Crónica y fotos del Resurrection Fest - Celeiro (Viveiro), 4 de julio de 2019

Resurrection Fest (II): Reign in Water

Slayer - Foto Resurrection Fest

Datos del Concierto

Resurrection Fest

Bandas:
Slayer + Parkway Drive + The Addicts + Toundra + Gojira + Kitai + Bones of Minerva + Crystal Lake + Meltdown + Trallery + Lóstregos + Main Line 10
 
Fecha: 4 de julio de 2019
Lugar: Celeiro (Viveiro)
Promotora: Resurrection Fest
Asistencia aproximada: 18.000 personas

Fotos

Fotos por Oficiales Resurrection Fest

Las 12 de la mañana parecía una buena hora para levantarse con las pilas cargadas tras la Warm Up Party. El sol que entraba por la ventana prometía un día de calor, aunque la previsión meteorológica insistía en la posibilidad de tormenta. Hoy iba a ser uno de los días grandes para mí, con Slayer, Parkway Drive y The Addicts. Metal y punk unidos para ensanchar el alma. Nuevas bandas y auténticos clásicos. En mi habitual despiste mañanero -ya que no soy persona hasta tomar el primer litro de café-, al ver a Marta, pensé que se venía a ver a Lóstregos, pero luego me aclaró que acababa de llegar de currar y que se iba a la cama. A pesar de estar bajo el mismo techo, no volví a verla hasta el concierto de Lamb of God. Es en esos momentos cuando te das cuenta del trabajo que hay detrás de un festival, lo necesario para que todo salga bien y como, a pesar de no dormir mucho y tener los horarios cambiados, hay quien no pierde la sonrisa y procura hacer la estancia de los asistentes los más cómoda posible.

Habiendo llenado el buche y con el chubasquero metido en la mochila, volvimos de nuevo a la Resurrection Fest City. Una de las cosas que todos los años me llama la atención es ver unas colas tremendas en unos puntos de paso, mientras otras están vacías y los trabajadores tienen que indicar que pasen por ella; en el fondo somos animales de costumbres. Hoy el festival ya estaba a pleno rendimiento. Como todos los años, estaba el puesto de American Socks, que no seré yo quien critique los diseños de sus calcetines, pero desde luego estar todo el año sufriendo música infame, llegar al Resu y escucharla en uno de los puestos, debería tener algún tipo de condena. El Desert Stage, estaba parado en ese momento, y de fondo se escuchaba el concierto de Dawn of Extinction en la carpa del Ritual Stage.  Pocas novedades en los puestos. Volvía a estar Yamaha animando a todo el que quisiera a tocar y cantar para entrar en el sorteo, y el puesto de turismo de la Xunta junto con el de Fest Galicia. A la derecha, la zona de merchandising y, al final de la avenida, una enorme guitarra roja con los nombres de la mayoría de las bandas que estarían presentes en esta edición. Al llegar a ella el olor proveniente de la comida del Circle Meal se hacía patente a pesar de haber comido bien invitaba a una tentadora visita que decidimos posponer.

Como el concierto de Dawn of Extincion, estaba llegando a su fin, decidimos ir al Ritual Stage, en el que daría comienzo el concierto de Lóstregos. He de decir que se me hace raro ver un concierto de Black Metal en pleno día y bajo un sol de justicia, pero Lóstregos es una banda que tenía ganas de ver en directo. La puesta en escena de la banda era sobria: Un telón de fondo con el logo de la banda, una bandera del Reino de Galicia y unas imágenes de petroglifos que adornaban la caja de conos de los amplis. Pero esa sobriedad se convirtió en una atronadora descarga en cuanto salieron al escenario. A pesar que el sonido no era muy bueno y la banda era poco conocida entre los asistentes, no tardó la gente en reunirse frente al escenario, atraídos por la rabia que la banda suelta en directo. Y es que los coruñeses lograron envolver a los presentes con su magia pagana y fueron creando nuevos fans a cada riff que interpretaban. Media hora escasa de concierto, para una banda cuyos temas suelen durar entre 8 y 15 minutos, se antoja bastante poco, y dejaron a los asistentes con la miel en los labios cuando se despidieron a grito de: “¡Viva Galiza ceibe!”

