Queen – Innuendo: 30 años de la más dolorosa de las despedidas

Ficha técnica

Publicado el 4 de febrero de 1991
Discográfica: EMI
 
Componentes:
Freddie Mercury – Voz
Brian May – Guitarra
John Deacon – Bajo
Roger Taylor - Batería

Temas

1. Innuendo (6:31)
2. I'm Going Slightly Mad (4:22)
3. Headlong (4:38)
4. I Can't Live with You (4:34)
5. Don't Try So Hard (3:39)
6. Ride the Wild Wind (4:43)
7. All God's People (4:22)
8. These Are the Days of Our Lives (4:15)
9. Delilah (3:35)
10. The Hitman (4:57)
11. Bijou (3:37)
12. The Show Must Go On (4:36)

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Todavía puedo recordar aquellos días en los que Queen dominaban la tierra. Cuando salió Innuendo fue todo un acontecimiento y se podían ver aquellos videoclips alucinantes por la tele. No había banda mayor que Queen en esos días, o si más no, no había grupo más respetado tanto por fans, prensa, negocio… e incluso por gente que no le gustaba el grupo. ¡Y era imposible que no te gustase Queen!

Musicalmente hay un intento de retorno a los sonidos más clásicos y al espíritu de la banda original. Todos los elementos que uno piensa cuando oye el concepto Queen están allí. Lo onírico, la fusión de estilos, el punto de locura, la excesiva comercialidad o el hard rock, si bien el disco es algo irregular, pasando desde la obra maestra a lo correcto. De todas formas, un disco que empiece con “Innuendo” y se cierre con “The Show Must Go On” no merece otra que aplauso y reverencia.

Freddie había sido diagnosticado de SIDA en 1987 y las complicaciones derivadas de esa, entonces, “nueva” enfermedad, demoraron bastante las sesiones de grabación. El eterno vocalista era consciente de que el tiempo se le escapaba y quiso dejar un último gran disco para ser recordados. Grbaron en Suiza, Montreaux, lejos de la prensa acosadora británica. Los tabloides británicos andaban detrás de que Mercury estaba enfermo, pero no atinaban a saber qué sucedía pues el secreto fue muy bien guardado. Por otro lado, Freddie no desmentía todo rumor, sí sus compañeros de banda en apariciones públicas. Se suponía que un disco nuevo y su voz aplacarían rumores que apuntaban directamente al SIDA. La traducción de Innuendo vendría a ser “insinuación”, por lo que todo queda bastante conectado en el fondo.

La bellísima portada

El grupo utilizó un célebre dibujo de Jean-Jacques Grandville, un ilustrador francés de dibujos satíricos del siglo XIX. Este mismo dibujo ha sido utilizado como cubierta de La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne y el grupo decidió colorearla. Se trata de “El malabarista del otro mundo”. Maravillosa e icónica, con fondo en blanco, con el clown haciendo malabares con los planetas y con un plátano apareciendo por allí, marcando la parábola.

El lanzamiento del payaso de bigotes dalinianos y rubios yerra su cometido y un señor se protege como puede del impacto bananero. Payaso y señor están sobre varios globos terráqueos. Quizá alusiones a su dominio mundial, quizá a que esto es simplemente entretenimiento por lo del clown… La forma del plátano puede aludir a la luna menguante y al miedo atávico de que tememos que algún día la luna nos caiga encima. Podría ser una alegoría de Dios pues tiene el payaso guardado en su bolsillo, cual canguro, otro globo terráqueo.

Los vídeos de Innuendo

Más allá del precioso artwork del libreto merecería un capítulo aparte todo el contenido de los vídeos de ese disco de Queen. Son muchos y las referencias van desde los grandes pintores al póker, pasando por animales y un plátano que volverá a aparecer. A todo ello súmale el querer ocultar la enfermedad del gran Farrokh Bulsara (su nombre real).

La música

La canción “Innuendo” es una auténtica barbaridad. Un intento de volver a rememorar la gloria de “Bohemian Rhapsody” y la estructura compleja se asemeja a una rapsodia si bien vuelven a recuperar el estribillo. La letra es un homenaje de Roger Taylor a los Led Zeppelin y combina flamenco con el hard rock pasando por los momentos orquestales y la épica. Tras el redoble de Roger Taylor se van sucediendo todos los elementos que han hecho grande a Queen yendo de lo onírico a lo oscuro. Ese fragmento flamenco con guitarra de Steve Howe (Yes) es sencillamente sublime. Consiguieron un pasaje clásico de un estilo ajeno. La teatralidad de Mercury y la solemnidad en el inicio es soberbia. Nació todo de una jam entre los tres músicos de Queen y quedó rematada cuando Freddie bajó de las escaleras y vio que estaban con algo muy grande entre manos.

