77 años de edad y adjetivado a finales de los 70 como el mejor alumno-sucesor de Jimi Hendrix continua el ex de Procol Harum haciendo lo que mejor sabe hacer: sacar discos guitarreros capaces de mantener el alto nivel compositivo y ejecutivo. Trower lanza otro disco más en su dilatadísima carrera y mantiene en alto las hachas. El creador de Bridge of Sighs sigue a tope muy a pesar de que no va a poder girar hasta el año que viene.
Si lees nuestra entrevista con él verás a un tipo parco en palabras, pero generoso en cuanto a composiciones y melodías. Es más, viendo que no va a poder probar los escenarios hasta 2023 ya está enfrascado en otro disco, lo cual te da pistas de que es un obrero del rock las 24 horas del día. Blues de raíces, rock poderoso y calidad compositiva es lo que nos presenta. Hay aquí un par de temas (o tres) que bien merecen sonar sobre las tablas… Un auténtico regalo que en pleno 2022 sigamos pudiendo disfrutar de Robin Trower a este nivel.
El mejor Robin Trower asoma en la logradísima “Ball of Fire”, tema directo, sin grandes artificios en los que el trío marca paquete a base de la clase de Trower a la guitarra, muy sin pulir, de la escuela Hendrixiana y con un gran Richard Watts a la voz. La base rítmica camina de maravilla y a nivel de composición está más que logrado. Continua el buen nivel de listón en la canción que da nombre al disco con wah wah de fondo y siendo un medio tiempo adornado con cascabeles y percusiones varias que le dan un toque étnico muy efectivo al tema.
“Deadly Kiss” es uno de esos temas machacones de riff marcado y extenso minutaje. No es lo que más me apasione, pero puedes apreciar esa influencia de la música negra en el maestro, que también ha grabado todos los bajos del disco. En “Birdsong” hay mucha clase y feeling, tanto en la voz como en las seis cuerdas de Robin, que las acaricia con maestría consiguiendo momentos realmente bellos, bien apoyados por esos coros, que parece que no estén, de lo suaves que entran.
Una de las mejores piezas del disco de esas que te atrapan desde la primera escucha y que combinan fuerza con mucha alma de blues es “Fire to Ashes”, que reposa en un colchón de teclados para que la guitarra se explaye tanto como gusta. Uno de esos temas redondos y que mantiene el tipo ante los clásicos de su importante carrera.
La voz de Watts encaja como un guante en composiciones muy estándares para lo que nos tiene acostumbrado el veterano músico y “Waiting for the Rain to Fall” es un inmejorable ejemplo de ello. Templada con feeling y clase a borbotones, sin grandes novedades en el frente. Lo mismo sucede en la más animosa “Cloud Across the Sun”, y es que el disco entra de maravilla, pero siempre dentro de sus directrices claras.
“Wither on the Vine” es puramente Hendrix, con esos dejes a lo “Little Wing”, demostrando influencias y también su personalidad. Incluso os diría que un poco se asemeja a la mítica “Blind Man Cries” de los Deep Purple, con ese final en solo tan logrado. También tiene su mérito el “Losing You”, de menos de tres minutos condensando todas las virtudes de un gran Trower, bien apoyado por una banda con mucho que decir.
“The Razor’s Edge” es un tema afilado como su título indica, breve pero intensa y en la que vuelve a sobresalir la labor de nuestro protagonista. Despide el disco la contemplativa “I Will always Be Your Shelter”, acercándose a la balada. Puedes escuchar con todo lujo de detalles a Chris Taggart acariciando la campanilla del ride. Delicadeza y juegos de volumen e intensidad con una banda más que competente.
No More Worlds to Conquer es un disco que pasa en un suspiro y es capaz de cumplir y de demostrarte que Robin Trower, a sus 76 años, sigue manteniendo toda la magia en sus dedos. A estas alturas poco le queda por demostrar ya, así que disfrutemos del excepcional talento y de esta leyenda viva, que recordemos… ¡estuvo en Procol Harum hace ya 200.000 años! Nunca toca temas de los Harum a pesar de ser un “Salty Dog”, el preferirá antes vivir del presente que del pasado…