Ahora tocaba dirigirse al Main Stage, donde comenzaba la descarga thrasher de Trallery. Salieron los mallorquines a las tres de la tarde, cuando el sol más apretaba y las cervezas parecían durar menos de lo habitual. «Scavenger Crow» fue el tema con el que abrieron el show en el que básicamente presentaron su último trabajo de estudio: Spiritless (2016). La ejecución de los temas fue óptima, a pesar del sonido del Main Stage, que durante todo el festival estuvo bastante más bajo que el resto de los escenarios.  Desde el principio la banda entro en comunión con el público, que ya formaba los primeros circle pits del día. Siguieron encadenado temas de su segundo trabajo, como «Spiritless», «Evil Pride» y «Unknown Confusion». Trallery demostraba que es una banda para estar más arriba en el cartel. Su trash metal machacón y acelerado deja claro por qué esta banda se pasea por Europa cosechando éxitos. «White Shadow», fue el único tema de su primer disco que interpretaron, justo antes de cerrar de manera apoteósica con «Hunt to Kill». Sin duda, Trallery tienen un gran futuro por delante y los allí presentes fuimos testigo de cómo acababan de demostrarlo.

De nuevo volvía la actividad al Ritual Stage. Esta vez se trataba de los vascos Meltdown, cargados de metalcore. La banda que acaba de fichar por el sello norteamericano Stay Sick Records, ya había demostrado que estaban aquí para comerse el mundo con su brutal segundo trabajo From this Day to the Grave, que salió del horno a principios de año, el cual venían a presentar a Viveiro. El concierto empezó con mal pie y así continuó. El sonido de P.A. sufrió varios cortes, privando a los asistentes de escuchar a la banda, más que con el sonido de la banda a pelo. Pero Meltdown tienen sangre de metal y no por eso se achantaron, dejaron de tocar o pasaron del show. La banda siguió tocando, si cuadra con más rabia y entrega y eso se notó, con el consiguiente premio de los asistentes que los ovacionaron en cada momento. ¿Alguna vez habéis visto un brutal mosh en un festival sin que se escuchara el ride de P.A.? Pues eso lo vi en el concierto de Meltdown y es que solo los que actúan como grandes, están llamados a ser grandes. Cuando dijeron al público que iban a gravar su próximo vídeo en el concierto, hubo quien dijo que no eligieron buen día, pues bien, se equivocaba, no hubo día mejor a pesar de los fallos de sonido en los que disfrutar de Meltdown descargando “Death is a Promise”, “Rip Out My Eyes”, “Oxymoron” o “Gear” entre otros.

Meltdown – Foto Resurrection Fest

Como esto es un no parar, en el Main Stage comenzaban Cane Hill, mientras que en Ritual llevaban un tiempo sonando Catorce. Ante la duda opté por los estadounidenses, que era la primera vez que pisaban suelo estatal y tenía especial ganas de verlos.  Too Far To Gone (2018), fue un disco que me había entrado bastante bien, lo cual es raro en mí, teniendo en cuenta que no es que me guste precisamente el nu metal. Cuando la banda abrió con «(The New) Jesus», ya apreciamos que lo que sonaba en el estudio no era pura casualidad. La calidad de la banda es muy buena y además el sonido acompañó esta vez. Siguieron con «Lord of Flies», «10 ¢», «Ugly Model Mannequin», con un setlist casi clavado a Live from Bible Net (2018), el directo que lanzaron a finales del año pasado en formato digital y edición limitada en vinilo. La única diferencia fue la inclusión de «Gemini» y la supresión de «Why» y «Erased», para poder ajustar bien el repertorio a la media hora de la que disponían. Quizás fue la falta de sorpresas lo que me llevara a una sensación de monotonía, que quizás no fuera compartida por parte de unos asistentes que prácticamente no se movían ni intentaron hacer un pequeño mosh.  30 minutos fueron suficientes para dejar patente que son unos grandes músicos y una banda cohesionada en el escenario, pero también para mi fue el tiempo justo para no pasar de la monotonía al aburrimiento.

