No sé lo que pasa con otras ciudades, y quizás los asistentes a los demás conciertos por la península de la banda finlandesa me lo podrán corroborar o desmentir, pero la relación que se ha creado entre Battle Beast y Barcelona es realmente especial. A pesar de que esta es la quinta vez que nos visitan en los últimos dos años, los fineses siguen apeteciendo, y cada vez lo hacen más, a un público barcelonés que los recibe con los brazos abiertos y totalmente entregado cada vez que se dejan caer por aquí, ya sea en gira propia, de teloneros o en festival. Prueba de ello es que por primera vez estuvieron ubicados como cabezas de cartel en una sala de las «más-o-menos-grandes», una Bikini casi llena a la que a mi siempre me cuesta verla como idónea para un evento rockero (y mira que he visto aquí bolazos bien rockeros de Gotthard, Against Me! o Backyard Babies hace bien poco) pero que siempre me impresiona con su excelente sonido y visibilidad. Estoy seguro, además, que la próxima vez que los finlandeses se descuelguen por Barcelona, lo van a hacer en un recinto aún más grande, y es que Noora y los suyos estan totalmente afianzados y les sobran ganas de comérselo todo.
Lo cierto es que, a pesar de que muchas de sus canciones me atrapan fácilmente, ni soy fan de la banda ni el estilo que practican es ni mucho menos mi favorito ni el que más controlo ni sigo, pero visto el despiporren que fueron capaces de montar a las dos de la tarde en la pasada edición del Rock Fest BCN, no tenía ningunas ganas de perderme descubrir de lo que son capaces en sala. Y doy fé que mis expectativas fueron colmadas sobradamente e incluso superadas. El sexteto finlandés es una máquina sobre el escenario, son precisos, contundentes, carimáticos, creíbles, simpáticos, alegres y festivos, y logran conectar con total naturalidad con el público (almenos el público de Barcelona, pero me huelo que el plan será parecido en todos sitios) a través de su impresionante colección de hitazos pegadizos e infecciosos. Para acompañarlos, los casi-veteranos Majesty se encargaron de elevar la temperatura de la sala con un heavy metal purísimo y antémico que conectó con facilidad con unos fans que se lo pasaron en grande. Los japoneses Gyze, por su parte, a pesar de ser bastante más fríos, también resultaron convincentes con su death metal melódico y técnico.
Gyze
Y eso que a priori el joven trío japonés Gyze parecía una elección algo extraña para formar parte de un cartel tan trufado de heavy metal clásico como éste. Su death metal melódico veloz y con voces puramente rasgadas podría antojarse como demasiado agresivo para el tipo de asistente que se reunía aquí hoy, pero la cosa es que debajo de la agresividad se les descubrió una especie de espíritu powermetalero (se las daban un aire a Dragonforce, quizás por la velocidad, por la delgadez o por la hiper tecnicidad, no sé, porque musicalmente no es que tengan exactamente mucho en común), que hizo que todo el mundo los disfrutara bastante. También ayudó que mucha gente se apelotonó delante del escenario desde que abrieron puertas para poder gozar de una posición privilegiada cuando llegara el turno de los protagonistas de la noche, así que cuando los tres largiruchos y delgadísimos componentes de Gyze subieron al escenario ya habia más de 100 personas motivadísimas y dispuestas a disfrutar de lo que les echaran. Y si lo que les iban a echar es un bolo potente e intenso como el suyo pues mejor que mejor.
Gyze solamente contaron con 25 minutos para demostrar de lo que son capaces, y por si fuera poco se vieron afectados con un problema técnico con la guitarra de Ryoji que les obligó a acortar el ya de por sí breve setlist que acostumbraban a tocar en el resto de paradas de la gira, de manera que solo tuvieron tiempo de descargar cuatro temas pertenecientes a sus tres discos de estudio. El último de ellos, titulado Northern Hell Song, no verá la luz hasta finales de este mes, pero aún y así tuvo protagonismo máximo tanto en el telon de fondo como con la aparición de dos temas como » Perryi Rain Dragon» y «The Bloodthirsty Prince» que ni tan siquiera los que nos habíamos esforzado a pegarle un orejazo a su música (que tampoco éramos tantos) nos sonaban de nada. En todo caso, el suyo fué un concierto más que decente, con una puesta en escena un poco fría (se les veía algo confusos y fuera de sitio) pero indudablemente sólida y movida, con un muy buen sonido y demostrando en todo momento unas capacidades técnicas fabulosas. Gyze se han labrado ya un nombre en su Japón natal y está por ver de lo que son capaces de lograr más allá de sus fronteras, aunque lo cierto es que las bandas niponas que han conseguido triunfar en Europa o Estados Unidos se pueden contar con los dedos de una mano, y la propuesta de Gyze, si bien atractiva y de calidad, tampoco es nada particularmente original que me haga pensar que vayan a petarlo por aquí. En todo caso, me alegro de haberlos visto y conocido y definitivamente les deseo toda la suerte del mundo.
