Royal Blood es una de esas bandas que o bien adoras o bien odias. En mi casi, estoy más cerca de la opción “adorar”, pero siempre me mantengo frío con ellos. Pero oye, que su nuevo disco está producido por Josh Homme… vale, hoy dejo la frialdad aparcada y me dispongo a degustar Typhoons.
El power dúo de Brighton llega con su tercer disco de estudio. Recordaremos que su debut homónimo de 2014 fue un pelotazo de blues rock alternativo que enamoró a toda la escena. How Did We Get So Dark?, su segundo disco de 2017 supuso un bajón de ideas y el inicio de una campaña de detractores que, hasta día de hoy, no han dejado de rasgar las vestiduras de una banda tan necesaria como compleja.
Y hoy abordamos Typhoons con un ambiente algo incómodo sobrevolando la puesta en largo. Sus adelantos mostraban evolución y la consigna se antojaba clara: hacemos lo que nos da la gana. La mano de Josh Homme se ve a leguas, las similitudes con los últimos discos de Queens of the Stone Age son evidentes, esas guitarras tan deshilvanadas, esos ritmos cercanos al stoner con toque indie… pero, sobre todo, y lo más imprescindible de su presencia, es otorgar a Typhoons una producción inmaculada. Todo instrumento suena nítido y conciso, las voces son claras, los ritmos, sin errores; profundidad de banda niquelada pese a ser un power dúo.
O sea, para que todos podáis entender este nuevo disco, Typhoons es la mezcla perfecta entre Muse y Queens of the Stone Age con la vitalidad del primer disco de Royal Blood. Y que mejor ejemplo que escuchar la canción homónima “Typhoons”.
En esta tercera toma, Royal Blood se reinventan con estilo, sus canciones están más pensadas para ser enfocadas des del punto de vista dance/electrónico. “Touble’s Coming”, su primer adelanto nos mostraba una banda de hard rock abrazando la música disco. Algo que será la dinámica principal del disco. Y es que el tema que abre el disco es el primer gancho de izquierdas a todos los detractores de la banda. Temazo.
El disco va ganando envergadura a medida que lo repasas una y otra vez, porque una de sus principales virtudes es la fluidez con la que se desliza y la sensación de querer volver a darle una vuelta. El disco es jugoso, es alegre y respira liberación y optimismo. Y si algo necesitamos es liberación y optimismo.
Piezas como “Limbo” o “Typhoons” son pequeñas delicias, otras como “Either You Want It” con un toque más Arctic Monkeys te enamora lentamente. Y rematamos con la excepcional “Boilermaker”, la canción más genial del disco que contiene todos los elementos bien ordenados para el mayor disfrute del oyente.
¿Es Typhoons el mejor trabajo de Royal Blood hasta la fecha? No voy a mojarme, lo que si puedo afirmar es que es un disco cojonudo que nos muestra una banda capaz de evolucionar a su antojo sin fijarse en los demás. Un power duo mega comprometido y compenetrado capaz de sacar lo mejor de si en cada preciso momento. La evolución es para valientes, y Royal Blood nos dicen que son los más valientes del recreo.