Sábado 11 de mayo. Otra cita de obligada asistencia en una calurosa Sala Rocksound y es que el arrollador directo de los californianos The Shrine iba a tener lugar a eso de las 23:30, sólo dos días después de tener en ese mismo escenario al incontrolable Nick Oliveri con su proyecto personal Mondo Generator, donde por supuesto, también estuvimos. Vaya semanita…
Electric Monolith
Los encargados de calentar el ambiente iban a ser Electric Monolith, que bastante puntuales, sobre las 22:30 estaban ya sobre el escenario preparados para poner patas arriba a un público que había llenado prácticamente en su totalidad la sala. Confieso que esta asistencia me sorprendió gratamente, ya que en este tipo de eventos muchas veces el recinto no se llena hasta que no se acerca el momento del grupo principal, y no sólo no fue así, si no que me atrevería a decir que había incluso más gente durante este primer bolo que durante el de The Shrine, pero tampoco me hagan mucho caso.
Cuando el power trío catalán empezó a tocar entendí el lleno de la sala, porque se marcaron un bolo digno de recordar. Creo que había muchos fieles seguidores de la banda, ganados a pulso, y muchos otros como yo, que habíamos conocido la banda días atrás, y estos últimos quedamos realmente satisfechos ante el despliegue de hard rock de los 60/70, con evidentes influencias de bandas de aquellos tiempos como Black Sabbath, Led Zeppelin o Deep Purple en mayor medida (a mi juicio). Gran calidad musical por parte de los tres integrantes acompañada de muy buena energía y una enorme conexión con el público, que estuvo entregadísimo durante las cinco o seis canciones que la banda regaló. Recordar que estarán el próximo mes de julio en el Resurrection Fest de Viveiro.
The Shrine
Tras un muy buen bolo de los teloneros, había llegado la hora de la locura, cuando a eso de las 23:30 ya estaban Josh Landau, Jeff Murray y la enorme (en todos los sentidos) Corey Parks sobre el escenario, dispuestos a derrumbar la Rocksound.
Era sabido por todos los allí presentes que The Shrine tiene un directo acojonante, pero creo que no te lo puedes imaginar hasta que no lo vives. Vamos al lío. Tras una enérgica intro instrumental, la elegida para abrir el show era la punkarra “I Can’t Control it”, que seguida por “Tripping Corpse” y “Distroyers” hizo que en tan sólo 3 canciones toda la Rocksound estuviera sumida en el éxtasis que generan estos colgados californianos. Destacar en estos primeros compases del concierto el continuo show de Josh Landau, que no paraba de regalar poses para la foto, interactuar con el público e incluso taparse los ojos con la mano derecha mientras con la izquierda seguía tocando su guitarra, demostrando el gran carisma que posee. Otra cosa digna de admirar fue protagonizada por Corey Parks, la excéntrica ex bajista de Nashville Pussy, que en un momento se dirigió a todas las chicas del público diciendo “where are the chias here?” para que se situaran en primera fila junto a ella, ya que aquello hasta el momento estaba siendo una batalla nabal (sí, con “b”). Tras esto, Josh pidió al público que abriera hueco y se situó bajo Corey un buen grupo de rockeras que le devolvieron el favor a ésta dándolo todo durante el resto del bolo. RESPECT. Poco después de esto la propia Corey escupía el agua de su botella sobre todos nosotros, lo cual creo que no hizo tanta gracia como lo anterior, pero q ver quién se atreve a decirle algo.
El show no había hecho más que empezar y aquello ya era una verdadera olla a presión, y literalmente, ya que el calor por momentos llegó a ser insoportable. Pero tocaba seguir y era el turno de otros trallazos como la metalera “Rare Breed” o la intensa “Dance on a Razor’s Edge”, que fue el primer contacto con Cruel World (2019) de la noche, y la encargada de crear un primer intento de mosh pit. Durante esta última Corey aprovechó para bajar del escenario a tocar entre la gente, dejando uno de los momentos de la noche.
Empapados, entre el calor y el agua que Parks nos había ido escupiendo, el show continuaba cual apisonadora con temas como “Cruel World” o “Primitive Blast”, pero sin duda el gran momentazo de la noche, fue protagonizado como no por el líder de la banda Josh Landau, quien durante “Nothing Forever”, jodido temazo cargado de punk pero sin perder esa esencia metalera que caracteriza a The Shrine, bajó del escenario como ya había hecho Corey antes, pero llevándolo al siguiente nivel. Tras marcarse un solo en el centro de la sala, con el cable de la guitarra ya bastante tenso, no tuvo bastante y se fue hasta la barra de la sala, en la que sin parar de tocar, se puso de pie y continuó con su show, incluso después de que la guitarra se desenchufara. Eso no fue suficiente para él. Tras esta ida de olla tuvieron que asistirle algunos técnicos de la sala, para poder volver al show, mientras Corey y Jeff seguían a lo suyo en sus respectivos puestos, al más puro estilo The Stooges.
Esto había sido todo. Un bolo más salvaje, si cabe, de lo que todos esperábamos el que nos regalaron los de Venice Beach la pasada noche de sábado, en la que el calor insoportable fue la única mancha que pondría sobre uno de los conciertos más divertidos en los que he estado nunca. Eso sí, no sé si lo fue tanto para Corey Parks, quien no sé cómo pudo acabar el concierto entero (con dos cojones, eso sí) entre el calor y el pase que llevaba, lo que hizo que pocos minutos después del show estuviera en los alrededores de la Rocksound vomitando en el suelo. Genio y figura hasta la sepultura.
Por mi parte sólo puedo tener palabras de admiración hacia estos tres fieras de California, e invito a todo el mundo a que si tienen oportunidad, acudan al menos una vez en sus vidas a un concierto de The Shrine. Prometo que no se arrepentirán.
Como rockero nacido en Canarias y en los 90 (¡El Nu Metal mola!), me pasé la infancia luchando en todos los recreos para poner mis discos; “…And Justice For All” siempre era uno de ellos.
En esto del rock desde que escuché por casualidad Deep Purple, a lo que siguió Led Zeppelin y ya no hubo vuelta atrás. Pasión por la música desde niño, prácticamente todos los estilos que derivan del rock, aunque un poco hater con el Glam. Guitarrista amateur, batería frustrado, y con ganas de adentrarme en este mundo como algo más que un hobby.