Hace apenas unos días que se publicó mi reseña del segundo trabajo de los británicos Vexed, un disco más crudo que su predecesor que, en mi opinión, es incluso mejor. Pues bien, aquí pasa tres cuartos de lo mismo…
A veces, en contadas ocasiones, me gusta reflexionar sobre las reseñas de bandas que voy pariendo para Science of Noise y me permito deleitarme y compartir con algun@s compañer@s trabajos que, según mi criterio, merecen muchísimo la pena, si bien no soy siempre yo el que recomienda plásticos; en esta ocasión fue mi bienamado amigo Joan Calderon el que me puso sobre la pista de los protagonistas de esta reseña: Pupil Slicer. Si Mirrors (2021) ya era bueno, con este su segundo álbum, titulado Blossom (2023), la banda ha logrado superarse.
Disfruté mucho de Mirrors, pues se notaba que Pupil Slicer no era un producto de laboratorio. No, esta es una banda seria que sabe de dónde beber y hacia dónde evolucionar. Es evidente de inmediato que la formación ha dejado atrás eso de querer sonar como The Dillinger Escape Plan, Converge o Botch y docenas de otras leyendas del death, math, noise y se han vuelto rebeldes, muy rebeldes, en el sentido de haber decidido viajar por un camino ligeramente diferente en términos de composición de canciones. Digamos que es esa rebeldía la que les ha hecho subir un nivel. La forma de tocar es técnicamente compleja, muy en la onda de bandas como Monuments o BTBAM. Avalanchas de riffs, una percusión afilada… Su destreza es prodigiosa y no puedo más que quitarme el sombrero ante aquellos que pueden tocar bien y miro con una más que evidente envidia a los baterías, vocalistas, guitarristas, bajistas que son tan buenos en lo que hacen. Aún así, no creo que nadie en el mundo pueda permitirse la libertad de ser abordado por 46 minutos de eso. Este es quizá el único «pero» de Blossom: que dura demasiado.
Pero la banda no reniega del todo de sus inicios, pues algunos aspectos de su debut permanecen, si bien han optado por esparcir esos momentos inteligentemente a lo largo de todo el álbum, elaborando así un menú con una guarnición de melancolía progresiva con reminiscencias etéreas de Cult of Luna, con golpes de black metal. Los growls de la enormemente talentosa Katie Davies van y vienen mientras se entremezclan con frases vocales más ligeras y limpias, como sucede en «Terminal Lucidity», tema en el que por momentos me parece estar escuchado a Eva Spence de Rolo Tomassi. Los aspectos más destacados de Blossom se encuentran ahí dentro, en los momentos que componen estas canciones. Es ahí donde la banda se ha apoyado para modificar su ADN.
Pero como siempre que a una banda le da por evolucionar, habrá detractores entre su base de fans que no aceptarán este cambio. Es un cambio obvio y necesario, incluso táctico, por parte de Pupil Slicer, y por mi parte, realmente admiro el coraje y el compromiso que la banda ha demostrado en lo que es un álbum repleto de verdaderas sorpresas y momentos de genuina brillantez. Queda por ver si sus fans les acompañarán en su viaje de auto-descubrimiento, reflexión y cambio, pero creo que este es un riesgo que la banda ha decidido que vale la pena correr. Però insisto, no abandonan por completo su forma de ser anterior, especialmente en esa bestia que escupe y resopla que es «No Temple», una canción brutal, maravillosa y técnicamente impresionante.
Este es un álbum inteligente de verdadero carácter. Es una escucha desafiante que quizá no termine de entrarte hasta que no lo hayas catado tres o cuatro veces. En una escena que a menudo carece de creatividad, y que tras la ruptura de The Dillinger Escape Plan y Every Time I Die está algo huérfana, Pupil Slicer se arma de valor y toma el toro por los cuernos, confeccionando así un álbum de marcados contrastes e incesantes giros. La banda se aleja de la fuerza contundente de su debut para adentrarse en territorios mucho más interesantes. Espero que los fans se den cuenta de lo que están tratando de hacer y emprendan este viaje con ell@s.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.