Setlist Gyze: (cuatro de estos seis temas)
Black Bride
Perryi Rain Dragon
The Bloodthirsty Prince
Final Revenge
In Grief
Desire
Majesty
Los germanos Majesty ya llevan unos cuantos años (su primer álbum data del 2000) pregonando las bondades del «true metal» muy en la vena de Manowar y demás baluartes del heavy más puro y tradicional. De esa formación original únicamente queda su líder y vocalista Tarek Maghary, que se ha encargado de mantener a la banda viva todos estos años contra viento y marea. Personalmente, no soy demasiado fan de tanto truismo (Manowar mismo es una banda que me produce un poco de dentera), pero me presenté a ver al quinteto alemán con la mente abierta, sin expectativas ni prejucios y con ganas absolutas de pasarlo bien. Lo cierto es que aunque este heavy metal tan clásico no suele ser mi elección cuando tengo que escoger lo que pongo en mi reproductor, en directo son bandas que no me resulta difícil disfrutar, y el concierto de Majesty no fué ninguna excepción.
Bajo los redobles de la marcha «Path to Freedom» que abre su último trabajo Rebels, publicado hace solo un par de semanas, el quinteto alemán saltó a un escenario decorado con tres paneles con la portada del disco y ante un público que prácticamente llenaba la sala y que, a diferencia de lo que ocurría con Gyze, conocía perfectamente a la banda y sus canciones. Su repertorio estuvo muy muy centrado en este último disco, con hasta siete de los diez temas que conformaron el setlist pertenecientes a Rebels. Si bien supongo que esto pudo molestar un poco al fan de toda la vida, me parece encomiable que una banda ya más o menos veterana y que no está precisamente de moda siga creyendo en su música reciente de esta manera, sobretodo viendo la cantidad de grupos en su situación que se limitan a vivir de las rentas y tocar temas de sus dos o tres primeros discos. Por mi parte, al no haberlos seguido nunca, esta elección me pareció tan buena como cualquier otra, y lo cierto es que, a ojo de buen cubero, tampoco me parece que haya una diferencia abismal entre sus temas recientes y clásicos como «Metal Law» o «Thunder Rider».
Con un comunicativo y simpático Tarek Maghary como maestro de ceremonias y lanzando loas al metal y a los metaleros a la que tenía oportunidad, Majesty fueron descargando un himno tras otro enmedio de coreografías, solos épicos, poses, sonrisas y cuernos por dóquier. Y la verdad es que me costó muy poco meterme en situación y disfrutar del concierto como un fan más gracias a trallazos como la potente «Die Like Kings» con la que abrieron o la animadísima «Yolo HM» y su festivo e infeccioso estribillo. Hubo también lugar para la manowárica y (muy) edulcorada balada «Accross the Lightning», en el que la sala en pleno acabó haciendo olas a lado y lado bajo la mirada de asentimiento y satisfacción de un Tarek que no se cansó en ningun momento de arengar al personal desde su pequeña tarima. En «Metal Law», uno de sus temas más clásicos, me entraron casi ganas de hacer el «sign of the hammer», mientras el corpulento guitarrista Tristan Visser se animó por primera vez (que no última) a dar vueltas sobre si mismo durante la ejecución de su solo. «Heroes in the Night», por su parte, toma alguna idea que otra del «Runaway» de Bon Jovi mientras se acerca muchísimo al estilo repopularizado por Sabaton y los propios Battle Beast, con ese ritmo enérgico y gran profusión de teclados, sin dejar de estar trufada de coros y un espíritu inequívocamente power metal. El último clásico que sonó fué el medio tiempo «Thunder Rider», un himno más jebi que una lluvia de hachas coreado y headbangeado por todos. Para la recta final dejaron, como no, dos temas de su último trabajo. «Rebels of Our Time» parece la joya de la corona de este álbum, y alrededor suyo han grabado una pequeña película (la primera de la historia del metal, dijo Tarek, lo que me parece una afirmación un pelín aventurada). El tema cuenta con unos oh-oohs y unos corazos épicos y poderosos que, por desgracia, tuvimos que escuchar enlatados. Para acabar, la melódica, rápida, divertida y muy powermetalera «Fighting til the End» supuso un final perfecto y festivo y desembocó en una marcha parecida a la que escuchamos para empezar que sirvió de telón de fondo para que el entregado respetable ovacionara a la banda con sinceridad y pasión.
