Se suele decir que los discos de Queen alcanzaron la perfección en los 70 y perdieron mucho en los 80. Obviamente no puedo estar más de acuerdo con ello a pesar de la cantidad ingente de clásicos y perfección derrochada por los ingleses en esa siguiente década, por lo cual, incluiría este The Game dentro de la perfección de los 80 y por innumerables razones. La voluntad de trascender fronteras estilísticas y hacerlo con toda la chulería del mundo siguen intactas aquí. A nivel de números estamos hablando del mayor éxito de Queen en tierras del Tío Sam e Inglaterra: Un número 1 en ambos lados del Atlántico. El grupo aparca bastante el hard rock y sus arreglos se vuelven más simples en pos de adaptarse a los gustos imperantes del momento. Disco valiente y rompedor que nunca estará en las quinielas de sus fans como el mejor pero que demuestra el abrumador nivel coral de la banda.
Cansados de los temas típicos…
Obviamente hay que poner una línea de “cordón sanitario” entre lo que son los grandes éxitos de Queen, los que conoce el gran público, y los temas restantes. Todo lo que sobrepasa el material de los Greatest Hits I, II y III es lo que realmente nos interesa más a los fans de toda la vida, hartos de escuchar los temas recurrentes hasta en la sopa. De hecho, los discos de la Reina se pueden valorar por los temas que sobrepasan esas composiciones más obvias y trilladas, por mucho que siempre sea un placer escucharlas. ¿Qué cantidad de buenas canciones hay más allá de los singles? Muchas, así que vayamos por partes y nos sacamos los Greatest Hits rápido. Pero también digamos la verdad hay temas aburrido y el relleno hace también su aparición.
La música
Aquí hay la maravillosa “Another One Bites the Dust”, compuesta por el bajista John Deacon el eterno marginado de Queen. En la película muestran “lo que pudo ser” a la hora de componerla y esa cadencia mítica implicaba sucumbir a los ritmos de moda y los juegos de sintetizador cabreando a un Roger Taylor que, años más tarde, facturaría un número 1 como “Radio Gaga” pescando en otros estilos. Es un tema “muy negro”, y es que mucha gente al escucharlo en su día creía que quien lo tocaba era gente de color. Por eso Queen están por encima de todas las otras bandas: todos sus miembros consiguieron ser nº1 en las listas. Aquí el grupo demuestra que puede jugar en otros estilos y sentar cátedra. “Play the Game” inicia el disco y ya te da sobradas pistas de que lo que hay aquí es inmortal. También es la composición que más conecta con su glorioso pasado. Difícilmente se puede jugar con las melodías de forma mejor. Aquí el piano y voz de Mercury se unen con la guitarra de May a nivel Dios junto con esos juegos de coros 100% Queen. Posiblemente el tema más completo, por lo que le daba nombre al disco.
Luego tenemos una pieza tan excelsa como es “Crazy Little Thing Called Love”. Freddy Mercury componiendo, jugando a ser Elvis y superándolo. Absolutamente demencial. En los directos el cantante jugaba a ser su ídolo y tocaba la guitarra de forma algo torpe en su rasgueo. Para muchos la joya de todo es aquí “Save Me” de Brian May. Una de las más bonitas composiciones del guitarrista que te hace soñar con las estrellas siendo él luego astrofísico. Los arreglos de esta composición bordean la perfección y el devenir de la misma vuelve a ser insultante. La varita mágica seguía echando destellos de perfección sobre las composiciones y el trabajo delicado de guitarras es tan exquisito como los arreglos de esta magna composición.
Pero si vamos a lo que vamos, que son los temas “menores”, los que realmente marcan en Queen el nivel, y aquí hay bastante magia de la que hablar. Primero hay que pararse en una maravilla de Deacon como es “Need Your Loving Tonight”. Excepcional composición del bajista a la altura de “Spread Your Wings”, sólo que mas breve y más comercial. El por qué sólo dura dos minutos y medio es algo que sólo entiende el mismo grupo. “Rock It” muestra a Roger Taylor como compositor, con ciertas influencias excesivas de Elton John, pero manteniendo el excelso nivel. Sir Elton John ya era un divo y darle a su propuesta un toque a lo Reginald White era una opción más que digna, y más si cuentas con esos coros, el sello absoluto del grupo. El batería impuso su voz a pesar de que hay una toma con Mercury en todas las voces.
La sublimación de todo se encuentra en temas como “Dragon Attack” y ese groove de orientación funk tan bien llevado, compuesto por Brian May. Todo el mundo podría esperar que un tema como este fuera de Deacon, pero no, es de May. Juegos de percusiones y riff marcado con bajo protagonista. Al venir firmada por el guitarrista obviamente el trabajo de guitarras vuelve a ser soberbio en un medio tiempo con cierta base disco y coros soul. Esto es Queen sres/-as. Gran capacidad de firmar clásicos más allá de la aceptación de masas y tirando de un final abrupto que sorprende. “Don’t Try Suicide” es una canción muy de los demonios internos que gastaba Mercury en la época, a pesar del buen rollo que produce, la letra es clara y el desarrollo algo tedioso. Anticipaba cierta monotonía e intrascendencia de cara a los 80 y es, desgraciadamente, de lo que pecarían en esos tiempos, pero es un poco un grito, el S.O.S del genial vocalista de Zanzibar en ese momento vital ya en la cima.
El nivel de perfección de esa era vuelva en la rara “Come Sail Away Sweet Sister (to the Sister I Never Had)” en la que May dedica a la hermana que nunca tuvo. Tremenda composición, pero bajando el listón otra vez. Taylor cierra el compacto con un tema más que inspirado, jugando con los coros del grupo y sin hacer demasiado ruido. Es otra joya en el fondo de catálogo del grupo apta para los más acérrimos, que, en el fondo, somos una inmensa minoría.
Veredicto
Queen daban la bienvenida a la nueva década con maestría y nivel en un disco puente que anticipaba mucho de lo que iba a venir luego, para bien y para mal. Antes The Clash habían parido una de las más grandes obras de todos los tiempos en la que abrazaban estilos más allá del punk. Queen no podían ser menos y daban un inmenso pelotazo en Estados Unidos a pesar que luego vendrían Flash Gordon y Hot Space, siendo este último, quizá, lo peor que grabó el grupo en toda su historia. Temas como “Another One Bites the Dust” (el éxito más masivo e internacional de Queen) o “Don’t Try Suicide” marcarán el camino posterior en un bajón compositivo evidente, aunque con joyas del nivel estratosférico de “Under Pressure”. El cuádruple platino es más que merecido y consiguió ser número 1 es los Estados Unidos e Inglaterra a la vez, lo que fue una cima absoluta. Nunca está entre los favoritos de sus fans, pero The Game sigue siendo rutilante e inmortal. ¡Ah! El mítico bigote de Freddie aparece por vez primera en esos días. No está en la portada, sí en los videos.