Queensrÿche – The Warning (Especial 40º Aniversario)

Ficha técnica

Publicado el 7 de septiembre de 1984
Discográfica: EMI America Records
 
Componentes:
Geoff Tate - Voz
Chris DeGarmo - Guitarra, coros
Michael Wilton - Guitarra, coros
Eddie Jackson - Bajo, coros
Scott Rockenfield - Batería

Temas

1. Warning (4:46)
2. En Force (5:16)
3. Deliverance (3:21)
4. No Sanctuary (6:05)
5. N M 156 (4:38)
6. Take Hold of the Flame (4:57)
7. Before the Storm (5:13)
8. Child of Fire (4:34)
9. Roads to Madness (9:40)

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A diferencia de mi intransigente predisposición actual, hubo una época, bastante imprecisa, en la que no me importaba adquirir proyectos musicales muy similares a otros ya conocidos. Incluso, según qué influencias, por sumamente descaradas que se manifestaran, eran un punto a favor para mi insaciable interés. Eso sí, si el repertorio no era suficientemente de mi agrado, el correspondiente artefacto terminaba en la estantería del olvido.

El EP homónimo de Queensrÿche llegó a mis manos prácticamente de regalo, al estar incluido en un pack de promoción (no recuerdo bajo qué lema) de la compañía multinacional EMI, con varias novedades de heavy metal en vinilo. Por supuesto, lo primero que llamó mi atención fue el imponente nombre (con el añadido de la excepcional diéresis en la i griega) y el singular logotipo de una banda que, por lo que se sabe, originalmente había sido bautizada como The Mob. Acto seguido, me percaté de que dicho debut copiaba con cierta exactitud el manual de estilo de los afianzados británicos Iron Maiden, pero sus cuatro cortes apuntaban maneras y, en concreto, la misteriosa balada «The Lady Wore Black» destacaba notablemente, en especial resaltando las diversas aportaciones vocales del barítono Geoff Tate. De forma automática y a través del conveniente walkman, aquella atrayente grabación alumbró algunos de mis paseos al atardecer por los caminos forestales de los alrededores de mi pequeño pueblo adoptivo.

Curiosamente, las nueve pistas de The Warning también resplandecieron durante una excursión de colonias, en pleno otoño, por los frondosos bosques de la comarca gerundense de La Selva. Días antes, la aguja de mi tocadiscos había desvirgado los surcos del tan esperado long play del quinteto de Seattle, provocándole una sensación agridulce al individuo que firma la presente redacción. Desde la galopante pieza inicial hasta la majestuosa y conclusiva «Roads to Madness», no sobraba ninguna composición, y todas ellas, con los mismos mimbres aplicados en su anterior publicación (pero, en realidad, más elaborados), conformaban un convincente trabajo creativo. Por desgracia, el sonido global (atinadamente oscuro pero carente de la adecuada potencia) que irradiaba aquel temario no estaba a la altura (al igual que la mediocre ilustración de la carátula frontal). Al parecer, la mezcla final la había perpetrado el ingeniero Val Garay, quien, además, había cambiado parte del orden de las canciones propuestas por el grupo. Si bien, a decir verdad, prefiero la secuencia resultante (por ejemplo, opino que la siniestra “N M 156” no era una acertada introducción), entiendo que la obra, parcialmente inspirada en la novela política de ficción distópica “1984” del visionario escritor inglés George Orwell, quedó desvirtuada en el proceso de embalaje.

Hace un par de semanas, aprisionado en un avión que se dirigía a Berlín, y con la excusa de refrescar el 40º Aniversario del lanzamiento del álbum que nos ocupa, volví a escucharlo con detenimiento. Mientras los intrincados pasajes y las sugestivas melodías de “En Force”, “No Sanctuary”, “Take Hold of the Flame” o “Child of Fire”; los puntuales pero soberbios arreglos orquestales de Michael Kamen (realzados por el consagrado productor pinkfloydiano James Guthrie); y las habilidosas interpretaciones de Tate, DeGarmo, Rockenfield y de los dos únicos miembros que aún permanecen en el conjunto, Michael Wilton y Eddie Jackson, emergían de mi duradero iPod nano 3G, constaté que, aunque muchos creyeron que Queensrÿsche había perdido la batalla, el imperio acabaría contraatacando brillantemente.