Majesty no ambicionan aportar nada demsiado nuevo, y ni falta que les hace. Tanto el público como yo disfrutamos de su heavy metal sencillo y directo repleto de clichés pero lleno de himnos glorificantes de puño en alto, sirviendo como un aperitivo perfecto y prepararnos para lo que nos iba a venir encima en unos minutos. Los alemanes gozaron de un sonido perfectamente nítido y su ejecución fué siempre precisa sin dejar de preocuparse por ofrecer una buena puesta en escena. Lo único que me chirrió, y mucho, fué el abuso de teclados y coros pregrabados (ni tan siquiera había micros de voz para los músicos). Y justamente en una banda con tantos teclados y tantos coros, la verdad es que creo que esto lo deberían cuidar un poquillo más. Una cosa es usar las cintas como refuerzo, y la otra sencillamente olvidarse y cederles todo el protagonismo. Pero bien, dejando este detalle de lado (en el que seguro que muchos ni se fijaron), pocas quejas para la muy buena descarga de Majesty.
Setlist Majesty:
Path for Freedom (intro)
Die Like Kings
Hail to Majesty
The Final War
Yolo HM
Accross the Lightning
Metal Law
Heroes in the Night
Thunder Rider
Rebels of Our Time
Fightning til the End
Battle Beast
No sé si es cosa de los grupos que voy a ver yo habitualmente, pero no estoy acostumbrado a que tal cantidad de gente venga a primera hora para colocarse junto al escenario y no se mueva ni un milímetro, grupo tras grupo, hasta la llegada de sus ídolos. Y la verdad es que al acabar el concierto de Majesty, momento en el que habitualmente se produce una pequeña desbandada hacia las barras, los baños o los fumaderos más próximos, no se movió casi nadie de la mitad frontal de la sala, con los nervios a flor de piel esperando la salida del sexteto finlandés, cuya presencia hoy aquí albergó dudas de último momento debido a la avería que sufrió su autocar de gira durante el día anterior, cosa que casi les obligó a cancelar su descarga en la ciudad francesa de Fréjus (de hecho Gyze y Majesty no pudieron tocar ahí). Durante el cambio de escenario, en el que se limitaron a poner un telón de fondo mucho más grande que la pared de la sala y unos focos posteriores que no serían demasiado apreciados por los fotógrafos, pudimos apreciar como sobre el pequeño espacio al que estaban limitados no habría amplificadores (yendo todo el sonido directamente a tabla) y como la preciosa batería transparente era la misma que habían usado las bandas teloneras. Antes de empezar, hubo tiempo para la primera de la muchas ovaciones que atronaron desde la pista y que se recogían desde los micros que apuntaban al público para amplificarlas: se la llevó el miembro del crew que apareció con una caja de latas de cerveza, depositando un six pack en las posiciones que iban a ocupar cada uno de los miembros de la banda.
A las 21.30, tal y como estaba anunciado, se apagaron los focos de la sala y empezaron a sonar las notas de una poderosa y épica intro que dió paso a la salida de los miembros de Battle Beast entre ovaciones, para acabar con el éxtasis acompañando los pasos de la carismática y esperada Noora Louhimo y las primeras notas de un enérgico y antémico «Straight to the Heart» que abrió el concierto igual que lo hace con su nuevo y celebrado trabajo Bringer of Pain. Este último disco gozó de muchísimo protagonismo en el repertorio, con hasta nueve temas que contaron con el entusiasta beneplácito del público, empezando por el veloz y judaico tema título y continuando con la pegadiza y coreadísima «Familiar Hell». A partir de ahí empezaron a dejar caer varios de los hitazos que los han ido poniendo en el mapa estos últimos años, como la bailable y ochentera «Into the Heart of Danger», la potente y agresiva «Let it Roar» y, sobretodo, la fabulosa «Black Ninja», uno de mis temas favoritos y también uno de sus grandes himnos, en la que Noora se despojó de la gabardina halfordiana que había llevado hasta ahora y rebentó los altavoces con su poderoso chorro de voz para delirio de un público que también se dejó las cuerdas.
Battle Beast tendrán temazos, que los tienen, pero gran parte de su gracia y de su éxito radica en su carisma y simpatía sobre el escenario, y en particular en la magnética e imponente figura de Noora Louhimo, con su pelo violeta, sus ojos maquilladísimos, sus pestañas infinitas y su icónica estética cyberpunk. Entre canción y canción, quién se suele encargar de la interacción con el público es el bajista Eero Siipilä, que aprovechó para repetirnos que Barcelona es, sencillamente, el mejor lugar del mundo y que la noche de hoy estaba siendo la mejor de la gira (perjurándonos que eso no se lo dice a todas). Usando el truco habitual de hacernos demostrar que los metaleros barceloneses eran más gritones que los de Madrid, calentaron el ambiente hasta niveles insospechados, y el sudor con el que vivimos esta primera mitad del concierto solo se calmó con la interpretación de la edulcorada balada «Far From Heaven», con Noora sentada en la tarima y el público blandiendo los flashes de sus móviles. La caña volvió con el que para mí es casi el tema más flojo de Bringer of Pain (si exceptuamos la uber-popera «Dancing With the Beast», que por suerte dejaron de lado hoy), un «Lost in Wars» en el que Noora apareció encapuchada y con un cetro dragónico que le confiró, junto a las tenues luces, un aspecto inquietante y misterioso.
