Hacía tiempo que no iba a un festival de punk rock. Y no me extraña, porque casi no hay. Sí que hay conciertos de punk, también hay grupos de punk rock que tocan a ciertos festivales, pero la unión de las dos cosas a la vez es difícil de encontrar. El festival Barna ‘n’ Roll ayudó a corregir esa anomalía con una aventura que empezó el año pasado en el Poble Espanyol de Barcelona, un recinto que también alberga el BeProg! y donde se cocieron las primeras ediciones del Primavera Sound. Si en 2016 fueron seis bandas y Bad Religion como cabezas de cartel, la propuesta para este año se incrementó a nueve grupos manteniendo el formato de un solo escenario.
Tal maratón empezaba a las 5 de la tarde y terminaba a las 3 de la madrugada. Me pregunto cuantos valientes vieron a todos los grupos del cartel. Desde luego, yo no fui uno de ellos, ya que al llegar al recinto ya habían tocado Giuda, La Banda Trapera del Río, The Baboon Show y Lendakaris Muertos. Según un reconocido pinchadiscos de la escena catalana, Unclu Garrot, el concierto de The Baboon Show fue espectacular. Me fío completamente de su opinión, por eso me arrepiento de no haber llegado antes al festi.
Face to Face
Face to Face empezaron, siguieron y acabaron su concierto de forma sólida, con un sonido compacto y girando sin parar su manivela de clásicos del hardcore melódico. La estricta normativa del ayuntamiento de Barcelona en relación al volumen de espectáculos no impidió una buena respuesta del público, con fans incondicionales en las primeras filas liándola bastante. En ese momento me di cuenta que el número de asistentes era perfecto para disfrutar de los grupos. El recinto estaba lleno, pero sin aglomeraciones.
Berri Txarrak
Berri Txarrak venían después y no lo tenían del todo fácil. Su propuesta de matices complejos y amplis rosados destempló a más de un punki borracho. No hubo muchos bailoteos, pero sí grandes goces durante un directo muy bien trabajado. Sorprendió un medley final de versiones de MGMT y Daft Punk. Tengo mis dudas que esa propuesta encajara muy bien con el resto del concierto, pero no se puede negar que resucitó a los destemplados. Un truco de Magia Borrás que dejó el ambiente a punto para el grupazo que venía a continuación.
Lagwagon
Bueno, lo de «a continuación» es un decir. Las pruebas de sonido se hacían justo antes de empezar cada grupo, circunstancia que hacía tiempo que no veía en un festival. ¿Acaso no hubo tiempo de hacer las pruebas por la mañana? Sea cómo fuere, Lagwagon lo petaron desde el principio, pero su sonido no lo petó hasta el quinto tema.
Unos minutos musicales con «Bonanza» sonando de fondo precedieron la entrada de los americanos al escenario, empezando su set con «Island of Shame», un clásico del 1994, y siguiendo con «Violins», uno de mis temas favoritos de su carrera y que en directo va mucho más acelerado que en la versión de estudio de 1995. ¿1995 he dicho? Cómo pasan los años, coño! Aunque parece que no pasan tanto para el cantante Joey Cape, quien sin duda ha acertado con el «just for man», y si no me creéis basta con comparar fotos de su última visita a Barcelona a principios de año con Me First and the Gimme Gimmes.
Apelando a menudo al público, antes de empezar con su histórico single «Sleep», Joey soltó sin pensárselo un «this looks like Disneyland of History», refiriéndose al recinto del Poble Espanyol. ¡Me gustaría saber qué diría si visitara La Roca Village!
Volviendo a lo estrictamente musical, «Sleep» también sonó revolucionada, incluyendo un buen trompazo final del bajista. Incluso el colega con quien fui al festi, a quien el punk rock ni fu ni fa, rebobinó sin darse cuenta 20 años y me dijo que se acordaba de esa canción. El nivel estaba alto, pero cuando empezaron a tocar temas de «Hang» (2014) me di cuenta que sonaban aún mejor. Es normal, porque Hang es un discazo que no debería pasar inadvertido por ningún fan del punk en general, y de Fat Wreck Chords en particular.
Con «Rifle» se escucharon los primeros coros entre el público: «Try follow, try follow, try follow me!» cantaba la muchedumbre con un inglés más que correcto. El tema acaba, Joey se acerca al guitarra Chris Flippin, y sin entrar en el contraste visual de altura de los dos personajes, suelta: «I’ve been playing with this guy for 30 years». Pocas bandas pueden decir esto, y menos aún tienen a la vez temazos como «Sick» que sonó acto seguido y amplió el coreo popular con «Siiiilence lies eeeempty».
La intro del bajista en «Give It Back», ya recuperado de la caída al suelo, fue de traca. Seguidamente Cape se quedó sólo en el escenario durante la intro de «Alien 8», quizás para recordarnos que también sabe tocar la guitarra y para crear una tensión entre el público que terminó directamente en circle pit. Le siguió «Making Friends», una canción más lenta de lo habitual en Lagwagon que inició el camino del éxtasis que se iba a vivir poco después con «May 16», el tema de Lagwagon más popular en Spotify, con casi 5 millones de escuchas. El caso es que yo también entré en ese éxtasis colectivo, y casi os diría que la crónica se acabó aquí. Puedo afirmar dudosamente que tocaron dos temazos más, pero sin duda hacía tiempo que no gozaba tanto en un concierto. Lagwagon son unos clásicos que a la vez siguen más actuales y potentes que nunca.
Skatalà
Inmerso en esa reflexión me di cuenta que empezaban a salir rudeboys de debajo las piedras, como cuando uno cruza La Jonquera y de repente todos los coches pasan a tener matrícula francesa. La razón no podía ser otra que la inminente actuación de Skatalà, pioneros catalanes del género jamaicano por excelencia. Me quito el sombrero ante la paciencia que tuvo su público natural, porque hasta entonces todo había sido guitarreo distorsionado. Así que, fluyendo a través de ese contratiempo tan característico del ska, me despedí de una gran noche llena de músicas y gentes en nuestro Disneyland particular.
Toni es un apasionado de la música. Estudió violín e ingeniería informática. Sus gustos eclécticos, desde el hardcore/punk a la clásica, le permiten usar la música como terapia para no enloquecer (demasiado). Literalmente sin tiempo para pensar, toca la guitarra, el violín y el bajo en 3 bandas, se relaja como DJ y deambula compulsivamente por mogollón de conciertos molones.