La pandemia llamó a la puerta de la banda de Seattle Queensrÿche cuando estaban en un gran momento: justo cuando terminaban la gira con Judas Priest por Estados Unidos. Pararon las máquinas de forma forzosa, pero ese tiempo fue empleado bien para dedicarse a su disco número 16, el cuarto de la era Todd La Torre. La entrada de este grandísimo vocalista de verdad que revitalizó al grupo pues llegaron a un momento en el que tocaron realmente fondo con ladrillos por discos.
El gran problema tenía nombre y apellidos: Geoff Tate. El tipo que en su día era el punto diferencial al grupo terminó siendo un lastre y no sólo fue largado del grupo, sino que Tobias Sammet de Avantasia terminó por finiquitarlo y cambiarlo por Ralf Scheepers. Y mejor no hablemos de sus conciertos en solitario… El caso es que Queensrÿche se mantienen a flote y que discos como Digital Noise Alliance bien merecen que sus viejos seguidores los disfruten.
“In Extremis” abre el disco de una forma rotunda, y a pesar de que vas a encontrarte con los Queensrÿche de toda la vida, notarás que hay un regusto y ciertos clichés a-la-Maiden, algo que le sienta de maravilla al grupo, y es que Todd puede con todo, y si alguien puede acercarse a Dickinson es él. Además, el bajo de Eddie Jackson suena a un volumen totalmente Harris. Y digámoslo todo: ojalá la doncella volviera a hacer temas tan directos y pegadizos como este.
“Chapter” rememora sus temas más clásicos a la vez que nos conecta con los tres últimos discos del grupo, ya con Todd La Torre. “Lost in Sorrow” está más cerca de Operation: Mindcrime que de Empire, aunque el estribillo es más de ese segundo disco. Todo suena como debe sonar y se mantiene perfectamente la esencia del grupo que se había ido diluyendo con esos últimos trabajos con Tate. Hay aquí esas cadencias hipnóticas, los juegos vocales y toda la clase que siempre ha definido al combo del estado de Washington.
La figura del productor Zeuss es importante y en “Sicdeth” tenemos uno de los temas más rápidos y efectivos de la obra. Hay un riffeado de base contundente, poco pulido y metálico. Si hay que hablar de futuros singlespotenciales es “Behind the Walls” una de las más completas y brillantes. Casey Grillo (ex de Kamelot) está perfecto en su cometido y no hace que echemos de menos a Rockenfield.
“Nocturnal Light” es un tema más atmosférico que mantiene las mismas cartas en juego, pero nos regala algún agudo de cine por parte de su excepcional vocalista. En “Out of the Black” juegan con aires oscuros, pero con una línea vocal muy luminosa y un estribillo feliz. Un bonito juego de contrastes realmente conseguido. “Forest” hace honor al nombre y tiene algo de forestal todo con ese teclado dominante. Es un medio tiempo bello cercano a la balada, explorando otra cara del grupo que siempre trabaja a la perfección.
“Tormentum” es el tema más extenso y netamente progresivo del disco. Sorprende especialmente porque combinan su prog personal con esos cambios de tempos y estructuras tan clásicos a la vez que añaden guitarras dobladas y voces narradas como si fueran emitidas con un megáfono. Es de las veces que Queensrÿche suenan más académicos. Redondea la obra el bonus track “Rebel Yell” de Billy Idol, pero es más curiosidad que otra cosa. Es curioso porque vemos a Todd cantando con la voz grave, pues son las tesituras originales del gran Billy.
Si buscas lucimiento de la dupla de hachas Michael Wilton y Mike Stone tienes que pararte a escuchar el “Hold On” con espacio para los solos y para ese característico timbre de voz de un Todd que parece la reencarnación de Tate en los 80. Complementan con la guitarrera y ampulosa “Realms”, dotada de cierta épica y en la que Grillo da colorido con unos redobles en unos toms muy agudos.
Todo el disco ha sido un producto de la pandemia y de las extrañas sensaciones que vivieron Eddie Jackson, Michael Wilton y Todd La Torre. Creo que en años venideros estudiaremos esos discos de cada banda marcadas por el hecho excepcional que supuso el confinamiento y la inspiración que reportó a cada grupo. Para Queensrÿche les ha supuesto tiempo y lucimiento. Digital Noise Alliance luce y mantiene perfectamente el tipo a pesar de que suena todo a lo que uno espera del grupo.
Les gusta trabajar juntos, por lo que prefirieron esperar a estar todos en una misma habitación que no compartiendo archivos por las redes, algo que no han hecho todas las bandas. En esto han sido diferentes a la mayoría. Destaquemos también la preciosa portada del disco en el que se une el símbolo del grupo con esa cadena de ADN, como recordándonos que esto es Queensrÿche y lo que suena es algo que se lleva dentro…