Tal y como ya hicieron en el Rock Fest y como probablemente hacen en todos sus conciertos, uno de los momentos más celebrados de la noche fué cuando Eero le enchufó un botellín de cerveza en los morros al teclista Janne Björkroth mientras este tocaba la Marcha Imperial de Star Wars para delirio del público. Y como cada noche, Janne se las apañó para beberse el botellín del tirón y esbozar una amplia y confusa sonrisa inmediatamente después. Y aprovechando que la gente estaba animada, qué mejor para acabar de poner la puntilla que dos de sus temas más icónicos como son la épica y antémica «Iron Hand» y la esperada y ovacionadísima «Touch in the Night», que puso a todo el mundo a mover las caderas con su aire discotequero. Para rebajar un poco la excitación, la nueva «Bastard Son of Odin» sonó bien pero se quedó pequeña ante tanto himno, y es que lo que estaba por venir eran otros dos mastodontes como la fantástica «Enter the Metal World», un tema que me atrapó desde la primera vez que lo escuché y que puso la sala patas arriba con sus ritmos vacilones y sus coros alargados, para acabar el set normal con un «Out of Control» que hizo precisamente eso: enviar a la gente fuera de control y a los miembros de Battle Beast a los camerinos para un merecido y pequeño descanso.
El respiro se antojaba casi necesario después de tantas emociones, aunque el público no tardó en reclamar la vuelta del sexteto con los inevitables oe-oe-oés, lo que los llevó de nuevo al escenario para entonar otro pequeño discurso loando las innumerables virtudes de Barcelona y de los barceloneses. En este tipo de discursos peloteros hay bandas que te crees y bandas que no, y Battle Beast son sin duda de las primeras, delatados por sus eternas sonrisas de felicidad y el constante cachondeo que se llevan entre ellos, conscientes que lo que estan viviendo es un regalo que no está al alcance de todos. Eero anunció que era hora para una versión de Manowar, con lo que animó a la gente a hacer el sign of the hammer, sorprendiendo finalmente con una breve rendición del «Last Christmas» de Wham! que todo el público (que ya no le venía de aquí) acabó cantando con felicidad y sin ninguna vergüenza metalera. Para el bis dejaron mis dos temas favoritos de su último álbum, la vacilona «King for a Day» y la fantástica «Beyond the Burning Skies», con un estribillo que llevé pegado en mi cerebro hasta el lunes por la tarde. Para ellos, Noora volvió a enfundarse la gabardina que llevaba al principio y dió todo lo que le quedaba para acabar de corroborar que es una pedazo de mujer con un carisma escénico brutal y un vozarrón versátil y totalmente absurdo.
Durante la hora y media que duró su actuación, Battle Beast fueron capaces de montar un fiestón incontestable y de llevar la felicidad a la práctica totalidad de asistentes que se reunieron para verlos. Su directo es una garantía y lo han demostrado muy sobradamente cada vez que han venido a la Ciudad Condal. Como Noora comentó antes de «Touch in the Night», un concierto es como hacerle el amor a la audiencia: tienes que dar lo mejor de ti y tocar los botones correctos para que tu pareja llegue al orgasmo, y el sentir sus gemidos y su gozo retroalimenta tu propia excitación y te anima a hacerlo aún mejor. Y la primera vez que compartes cama hay una cierta duda y una cierta inseguridad, pero después de cinco citas en tan poco tiempo, la confianza, la comunión y la compenetración entre Battle Beast y el público de Barcelona está tan fuera de duda que casi diríamos que estamos ante una relación seria. Normalmente me cuesta otorgarles a bandas como Sabaton o Battle Beast la corona de futuros regentes del metal, ya que creo que si estas bandas tan homenajeantes y tan idolísticas con el pasado tienen que ser el futuro, significa que el género padece algun tipo de crisis creativa severa. Pero ante el bolazo que acabé de presenciar, no se si me atrevo a sostener esta creencia mucho más tiempo. Ellos hablaron, el público habló, y a mí me toca callarme. Así que viva Battle Beast, y viva el Heavy Metal!
Setlist Battle Beast:
Straight to the Heart
Bringer of Pain
Familiar Hell
Into the Heart of Danger
We Will Fight
Let It Roar
Black Ninja
Far from Heaven
Lost in Wars
Iron Hand
Touch in the Night
Bastard Son of Odin
Enter the Metal World
Out of Control
—
King for a Day
Beyond the Burning Skies
Entrada publicada originalmente en Metal Symphony Website.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.