Soy de los que nunca llegó a estar muy convencido de la propuesta de Rise Against y… ¡bueno! en cada disco y en cada concierto más me convencen de que es una de las bandas que mejor saben trabajar la comercialidad con el mensaje, el llevar lo comprometido de la lucha de clases, la defensa acérrima de sus ideales o el darle un acabado final al producto para todos los públicos. Su punk rock de infecciosos estribillos les sobrevivirá y este Nowhere Generation es el perfecto ejemplo de cómo agitar las influencias de décadas atrás y el darles un lavado de cara tan actual como efectivo.
Menuda colección de himnos capaces de enganchar desde quinceañeros, a fans de Offspring o a punkies de manual. A las grandes canciones hay que añadirle muchos destellos técnicos, la espectacular voz de Tim McIlrath y un excedente de ideas compositivas que conforman un disco directo, muy entretenido, y capaz de demostrarte que están un peldaño por encima de las muchas bandas del estilo. Se han tomado su tiempo a la hora de componer y la pandemia les ha dado ese plus para jugar con acabados y arreglos. El resultado es brillante…muy comercial, pero brillante.
Sorprende la gran calidad de algunos singles que siguen supurando por los cuatro costados Rise Against. Probablemente era el momento de no hacer experimentos y volver a contar con ese dueto de productores habituales: Bill Stevenson y Jason Livermore. No es baladí que interrumpan la marsellesa para atacar un “The Numbers” rotundo. Inmenso himno con coros californianos 100% Bad Religion y muy definitoria de su estilo y mensaje. Estamos ante un himno de los que hacen afición.
Otra de las que brillan con luz propia y que va a quedar como fija en toda descarga es el tema que da título al disco: “Nowhere Generation”. Puedes imaginártelo perfectamente en una gran arena con miles de personas cantando este himno infalible a medio tiempo con intro a acústicas. Además, la letra es excelente, directa y con muy buenas metáforas. El primer single fue “Broken Dreams, Inc.”, un corte más efectista que brillante, buscando el mensaje de que “seguimos en pie y no hemos cambiado”. Sí que luce la guitarra de Zach y la inmensa voz de un Tim, que aquí está de cine. Bueno… en todo el disco, es el cantante perfecto para el estilo.
El cuarto single es “Talking to Ourselves”, introspectivo y reflexivo mensaje en las letras si bien volvemos a los terrenos confortables y seguros del combo de Chicago. Todo en su sitio, todo funciona… aunque para un servidor no llega al alto nivel de las anteriores. Sin embargo, es ampliamente disfrutable. Todo el disco lo es. El gran logro de esta obra es que la serie media, o el mal-llamado relleno, aquí no es tal.
A golpe de riff y marcado tiempos inician un “Sudden Urge” con una línea vocal muy enfocada al pop. Otra vez Tim la saca a flote con excelencia deambulando por terrenos cercanos a los Green Day más actuales, pero siempre con ese toque Bad Religion que les hace grande. Sabiamente Zach Blair muscula la canción con detalles más contundentes e incluso metálicos. Joe Principe y Brandon Barnes aportan pegada en una base muy presente y con mucho groove.
Lo más cercano a una balada lo encontramos en el ecuador del disco, concretamente en “Forfeit”, con arreglos bellos y acústicas. Lucimiento vocal y orquestaciones que ponen el vello de punta en uno de los momentos culminantes de la obra. A pesar de que hay temas que no han entrado (todavía) como singles, hay material muy logrado y “Sooner or Later” es una de esas en la que todo brilla. Es tan melódica como adictiva y posee ese algo que siempre ha logrado Rise Against.
“Rules of Play” es el tema que cierra el disco, pero es otro de los más notables. Momentazo de directo y estribillo de puño en alto con batería cruda de base y puro punk rock melódico efectivo y efectista. Podría ser un single para cualquier grupo del estilo… ellos la relegan a la última plaza. Luego está “Monarch” les postula como herederos directos de Bad Religion con ese plus de seguir sonando como ellos suenan.
Protagonismo para batería y bajo en “Sounds Like” a la vez que meten el marcado riff protagonista y Tim demuestra todos sus puntos fuertes como vocalista. Queda hablar de “Middle of a Dream”, otra píndola de “más-de-lo-mismo-bien-llevado”. Los grandes discos quedan marcados por la serie media, por lo que esto es un reflejo de las posibilidades y méritos del grupo en esta entrega. Canción candidata a directo sin paliativos.
Inmensa colección de temas que dan forma a un disco pensado, trabajado y que, a diferencia de otros, ha tenido el plus de tiempo de madurez que ha aportado la pandemia. Creo que en un futuro los discos de esta época se analizarán por los muchos arreglos y detalles que permitió el “Stop mundial”. Fue un bien colateral. Creo sinceramente que va a ser uno de sus discos más emblemáticos del grupo. Son Rise Against jugando con lo mejor que saben hacer y entregando una de sus obras más redondas hasta la fecha. Hay hasta cinco temas capaces de quedar como perpetuos en su legado, lo cual no está al alcance de muchas bandas actuales.