Shi puede tener muchos significados en japonés, pero solo tres de ellos creo que aplicarían en este caso. Puede significar «cuatro» (por eso de ser el cuarto trabajo de la banda; segundo largo tras sus dos primeros EP’s), pero también puede significar «muerte», y dada la más que clara relación entre Rise of the Northstar (ROTN) y todo lo que huela a samurái, me decanto por esta segunda acepción de la palabra; no olvidemos que el tema de la muerte tiene una importancia central en la filosofía y cultura sumarái. Pero shi también es el nombre de uno de los Legendarios Seis Samuráis, Shi En, el personaje alrededor del cual gira todo este trabajo.
Pero, ¿qué tienen que ver estos franceses con la cultura popular nipona? ROTN es una formación francesa (París, Île-de-France) de hardcore que basa toda su música, y como habréis podido comprobar en sus videoclips y actuaciones en directo, en temática japonesa. Dejan muy claro que les encanta Japón y no solo por todos los elementos friki/otaku con los que nos bombardean en sus vídeos, si no también su cultura e idioma.
Distrito de Shibuya, Tokio, Japón. Inicios de los años 90. Dejaos invadir por el sonido de las monedas que caen en el interior de los arcades, por las luces de los pachinkos (sistema de juegos muy similar al de los pinballs) y, en general, por el animado distrito de Tokio. Todo ello ha alimentado la inspiración musical y el universo visual de este grupo de sucios furyos (prisioneros de guerra), burros hasta la médula, que tanto prosperan y abundan en los manga shōnen. Su música, al igual que los anime y manga shōnen, se caracteriza por contener grandes dosis de acción.
Pero no solo la cultura nipona ha marcado a la banda. Los cinco miembros de la banda han sido testigos de la edad de oro que ha presenciado el nacimiento y la expansión global del hip hop americano, del potente groove metal de bandas como Machine Head y Pantera, del NxYxHxCx de Cro-Mags, Sick of it All o Madball (con quienes ya giraron por Europa en el año 2015) y de las vibraciones e infecciosas variaciones de bandas como Rage Against the Machine, Korn o Deftones. ROTN es la fusión de esos dos mundos: mensajes de esperanza, valentía y venganza difundidos por los personajes clásicos del Manga de los 80, como Kenshiro, Seiya o Kawato, que se presentan ante los oyentes a través de un letargo de movimientos y de un flujo destructivo de palabras.
La banda lanzó su primer EP titulado Tokyo Assault en enero de 2010, y un segundo, Demonstrating My Saiya Style, en julio de 2012. En 2014, la banda fichó por Nuclear Blast y lanzó su primer álbum de estudio titulado Welcame. El álbum que hoy os traemos se empezó a gestar el pasado año 2017 y el proceso de creación llevó a la banda a reflexionar sobre cómo llevar adelante su concepto, musical, lírica y visualmente hablando. Para ello la banda se desplazó hasta el Silver Cord Studio de Brooklyn, Nueva York para grabar con el mismísimo Joe Duplantier, vocalista y guitarrista de los titanes galos Gojira. Todo muy «japo» si te paras a analizarlo por unos instantes…
Si viajar a Japón siempre fue nuestro objetivo, grabar un álbum en Nueva York, una de las ciudades más influyentes del mundo, con la producción de Joe Duplantier, es un gran desafío. Estamos aquí para mejorar nuestra combinación de metal y rap y para llevarlo al siguiente nivel. Cada rincón de esta ciudad es un espejo visual del grosor de nuestro sonido. Vamos a empaparnos en Brooklyn y volveremos a sudar.
El resultado de este combo de la muerte es toda la colección de aplastantes canciones que veréis a continuación, donde la propia mezcla de hip hop y metal de la banda, que da como resultado ritmos tan reconocibles como los de sus tres temas de adelanto («Here Comes the Boom» (o «Sound of Wolves v2.0», como a mí me gusta llamarla pues su estribillo es un calco al de la canción de su segundo EP), «This Is Crossover» y «Nekketsu»), se funde con una pesadez más oscura y de menor tono en temas como «Kozo», «Cold Truth» o «Teenage Rage». Y todo ello traído hasta tus oídos, querido oyente, gracias a la aplastante y orgánica producción del bueno de Duplantier. Entre franceses anda el juego.