Cane Hill – Foto Resurrection Fest

El sol seguía brillando y las cervezas se hicieron necesarias para apaciguar el calor y la deshidratación. Así que mientras empezaba el bolo Kause 4 Konlikt en el Ritual, lentamente nos dirigimos al Chaos Stage¸ donde en 5 minutos comenzaría la descarga de los mallorquines Main Line 10.  Entrar en la carpa del Chaos es sinónimos de ponerse los tapones en los oídos si no quieres acabar con acúfenos. El sonido nunca ha sido bueno en ese escenario, probablemente debido a estar cubierto, pero es algo que se olvida en parte gracias a que es el único sitio donde puedes estar a la sombra.  Main Line 10 era otra de las bandas a las que le tenía muchas ganas en directo. Hacen un punk rock divertido, cuidando mucho las voces y que me recuerdan a bandas como The Offspring o Bad Religion.  Como era de esperar, salieron como un ciclón, tanto que mi colega Blas me tuvo que parar, ya que sin darme cuenta me iba al medio del pogo y uno ya sabéis que no está en condiciones todavía.  Cuando una banda se divierte en el escenario se nota y nos contagia a los que estamos abajo. Durante 45 minutos desgranaron los temas de su último trabajo, The Fox (2018) sin olvidar repasar Sharks (2016). Uno de los conciertos más divertidos del día, a pesar de la habitual bola de sonido de este escenario.

Con el cuerpo cargado de punk, tocaba volver a elegir donde ir. Crystal Lake hacía un rato que ya habían empezado a tocar en el Main Stage. No era la primera vez que veía a los japoneses, que esta vez venían con su nuevo trabajo, Helix (2018), bajo el brazo, pero Blas insistía en ver a Bones of Minerva¸ que empezaban el Desert Stage. Así que la decisión fue salomónica, ver un poco de cada. Según nos acercábamos, se escuchaba el poderío con el que sonaba «Aeon». Lo cierto es que esta gente son unas auténticas bestias en el escenario.  Seguidamente tocaron «Agony», tema también incluido en su nuevo trabajo a mitad del cual le dije a mi colega de marcharnos a ver a Bones of Minerva y no fue porque no me estuvieran molando, si no porque miré al cielo y hay señales que un gallego entiende a la perfección.

Crystal Lake – Foto Resurrection Fest

No conocía Bones of Minerva, pero el Desert Stage está al lado de la zona de merchandising, que está cubierta. Cuando llegamos a la zona del concierto, este cuarteto madrileño, integrado solamente por mujeres que tocó en el Resu, estaban haciendo la delicia de sus fans. No es un estilo de música que precisamente me guste, pero había mucha gente congregada para escucharlas. Cuando estaban interpretando «Madre», tema que desconocía pero que nunca olvidaré, ocurrió lo inevitable: Los cielos se abrieron y la previa del diluvio universal cayó sobre Viveiro. Por suerte estaba a dos pasos de refugiarme en la zona de merchandising hasta que la cosa parara. Ni que decir tiene que la zona del mercadillo se llenó de gente y, para que os hagáis una idea de como caía, hubo gente que abandonó su cerveza llena para poder correr más rápido. El caso es que tardó más en amainar de lo que parecía y cuando lo hizo tiramos dirección al Chaos Stage¸ para ver a Kitai. Fue una pena, porque si hay algo que me gusta es descubrir bandas que desconozco en directo, pero seguro que habrá otra oportunidad.

Bones of Minerva – Foto Resurrection Fest

Ya en el Chaos Stage, el personal de protección civil me ayudó amablemente a subir a la zona de personas con movilidad reducida, porque esa rampa de acceso resbalaba un poco con la lluvia y una mala caída podía devolverme al hospital. Creo que nunca me cansaré de agradecerles la labor que realizaron. Así, sentado y bajo cubierto veía salir al escenario a los madrileños Kitai y al momento caí en que era lo que estaban todo el día tocando en el stand de Yamaha, su patrocinador. Pero tocar tanto tiempo seguido, no es nada para esta banda que batió el año pasado el Record Guiness, tocando 24 horas seguidas, una auténtica hazaña. La fuerza que desprende Alexander en el escenario es algo que no suele ser habitual. Ya desde la apertura del bolo con «Fuego en la radio», esta banda de “pirómanos” demostró por qué estaba allí a pesar de ser un estilo poco habitual en el festival. Muchos de los que allí se refugiaban de la lluvia descubrieron encantados a esta banda que sabe mezclar perfectamente géneros bajo las ordenes indiscutibles del bajo.  La carpa fue muy agradecida con el sonido, que hizo saltar sin parar a los asistentes. En la recta final del concierto invitaron al rapero Fyahbwoy, para interpretar «Condenados», último single de la banda en el que colaboran, además de este tema siguió con la banda para interpretar «Killing in the Name», de Rage Against the Machine con un impresionante wall of death por parte del personal.  Fue aquí donde dejamos el concierto para acercarnos a ver a Gojira.