“I’m Going Slightly Mad” posee un aura mágica. Todavía recuerdo ese extraño videoclip con May vestido de pingüino. Era una especie de sueño, potenciado por esos efectos y esa experimentación que les situaba bien en la década de los 90. El grunge no había explotado, sí Guns N’ Roses, y Metallica andaban cerca de explotar. Y todos ellos eran fans de Queen. Una oda a la locura y a la genialidad con un Mercury expuesto en blanco y negro, maquillado y disfrazado. Una de las consignas claras era esconder su enfermedad a toda costa.

La parte operística es inherente al grupo y aparece con fuerza en el inicio de “Don’t Try so Hard”. Una entrada vocal en la que Freddie sigue sentando cátedra. Se nota que viene de su puño y letra. En “Ride the Wild Wind” hay un poco esa vena cinematográfica ya expuesta anteriormente en el film Los Inmortales, manteniendo el pulso rockero con efectos de coche veloz y juegos con ecos y coros. Es la continuación de “I’m in Love with My Car”, por lo que Taylor está a las voces y es una de sus muchas aportaciones al disco.

El “Headlong” es un trallazo a ritmo de tren. Es más, en el videoclip cuentan con una locomotora desbocada avanzando a ritmo de este hard rock pegadizo y 100% Brian May. Es comercial pro muy en la tradición rockera del grupo, aunque en primera instancia era un tema que no iba a ser para “la reina”, iba para el discazo Back to the Light en solitario que se estaba marcando May. Hubo un día en la que Freddie la empezó a cantar y Brian tuvo claro que aquello tenía que ir en un disco de Queen.

Los samplers conviven con la guitarra rockera de Brian en un “I Can’t Live with You” con mucho de hímnico y con los sempieternos coros del grupo. Es una canción feliz que mantiene pie y medio en los 80 y el talón en el rock. Con otra orientación más rockera podría haber sido un clásico, pero esto es un disco en la cima de las cimas, y había que contentar a todas las parroquias.

Y hablando de despedidas “These Are the Days of Our Lives” es el tema. En el videoclip ves que la enfermedad ha hecho estragos y Mercury va con toneladas de maquillaje a la vez que se nos está despidiendo. Duele esta canción, obra de Roger Taylor. Melosa y aderezada con congas. Al final Freddie mira a cámara y dice eso de “I still Love You”. Quizá no sea de sus mejores baladas, pero la carga emocional que conlleva es tremenda.

“Delilah” es puramente Mercury, y es una canción dedicada a uno de sus 11 gatos. Nunca le gustó a Brian, pero en esas tesituras se permiten todos los caprichos del divo. Para el recuerdo queda ese maullar tan de Mercury con ese genial “Miau”. El eco de la guitarra en talk box de May da la réplica en un tema correcto pero muy definitorio de la genialidad del de Zanzíbar. Quizá lo menos recordable del disco sea esa otra composición hecha a medias entre Mercury y Mike Moran que iba para otro proyecto y en la que la temática era africana. Un poco la cadencia de “All God’s People” lo delata… y también que iba para otro proyecto. Conectable con la intrascendencia general de Hot Space.

Lo más cercano al rock duro toma cuerpo en “Hitman”. Retazos metal y hard rock con capas frondosas de coros y el universo Queen bien presente. Representa lo hecho en “Sheer Heart Attack” o en “Stone Cold Crazy”, o si más no, es un acercamiento. “Bijou” es un bonito capricho, un mano a mano entre vocalista y guitarrista que toma inspiración de Jeff Beck. Efectos de teclado visten al tema encajando perfectamente en el disco, antes del gran final…

Palabras mayores cuando hablamos de “The Show Must Go On”. Ya el título de esta composición de Brian May tiene una fuerza asombrosa, pero es que tiene evidentes connotaciones de despedida y de lucha para seguir a flote. Memorable medio tiempo intenso y abrumador cantada con una fuerza sobrehumana. Himno de una banda de himnos poniendo un punto final a la vez que el título alude a que puede que sea punto y seguido. La pude vivir cantada por Elton John en 1992 en el Mini Estadi y de verdad que eso fue apoteósico. Esa entrada de teclado, ese reverb y ese bajo detallista de Deacon. Una canción perfecta.

Veredicto

En Gran Bretaña obviamente el disco llegó al número 1 como tantas otras veces y en gran parte del mundo sucedió lo mismo, pero en Estados Unidos la cosa nunca les fue nada fácil. Afortunadamente llegaron al disco de oro, algo que no conseguían desde los tiempos de The Works en 1984. Me parece el disco perfecto para la despedida por mucho que Made in Heaven apareciera años más tarde. También por esas fechas estuvo el mítico “Barcelona” con Montserrat Caballé que terminaría dando la vuelta al mundo y que es el himno no oficial de la ciudad. Sigue poniéndome la piel de gallina, aunque también escuchar todo el Innuendo. En esos días no había banda mejor sobre la faz de la Tierra. Con el tiempo Queen han quedado en su justo pedestal, al lado de Beatles, Rolling Stones o ABBA. Lo único que me falta en esta obra es el tema típico de John Deacon que se sale del guion y enamora, pero eran tiempos difíciles.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.