ROTN es probablemente una de las bandas de hardcore más interesantes en la actualidad. Lo que comenzó con dos soberbios EP’s, continuó con su primer larga duración, Welcame (2014), y toda esa rabia ahora fluye hacia su segundo LP The Legacy of Shi (2018). El hecho de que los franceses sepan cómo funciona el marketing contemporáneo puede verse claramente en toda la parafernalia que rodea a la banda, que hace que la fascinación por estos galos sea quizá algo exagerada. No nos engañemos: estilísticamente no han inventado nada, pero esa fuerte influencia de Japón en sus quehaceres diarios hace que, casi inevitablemente, el oyente quede atrapado buscando pistas sobre qué misterio se oculta tras sus videos y canciones.
El sonido de este The Legacy of Shi se mantiene fiel a las raíces de la banda, y lleva al oyente a experimentar situaciones de la vida real representadas líricamente por referencias de ficción inspiradas en la cultura japonesa. Habla, por ejemplo, sobre la superación del drama personal («Step by Step») y cuenta la historia del personaje central, Shi. En pistas como «The Awakening», «Kozo» y «All For One», uno sigue la historia de Shi, desde su despertar hasta su evolución como un espíritu que toma posesión de un huésped humano.
La canción “Kozo” es un ejemplo perfecto de todo esto que comento. Es un pesado medio tiempo en el que el vocalista Vithia y una segunda voz baten versos a través de unas rimas infantiles, casi banales, que dejan entrever, una vez más, que el nivel de inglés del cantante es cuanto menos preocupante (dicen las malas lenguas, los Sálvame Deluxe del Metal, que no habla ni papa de inglés y que se limita a memorizar las canciones), pero sin llegar a los niveles preocupantes de un Mariano Rajoy en tanga esnifando coca en yates ajenos. Yo les sugeriría que se lanzaran al río y que fueran un poquito, solo un poquito más allá, en sus miras musicales. ¿A quién más se le ocurriría la idea de combinar hardcore con lo nipón y, para colmo, organizar una gira por Japón completamente por su cuenta? La respuesta es clara: a nadie. Eso ya lo han hecho y fueron los primeros en hacerlo; que más da copiar (un poquito) de los que saben de qué va el cotarro.
Totalmente retorcida es “Teenage Rage”, que se mueve entre el impecable hip hop francés, revelando al mismo tiempo las raíces de la banda, y la brutalidad de los suburbios. “Step by Step” cita inmediatamente sus gloriosos comienzos nu metaleros, y aquí destaca el parecido con los primeros Linkin Park. Pero a medida que avanza la pieza, llega su parte más aggro, gritos pandilleros (marca de la casa) incluidos, riffs en masa y buenas melodías que siguen sacando a Pantera del armario… y a unos primigenios Suicidal Tendencies, pues el riff que se oye hacia el final es 100% “You Can’t Bring Me Down”.
En “This Is Crossover”, el nombre lo dice todo, pues el tema hace que te metas furtivamente en las calles de Brooklyn de los años 80. Guitarras que te bombardean y te disparan sin compasión directo a la sien. Sin duda, uno de los mejores cortes del ábum. Y sin bajar prácticamente el nivel, más bien manteniéndolo, llega “Cold Truth” y esos “Hu hu” del estribillo que se me antoja sonarán apoteósicos en vivo, y ese guiño a los raperos Lil’ Bow Wow y Snoop Dogg con ese “Bow-wow-wow-yippie-yo-yippie-yay” inicial. También con mucho jugo llegamos a “All For One”, que te mete de patitas en un cuadrilátero y arrasa a la competencia en lo que es un verdadero huracán de canción. “Furyo’s Day” no me parece tan fuerte como sus predecesoras, y lo mismo sucede con la que da título al álbum, “The Legacy of Shi”. Están bien, sin más.
Una escucha obligada para cualquiera que sea fan del crossover y del hardcore neoyorquino de hace un par de décadas. Aún teniendo alguna pequeña laguna, The Legacy of Shi es un buen álbum, divertido y muy ameno. Es agresivo, memorable y suena de muerte. ¿Qué más se les puede exigir a parte de que Vithia aprenda inglés de una puta vez?
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.