Kitai – Foto Resurrection Fest

Ayudado una vez más por el personal de Protección Civil, conseguí bajar la rampa sin romperme la crisma. Una fina lluvia caía y ahí fue donde Blas dijo lo que para mí sería la frase del festival: “Esto no es nada, para enseguida”. Solo os diré una cosa, si alguna vez le conocéis, nunca le hagáis caso cuando haga predicciones meteorológicas. Marchamos pues cara al Main Stage, con nuestros chubasqueros como única arma. Yo decidí pasarme a la zona de prensa a intentar cargar el móvil e intentar ver el concierto un poco protegido desde el Pandemonium. La primera de las misiones fue conseguida con facilidad, ya que la zona de prensa está perfectamente equipada, pero a la hora de acceder a la zona del Pandemonium desde la que se ven los conciertos, hay unas sombrillas que algo libran de la lluvia y además te puedes tirar tu propia caña de cerveza, me di cuenta que me enfrentaba ante el peor de mis enemigos: ¡Una escalera mojada! Como os podéis imaginar, no fui capaz de superar tal barrera, así que mis planes iniciales volaron. Así que tuve que ver a los franceses bajo ese calabobos que no era más que un precedente de lo que se avecinaba.

De nuevo en la plataforma habilitada en el Main Stage, donde estábamos unos cuantos, con Gojira enfrente de nosotros. Una de mis compañeras de plataforma se dirigió a mí diciendo: “¿Crees que tocarán muchos temas de Magma (2016)? Espero que no.”  Habían empezado el concierto con «Oroborus» seguido de «Backbone», lo que prometía tralla salvaje,  y en ese momento estaba sonando «Stranded». Obviamente, Magma fue el disco del que más temas interpretaron, pero el problema de Gojira en este concierto no era la cantidad de temas que tocaran de un álbum u otro, si no lo que yo llamo la “magmaficación” de Gojira. Con Magma, el estilo de Gojira ha cambiado para hacerse más atmosférico y pesado, cambio que afecta a todos los temas de su repertorio independientemente de la época en la que fue grabado. La banda que teníamos en frente no es la misma que reventaba el escenario en el 2014.  Gojira puede gustar o no gustar, pero lo que nunca me esperaba de ellos era un concierto aburrido. No sé si la banda estaba cansada, pero desde luego no estuvieron al nivel que se les suponía. El sonido tampoco los acompaño mucho, como venía ocurriendo en este escenario,.Volvía a estar demasiado bajo. Aún así, la gente quería ganas de fiesta, y no paraba de realizar crowdsurfing y tratar de interactuar con la banda. Siguieron cayendo temas imprescindibles como «Flying Whales», «Terra Inc.» o «L’Enfant Sauvage» para cerrar estirando «Blow Me Away You – Niverse» hasta el infinito.  Un final de concierto tan insípido como el propio concierto.

Gojira – Foto Resurrection Fest

Le tocaba el turno ahora a Toundra. Tenía curiosidad por saber como adaptaría esta banda sus temas a un concierto de estas características. Abrieron como abren su nuevo álbum, «Intro Vortex» y «Cobra».  No hizo falta más para saber que no habría adaptación alguna, tocarían sus temas tal cual fueron grabados e incluso alargando la duración de alguno. Para una banda que no hace precisamente temas cortos, le bastaron 6 temas en su repertorio para cubrir el tiempo. Los madrileños ejecutaron los temas con una precisión milimétrica, el estilo instrumental que realizan en parte se lo pide, pero también es cierto que pueden parecer distantes y desconectados del público, pero las nuevas generaciones quieren saltarse las reglas, así los Resukids tomaron el escenario durante parte de su actuación. Seguro que a más de un padre emocionado se le caería la lagrimilla y guardaría para la posteridad con su móvil el día que su vástago compartió escenario con Toundra.  Como ya dije, pocos temas pudieron tocar: «Cruce Oeste», la premonitoria «Cielo Negro», «Tuareg» y como colofón nos regalaron «Ara Caeli». Pocas palabras y muy buena música la que nos dejaron estos madrileños, además de ganas de algún que otro tema más.

