Se ve que, allá por 2014 y sin apenas promoción (ni nombres ni nada), se reunieron tres personajes con un pasado en común para dar un concierto en Alemania. Esos tres personajes eran Peavy Wagner, Manni Schmidt y Christos Efthimiadis, es decir, la formación clásica de Rage. Y lograron reunir, así sin pensarlo, a unas 1200 personas. Obviamente, las discográficas empezaron a perseguirlas para hacer dinero (no nos engañemos, esto es un negocio y el euro es la finalidad), Frontiers lo consiguió y aquí tenemos Solitary Men (2018), el disco debut (¿?) de Refuge. Pongo los ¿? porque me parece un chiste llamar debut a un disco con esa formación.
De antemano me asaltan varias cuestiones. Por ejemplo, ¿seguirán la misma estela que los Rage añejos? Mi apuesta es que sí, el guiño del nombre del grupo y del álbum es inequívoco. Pero entonces, ¿Qué pensarán, o en qué lugar quedan Marquitos y Lucky, dos de los tres componentes en los Rage actuales? A mí, desde luego, no me haría gracia. Pero oye, todos tenemos que llenar la nevera a fin de mes y, mientras se haga de forma honrada, cada uno es bien libre de hacerlo como quiera o pueda. Pero aún voy más allá. Recuerdo a finales de los 90, cuando dejaron sólo a Peavy (justo antes de la entrada de Victor y Terrana a la formación), leer una entrevista en la que Wagner dejaba en muy mal lugar a sus hasta en ese momento compañeros de aventuras, entre ellos Chirs, diciendo que se habían ido a montar una banda pop. Lo que es la vida y las vueltas que da… pero bueno, daremos al play sin prejuicios y esperando encontrar un vendaval de heavy metal.
Suenan los primeros acordes de “Summer’s Winter” y se despejan todas las dudas. El grupo se dedica a hacer lo que saben hacer (muy bien). Esto es Rage clásico pero en 2018. Rapidez y potencia, una guitarra a camino entre el heavy más clásico y el thrash más light y un estribillo melódico muy del gusto de Peavy. Nada mal para empezar. Sigue “The Man in the Ivory Tower”, el primer single y sigue la potencia aunque con algo más de melodía. Coge cosas de otros Rage. Tema para mover la cabeza al ritmo de la batería y que en director triunfará por todo lo alto. El aroma a lo que solían hacer es más que evidente. El tema que cierra el trío inicial, “Bleeding Inside” no aporta nada nuevo, cosa que en este caso no es malo: agresividad con un sonido muy crudo.
El inicio de “From the Ashes” es muy bueno, con un gran juego de hi hats de Chris. El tema no es de lo mejor del disco, pero tampoco desentona especialmente. Eso sí, el estribillo es Peavy 100%. Para el quinto puesto dejamos “Living on the Edge of Time”, con su misteriosa intro, quizá algo alejada de lo que solían hacer en los 80. Más pesada que el resto, coge algo de ritmo a la que avanza y el solo está más que bien. Con el título de “We Owe a Life to Death” abre el sexto tema. Con eso y un gran riff muy marca de la casa. La melodía vocal me recuerda a alguna otra canción de Rage, pero quizá de otra época, con algo más de melodía, recuerdo que refuerza la melodía que Peavy mete en el estribillo.
El álbum ya va de bajada en cuanto al número de temas, pero no en calidad. “Mind Over Matter” es puro Rage de los 80 en todo. Podría formar, perfectamente, parte de The Missing Link (1993) o Perfect Man (1988). “Let Me Go”, a pesar de tener ese sonido potente, tiene un humor muy propio del Peavy del escenario pero que a duras penas se suele escuchar en discos. El riff inicial, algún que otro toque melódico, especialmente en el estribillo… un tema divertido de escuchar. Unos punteos dan paso a “Hell Freeze Over” y estos, a su vez, a la potencia usual del disco y del grupo. Uno de los temas más rápidos y más power, algo a lo que no nos tenían acostumbrados. De hecho arriesgo y digo que hay algo, algo muy leve, de Edguy en el tema (ojo, cojamos estas cosas con pinzas, ¿eh?).
Decimos adiós con “Waterfalls” y sus casi ocho minutos. Sonidos de la naturaleza (tormenta, vamos), acordes dignos de un spa dan paso al tema más experimental del disco, al menos Rage de todos. En ocasiones la guitarra no me pega, como si le faltase más melodía, más calidez, pero es un gran tema a un tempo pesado, lento, pero un tema también lleno de melodía y riesgo. No sé si me acaba de pegar viendo los nueve temas restantes, pero gran canción para despedir.
Gran trabajo el del trío alemán, que retoman lo que dejaron a principios de los 90. No hay demasiadas sorpresas entre lo que esperaba y lo que he encontrado, quizá con la excepción del último tema, pero es que aquellos Rage me gustan mucho. ¿Y qué si es una apuesta claramente comercial? No son ni los primeros ni serán los últimos. ¿Te gustan, a ti? Si es que sí, no te pierdas el disco. Ahora queda esperar qué pasa con los Rage de verdad, con los de Marquitos, Lucky y el propio Peavy.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.