El pasado miércoles 24 de mayo la oscuridad descendió sobre la sala Zowie de L’Hospitalet de Llobregat. La sala empezó a llenarse durante el concierto de Jade y la luz roja embellecía el misterio de la sala. Estrenaron el escenario pisando fuerte, sin batería pero con muchas ganas de tocar. Su death atmosférico era sombrío y melancólico. Utilizaron una combinación de riffs pesadísimos, ritmos intensos y partes más melódicas, añadiendo efectos en la voz para ampliar su capacidad de crear un ambiente tenebroso e interesante. En general, fue un muy buen inicio para la velada y crearon un buen espacio en el que recibir a los enmascarados Profanatica.
A continuación y con poco tiempo entre banda y banda, salieron Profanatica con la sexta marcha puesta. Estábamos delante de una de las bandas más guarras y blasfemas del black metal. El público enseguida se acercó más al escenario y la negror de la banda se apoderó del escenario. Había gente moviendo la cabeza al ritmo de la música desde el primer momento, mirando fijamente la cara maquillada de los músicos. Cuando sonaron sus primeras notas y retumbaron en las paredes de la sala, se respiraba la imponencia de Paul Ledney y su voz gutural y desgarradora que parecía salirle desde lo más profundo de sus entrañas.
Los músicos, Adam Besserer en la guitarra y Pat Davies en el bajo, se arrancaron con los riffs furiosos acompañados de los ritmos veloces de batería. Cada canción era una tormenta de agresividad, mostrando la crudeza de la banda y atrayendo a las catacumbas tema tras tema.
Me sorprendió sinceramente no ver ningún mosh pit durante el concierto, aunque sí había gente empujándose entre el público. Entre canciones, Ladney soltaba alguna que otra frase inentendible en modo gutural y presentaba la pista siguiente, mientras lo hacía, la gente se quedaba en total silencio para intentar entender lo que decía, aunque sinceramente, era prácticamente imposible.
El setlist de la noche incluyó clásicos de la banda, como «Weeping in Heaven», «Sacramental Cum» y «Spilling Holy Blood», así como temarrales de su último álbum, que sonaban de lo más potentes. Las canciones sonaron bien y la atmósfera oscura acabó comiéndoselo todo. Después de un gran concierto, vino un final rápido y atropellado. Los músicos tocaron la última y sin despedirse ni nada se fueron. Pero bueno, tampoco sorprendió al público que, conocedor de la banda, se dirigió a la salida o a la parada del merchandising.