Toundra – Foto Resurrection Fest

Terminado Toundra, esperábamos todos que salieran Slayer al Main Stage. El caso es que la banda no salía y las gotas de lluvia empezaban a caer cada vez más gruesas. A pesar de esto, la gente seguía inmóvil para ver la despedida de una de las más grandes bandas de thrash metal de la historia. A lo lejos se escuchaban truenos, que cada vez se notaban más cercanos y al personal le vino a la cabeza AC/DC y empezaron a corear «Thunderstruck».  Pero la cosa no tenía buena pinta, la lluvia cada vez era más fuerte y los rayos cada vez más cercanos. En las pantallas gigantes, situadas a los lados del escenario, aparecían indicaciones de como actuar en caso de tormenta. Con el retraso acumulado, exceso de agua y teniendo en cuenta que estaba apoyado en una valla metálica, decidí desaparecer y refugiarme en la zona prensa. A pesar de llevar chubasquero, en el trecho que lleva  desde la zona de movilidad reducida, que está al lado de las torres donde están los técnicos de sonido, hasta la zona de prensa, que está en el Pandemonium, fue suficiente para calarme hasta los huesos. La zona de prensa en ese momento parecía un bunker de refugiados y fuera la lluvia era cada vez más intensa,  hasta que por fin aparecieron en las pantallas el anuncio de que  se suspendía temporalmente el concierto por tormenta eléctrica. La incertidumbre sobre si se suspendería o no era total, y para ser sinceros la mayoría pensábamos lo peor. Mi colega Blas, que fue a refugiarse fuera del recinto, me comentaba que los autobuses se marchaban con gente y muchos otros estaban en el Resucamp a la espera de noticias. Tal como estaba cayendo, por mucho que me guste Slayer y a pesar de tener que  realizar la crónica del concierto, no sería yo el que saliera fuera, además teníamos visión escorzada a una de las pantallas, por lo que dentro de lo malo podríamos seguir el concierto sin arriesgar la vida.  No sé la cantidad de rayos que pudieron caer sobre Viveiro  esa noche, pero lo que si sé es que cuando apareció en las pantallas el aviso de que la tormenta se estaba alejando, la sensación de victoria fue absoluta, así que cuando se volvieron a escuchar las primeras pruebas de sonido, cojeé de nuevo hasta la plataforma, donde ahora había menos de la mitad de gente que cuando la dejé y en cuanto puse mis posaderas en la silla de madera terminaba de sonar la grabación de  «Delusions of Saviour», que soltaron a modo de introducción para rompernos el alma con «Repentless». Fue un detalle que esperaran a que llegara a mi sitio para empezar, jejeje. La gente explosionó en un grito único. Si estaban allí después de todo lo que había ocurrido es que querían a Slayer y lo querían esa noche, y la banda lo sabía, ni la tormenta los detendría. “Puta humedad”, fueron, de hecho, las primeras palabras que el señor Tom Araya espetó a todos, y a las que el personal reaccionó positivamente. Y tenía razón con esa frase, porque durante todo el concierto no paró de llover ni un solo segundo, pero a todos nos daba igual, queríamos despedir a Slayer  a lo grande.

La puesta en escena que trajeron fue bastante clásica. Dispusieron de 3 telones, cada uno de los cuales caía y dejaba ver el siguiente, con referencias a distintas épocas de la banda. Además, trajeron multitud de cañones de fuego que disparaban rítmicamente, los que se agradecía cuando te llegaba su calor, porque a la lluvia se había unido también el frío. No trajeron nada más y no necesitaron más. Claro que traían luces, pero eso se sobreentiende, ¿no? Todos sabemos que un concierto de Slayer consiste en una brutal descarga de temas consecutivos, pocas palabras y mucho headbanging.  Nunca supe como unos tíos que dan tanta caña pueden llegar a ser tan tranquilos en el escenario.

