Después de un fin de semana en el que empalmé el bolazo brutal de Kataklysm e Hypocrisy con dos días en el Iberian Warriors Metal Fest de Zaragoza, lo que me pedía el cuerpo, sinceramente, era irme directamente a dormir. Pero esas necesidades vitales, acostumbradas a sufrir a menudo el más masoquista de mis desprecios, deberían esperar un poquito más a verse satisfechas, ya que en este noviembre de locos repleto de conciertos de nivelón casi a diario (y muchos de esos días, más de uno), se había encaprichado en querer alargar mi pequeña (y bendita) agonía de cansancio con la visita de los polacos Riverside a la sala Salamandra, y así empezar la semana con buen pie (y pocas horas de sueño).
Y es que cualquier concierto de los chicos de Mariusz Duda es (o debería ser, insensatos) una cita poco menos que ineludible. Su capacidad para reflejar de forma insultantemente fiel las atmosferas y la melancolía que transmiten disco tras disco sobre un escenario es fascinante, y por ello sus actuaciones suelen contarse como memorables, sobretodo si te pillan en un día un poco tontorrón. Además, su nuevo disco, Wasteland, supone una nueva vuelta de tuerca en su dirección musical, y esa crudeza que se refleja en cada surco me ha atrapado del todo y me llenó de ganas de ver como sonaría en directo.
Antes de meternos al lío, un inciso: aunque siempre ha estado en el circuito, claro, me da la sensación que últimamente la Salamandra está albergando más y más conciertos, convirtiéndose en sala de referencia y tomando quizás el lugar que solía ocupar una sala Apolo casi relegada al ostracismo metalero durante esta temporada. En realidad, y a pesar de que me va realmente muy muy mal a nivel de ubicación, este recinto cada día me gusta más, con un sonido habitualmente muy bueno, unas luces magníficas (las mejores de Barcelona, para mi gusto), un escenario alto con excelente visibilidad y un espacio tras la barra en el que la gente que tenga ganas de darle al pico pueda hacerlo sin dar por saco a los demàs. Ahora, además, han instalado un foso que convierte el trabajo de un fotógrafo mediocre como yo en mucho más cómodo, tanto para nosotros como para el público. ¡Bravo!
Mechanism
Aunque cada vez hay más giras con teloneros de empaque que actúan como reclamo por sí solos, en este caso no hay duda que los también polacos Mechanism tenían la única y exclusiva misión de hacer tiempo antes de que salieran los grandes protagonistas de la noche. A ver, no me malinterpretéis: su corta descarga de rock alternativo con toques progresivos (y una inevitable retirada a los cabezas de hoy, ciertamente) fue elegante y entretenida, y el cuarteto, encajonado y forzosamente estático en los pocos espacios que quedaban libres entre los trastos enmantelados que esperaban la salida de Riverside, lo hizo más que bien y, lo que es más importante, pareció convencer al par de centenar de personas que tuvieron suficiente curiosidad como para entrar un ratito antes y ver lo que tenían que ofrecer.
A lo que me refiero cuando digo que Mechanism no son un reclamo es que se trata de una banda de un perfil muy bajo que bien poca gente conocía, y menos aún fueron a verlos específicamente. Con la batería en primera fila (qué remedio) y medio metro cuadrado para moverse, los chicos liderados por el dulce y encantador Rafal Stefanowski (que no paró de animar con bastante éxito a la gente a interactuar con ellos de mil maneras distintas, tanto durante como después del concierto) se sobrepusieron a estas pequeñas circunstancias y dieron un concierto muy sólido y compacto en el que repasaron algunos temas de su corta discografía, entre los que destaco «Jump into Flight» (antes del cual Rafal animó al público a gritar para, literalmente «hacerle sentir como en casa») y la larga, compleja y emotiva final «The Grand Confusion».
Es probable que Mechanism no enloquecieran a casi nadie, pero despertaron la curiosidad de más de uno, mantuvieron la atención de casi todos y, en todo caso, demostraron ser una banda más que adecuada para abrir esta gira, calentando el ambiente para que los grandes protagonistas de la noche entraran con todo el viento a favor.
Setlist Mechanism:
Blindness
Mon(k)ey Business
Autjority as the Truth
Jump into Flight
Chemicals
The Grand Confusion
Riverside
Una vez Mechanism se retiraron del escenario (que por cierto, hoy no bajó el talón entre bandas como es habitual en esta sala) la gente empezó a tomar posiciones de verdad para poder disfrutar de la descarga de Riverside desde el sitio más privilegiado posible. Un vistazo rápido a mi alrededor me mostró a un público muy hetereogéneo, con representación de todas las edades y procedencias musicales (la mayor parte no parecían ni rockeros), que llenó la práctica totalidad de la sala demostrando que los polacos están, quince años después de su debut discográfico y a pesar de las trágicas circunstancias que han envuelto sus últimos años, en un claro camino de subida a nivel de popularidad.
La muerte de Piotr Grudzinski hace un par de años supuso, evidentmente, un antes y un después en la carrera de una banda que había vivido siempre como una pequeña familia. Aún en pleno luto, y después de confirmar su continuidad en forma de trío, Riverside se puso a componer el que es posiblemente el disco más crudo y más duro (espiritualmente, que no musicalmente) de toda su carrera. En Wasteland no hay prácticamente ni rastro de la luminosidad o la alegría electrónica de algunos de sus álbumes anteriores, y eso se reflejó en la descarga de hoy: sobria, elegante, orgánica, dulce, sensible, cercana… y verdaderamente preciosa.
