igual con actuar el segundo fin de semana los neoyorquinos estaban servidos. Una cancelación que se unía a la de Massive Attack, banda ya irremplazable pese al tiempo que ha pasado. Sin dos de los cabezas de cartel principales de este primer fin de semana, las quejas y los intentos de devolución de entradas fueron inútiles.
Hace ya un tiempo que las caras autóctonas han dejado de ser la mayoría en el Primavera Sound, más abierto a que gente de todo el mundo venga a Barcelona que a atraer al público nacional. No tengo queja alguna, yo mismo viajo al extranjero para ir a festivales que ni por asomo podemos ver entre nuestras fronteras. Pero sí que tengo una queja relevante al respecto, ir de festival a disfrutar de la música y toparte con cientos, miles de hooligans tipo Magalluf o Lloret de Mar, descamisados y borrachos como cubas, no mola mucho. Desde esta perspectiva, las ansias del Primavera Sound por ser el Coachella europeo, quedan en ser un Arenal Sound o un FIB al uso. Sin criticar al FIB, festival al que aprecio fuertemente.
Otro tema importante de la noche fue el aforo. ¿De verdad que estábamos en cifras permitidas? Porqué me da que no. Nunca había visto tanta gente en el Fòrum. Nunca había visto lo que mis ojos vieron ayer. Colas de una hora para comprar una cerveza. Colas insufribles para ir al baño. Colas inhumanas para cenar. Incluso vi colas para poder pasar por una de las dos o tres fuentes de agua pública. La gente no podía comprar bebida, pero tampoco podía refrescarse en las casi inexistentes fuentes de agua. Muy mal.
Sí, todos comprendemos que dos años sin festival es un palo muy importante en la economía del festival. Pero vender más de lo que toca, es un problema y un peligro para los asistentes. ¿De verdad nadie ha calculado el paso de gente por los laterales del reubicado Binance Stage? Dos cuellos de botella increíbles y peligrosos que, esperemos que no sean más que esto durante las cinco jornadas que aún restan de festival.
Otro tema importante: el cashless. ¿De verdad aún no hemos evolucionado para que el pago de bebida no sea con dinero o tarjeta? En este festival se puede pagar en Bitcoins by Binance pero no tenemos una opción de un cashless rápido y efectivo.
Dicho todo esto, una pena que veinte años y dos de receso no hayan servido para que el 20⁰ Aniversario del Primavera Sound fuese una fiesta para todos. Porqué la decepción de ayer fue global.
Y en cuanto a las bandas de esta primera noche, lo voy a dejar para otro artículo, cuando haya pasado la pena. Ahora solo queda rezar para que el festival tome medidas instantáneas y que la jornada de hoy sea mucho mejor y menos deprimente.