Slayer – Foto Resurrection Fest

El escenario principal que montaron este año, es sin duda uno de los más grandes que he visto, incluso más grande que el que le pusieron a Rammsteim, pero Slayer  lo llenaba de sobra con su actitud. Kerry King, estuvo mejor que nunca. Con la perilla que casi le tapa las cuerdas de la guitarra y las cadenas que deben pesar lo suyo, mantiene no solo su imagen icónica si no también su saber hacer. Continuaron la descarga con «Postmortem», «Hate Worldwide»,  que cada vez que la escucho me suena un tema más poderoso y «War Ensemble»,  un temazo que no ha envejecido en absoluto.  La imagen de Tom Araya,  con las melenas y las barbas al viento, cantando al tiempo que los rayos seguían iluminando el cielo, fue algo realmente épico. Viendo lo que había en ese momento sobre el escenario, no me podía creer que era el final. Araya y King¸  no parecen dos jubilados que se retiran. Esa fuerza, ese saber metalero no puede acabar. Pero no es el momento de pensar en eso, no, mientras suenan «Disciple» y «Mandatory Suicide».

Slayer – Foto Resurrection Fest

Durante el concierto, por alguna razón me vino a la memoria el finado Jeff Hanneman, quizás pensé que debería estar presente, aunque fuera en la memoria, pues sin el Slayer no sería lo que hoy es. Pero también sé reconocer que el trabajo de Gary Holt, está a la altura de la banda. «Born to Fire», «Seasons in the Abbys», «Hell Awaits» fueron los temas que siguieron, mientras King  y Holt se intercambiaban posiciones de un lado a otro del escenario, al tiempo que a lo lejos se seguían viendo rayos y el fuego inundaba el escenario una  y otro vez. Estos es metal, cuatro tíos con sus instrumentos que no necesitan nada más que su música para llegar a lo más alto y tener al público entregado. Las gotas de lluvia seguían cayendo, al igual que los temas de la banda.

Slayer – Foto Resurrection Fest

En este momento me fijé en la gente y pude comprobar como muchos de los que faltaban al inicio del concierto habían vuelto de su refugio. Los 45 minutos de retraso obligaron también a realizar un concierto más corto y más intenso y eso se notaba. Casi no había respiración entre tema y tema. «South of Heaven» y «Raining Blood», con la que hubo un apoteosis entre el público. Esta vez no hacían falta efectos especiales y es que la canción se había escrito para este momento, aunque no lo sabían. Con ella el  ultimo telón cayó, y ahora eran varios telones largos hasta el suelo y estrechos, con el clásico águila sobre el pentagrama, los que hacían de custodios de todos los que estábamos en esa liturgia. Sabíamos que estábamos en la recta final, por eso saboreábamos cada riff  como si fuera el último. Siguió  «Black Magic», «Dead Skin Mask»  y como fin de fiesta «Angel of Death».

Rayos sobre Slayer – Foto Resurrection Fest

La ovación del público fue unánime y la banda saludaba agradecida, repartían púas y baquetas y hasta Tom Araya sonrió. Las luces se apagaron, pero allí no se marchaba nadie, ni siquiera empezaba el siguiente concierto programado. Tom Araya  estaba en pie, solo, mirando a la gente visiblemente emocionado. Sabíamos que se había acabado, pero nos negábamos a creerlo con Tom encima del escenario. Varios minutos duró el silencio, hasta que por fin sacó fuerzas para dirigirse a los que allí estábamos con un sentido: “Les echaré de menos”. No había mejor agradecimiento que el gran aplauso que se llevó a cambio.

Llegaba la hora de volver a la realidad y esa realidad era que estaba empapado hasta los huesos y no sabía nada de mi colega. Estaba tan mojado que casi ni podía escribir en el móvil para quedar. En el Ritual Stage ya empezaba el concierto de Leo Jiménez. Para nosotros, hora de secarnos y  cambiarnos de ropa.  Además de Leo, todavía quedaban Parkway Drive¸ The Addicts  y Bathuska,  así que la intención era volver. Pero, como ese día no era día de que los planes salieran bien, al  igual que las escaleras del Pandemonium,  encontré otro enemigo creado por la lluvia, que no era otro que el barro y los charcos.  Mi llegada hasta la explanada principal fue toda una odisea, incluyendo pasar por un pequeño riachuelo formado por la lluvia, que si para todos era dar un paso, para mi, que estoy lleno de metal,  era cruzar el Amazonas,  pero conseguí pasar y llegar hasta el coche, no sin tener que apoyarme varias veces en mi colega para evitar irme de bruces. Así que vista la situación, decidimos muy a nuestro pesar  que lo más seguro para mi sería volver al día siguiente, que aún quedaba mucho festival.

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Sobre Isidro Rajo Parga 21 Artículos
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