Si bien la banda decidió no reemplazar a Piotr de forma oficial, al escenario se subió un tal Maciej Meller que se encargó de las guitarras de forma totalmente solvente. Una cosa ya la sabíamos, claro, pero en directo se nota de forma muy evidente: Riverside es la banda de Mariusz, y éste ejerce de líder indiscutible tanto en lo musical como en lo escénico. A pesar de comentarnos que estaba un poco enfermo, verle tocar sus múltiples bajos y sacar un sonido totalmente distinto de cada uno de ellos es todo un espectáculo, y sentir como vive y expresa las canciones que él mismo ha escrito con esa voz tan maravillosa que tiene te pone la piel de gallina. Pero eso sí, no todo es él, ya que un buen puñado de la responsabilidad sonora de la banda recae en el siempre simpático y sonriente teclista Michal Lapaj, auténtico artífice de gran parte de la riqueza y matices que podemos oir en una actuación en la que, por lo que me pareció, no llevan ni una nota grabada.
En la entrevista que pude hacerle hace unas semanas, Mariusz me contaba que de cara a esta gira el repertorio iba a estar sin duda muy centrado en el último disco pero también en sus primeros dos trabajos, dejando un poco de lado esos últimos años antes de la muerte de Piotr. Y no mintió, no. De hecho, y excepto la intro, sonaron todos los temas de un Wasteland que ocupó la mitad del setlist y demostró haber calado bastante hondo entre el público. También su debut Out of Myself tuvo una destacada representación con tres temas, mientras que el resto de discos aportaron uno como mucho. Y mi álbum favorito, New Generation Slaves, ni una triste mención. Y aún así, vaya por dios, me pareció un bolazo.
Bajo unas luces muy atractivas basadas en incisivos rayos multicolor que cruzaban la sala de un lado para otro, Riverside se tiraron más de dos horas sobre el escenario y no se hicieron pesados en ningun momento. La mayoría de gente respetó a rajatabla la petición de que no se usaran móviles y todo transcurrió con una gran comunión de sensibilidad, felicidad y múltiples «oh oh ooohs» y «ah ah ahhhs» (no pensé que habría tantos, la verdad). A pesar de la melancolía inherente en su música, los componentes de la banda son tipos bien simpáticos (no sé si alegres), y Mariusz intentó mantenernos entretenidos en todo momento, ya sea haciendo bromas entre tema y tema o animándonos a dar palmas o a repetir coros.
Lejos de sonar duros, contundentes o de imprimir grandes altibajos de intensidad, la banda siempre tiene ese punto dulce, controlado y pausado sobre el que construyen su distintivo hilo argumental de forma asombrosamente fluida y coherente. Porque Riverside es una banda que tiene la habilidad de que sus canciones parezcan sencillas, pero no lo son en absoluto: son elaboradas hasta el mínimo detalle y estan llenas de matices que las hacen únicas. De entre lo que más disfruté, la preciosa «Guardian Angel», la genial «Loose Heart», la potente «Lost (Why Should I Be Frightened By a Hat?)» o la árida y desértica «Wasteland» que cerró el set principal de forma verdaderamente épica.
Pero lo mejor se lo guardaron para el bis (o quizás coincidió con que yo di unos cuantos pasos hacia adelante). Empezaron con «The Night Before», un tema íntimo, precioso y trágico de preparación para el apocalipsis en el que Mariusz se desnuda sin ningun tipo de pudor. COm borrón, en este tipo de momentos tan intimistas es donde más se notan el montón de lerdos que no se pueden estar callados ni a un metro del escenario, pero por suerte, y antes de que me cabreara de verdad, la banda se lanzó a interpretar la excelente «02 Panic Room», posiblemente el tema más animado (quizás el único) de la noche, con sus pegadizas melodías y sus ritmos serpenteantes.
Para cerrar las dos horas y diez que se pasaron sobre el escenario escogieron «River Down Below», un tema nuevo que a mí ya me pareció un temón a primera escucha pero que ha resultado tener una madera de hit casi mainstream que quizás no llegué a saberle apreciar (ojo que no acaben por seguir la estela del señor Steven Wilson…). El hecho es que media sala se la estaba cantando con pasión y la otra media se hallaba mesmerizada por sus dulces melodías y por el maravilloso punteo que Mariusz se marca a la guitarra acústica (para este tema se subió un chico para sustituirle al bajo). Este tema, además, sirve de pequeño homenaje a la figura de Piotr, lo que la hizo aún más emotiva. Final apoteósico y en crescendo, aplausos, abrazos y sonrisas para poner la guinda a un concierto realmente bonito que puso las lágrimas al borde de los ojos de más de uno.
Suerte que decidí no quedarme a dormir, porque el bolazo que se marcaron los chicos de Riverside fue realmente de aúpa. Una banda que sigue creciendo día a día y que, visto el éxito y la apertura de su último trabajo, tiene su techo aún lejos. Y hasta la próxima vez que tengamos la oportunidad de verlos, hagamos tal y como el propio Mariusz nos pidió: «Be healthy, and smile :-)». Pues eso, chic@s, salud y sonrisas.
Setlist Riverside:
Acid Rain
Vale of Tears
Reality Dream I
Lament
Out of Myself
Second Life Syndrome
Left Out
Guardian Angel
Lost (Why Should I Be Frightened By a Hat?)
The Struggle for Survival
Forgotten Land
Loose Heart
Wasteland
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The Night Before
02 Panic Room
River Down Below
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.