Tenía yo quince años cuando un amigo me dejó una TDK. Manowar y Kings Of Metal, ponía en el lateral. En la vida había oído escuchar de esos tipos. Ni siquiera del heavy metal, más allá de ver algún poster de Eddie en algún supermercado, cuando aún vendían posters. Llegué a casa, le di al play y aquello me reventó. ¡Cuánta potencia, cuanta fuerza tenía aquella música! Desde ese mismo instante me hice fan del género y del grupo.
Obviamente me hice con toda la discografía de los Manowar. Tenía diez camisetas suyas, con el mítico guerrero al que no se le ve la cara, posters y un amor por la banda fuera de lo normal. Frases como “if you’re no into metal you are not my friend” me hacían tener un sentido de pertenencia del cual me enorgullecía tremendamente y hacía que mirase por encima de los hombros no solo a los que no les gustase el género, sino a quien no les gustase el grupo. Los fans de Manowar éramos un clan. Pasaron los años, maduré (bueno, de esto no estoy seguro, sigo siendo un Peter Pan de mucho cuidado) y frases como las anteriormente mencionadas pasaron de hacerme sentir orgulloso a sentir vergüenza. Y tras verlos una vez y cuarto en concierto, los kings of metal pasaron oficialmente a ser, en mi jerga particular, los clowns of metal.
Hoy estamos aquí no para “escuchar esa llamada”, como dicen en alguna de sus canciones, sino para revisar el último disco de su guitarra clásico y co-fundador de la banda, Ross the Boss. No he escuchado nada de él más allá de los clásicos manowarianos y, la verdad, tampoco me ha llamado la atención. Pero el deber es el deber y me han encargado esta review. Si me hacen apostar, diré que es un quiero y no puedo de true metal para true metal warriors. Ohalá me equivoque. Antes de entrar en ello, eso sí, destacar algo de su line up. Lleva con él a Mike LePond, ex bajista de Symphny X. ¿Un músico de una banda de prog con Ross? Bueno, quizá haya sitio para la esperanza.
Pues no, no la hay. Lo que nos ofrece en este By Blood Sworn (2018) es un refrito de mala calidad de lo que ya había hecho. No hay riesgo ni apuesta, no hay golpe en la mesa diciendo “aquí estoy yo”. Aunque sí tiene cosillas, alguna melodía pegadiza o algo de épica, en general es un disco malo, poco innovador y que, si no eres un true metal warrior, puedes prescindir totalmente. Si eres de los de «el heavy metal más true es una forma de vida», dale una oportunidad, igual puedes encontrarle cosas que yo he sido incapaz.
Diez cortes de heavy metal plano, predecible y poco divertido. Marc Lopes a la voz intenta emular a Eric Adams pero sin llegarle a la suela de los zapatos. Usa siempre el mismo tono, la misma forma de cantar, tanto para los temas más épicos como para los más hard & heavy¸ que alguno hay. No sé si canta o ha cantado en otros proyectos, pero si me tengo que guiar por este, psé.
Empieza la cosa con “By Blood Sworn”, quizá la más manowaresca de todas junto al tercer corte, “This Is Vengeance”. Si te gustan (mucho) aquellos, estos dos temas igual de hacen tilín. “Among the Bones”, la segunda canción, es más hard & heavy que decíamos antes. Es cierto que el riff huele a los reyes del true metal, pero en general se aparta de la épica, los músculos y romper cadenas.
Me parece ridículo entrar a valorar cada tema, porque en general me parece que el nivel es bastante malo, pero sí quiero destacar positivamente dos canciones. “Devil’s Day” tiene ese olorcillo hard & heavy que ya hemos mencionado varias veces, y no sabía si decantarme hacia el hard o el heavy. De lo más inspirado del disco, tanto a nivel compositivo como ejecutivo. “Lilith” es el otro tema a destacar. El más largo de largo (chiste), con una sección rítmica que aplasta y cierto ambiente tétrico o misterioso, se sale del ABC que suele ser este tipo de música. La voz de Lopes le da un toque diferente, así que la mezcla final resulta interesante (pero no pasará a la historia, tengamos eso claro).
En general me parece un recopilatorio de temas que tenían por ahí, y que juntaron para poder sacar algo. Si yo fuese alguien, que no lo soy en absoluto, le diría a Ross que se centrase, dejase ir el pasado y se dedicara a hacer buena música, más suya, más personal, que calidad tiene para hacerla, sobre todo si se rodea como puede. Lo siento Metal Warriors, pero suspendo el disco.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.