Samael – Ceremony of Opposites: 25 años desde que el black metal se tornó industrial

Ficha técnica

Publicado el 28 de febrero de 1994
Discográfica: Century Media Records
 
Componentes:
Vorph - Voz, guitarra
Masmiseim - Bajo
Xy - Batería
Rodolphe H. - Teclados, sintetizadores

Temas

1. Black Trip (3:19)
2. Celebration of the Fourth (2:53)
3. Son of Earth (3:58)
4. 'Till We Meet Again (4:11)
5. Mask of the Red Death (3:04)
6. Baphomet's Throne (3:30)
7. Flagellation (3:41)
8. Crown (4:06)
9. To Our Martyrs (2:37)
10. Ceremony of Opposites (4:39)

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Si tenéis más o menos mi edad (bordeando la cuarentena) y viviáis en Catalunya en los noventa, seguro que tenéis un recuerdo muy especial para un programa de Radio 4 (una radio pública, ojo) llamado La Taverna del LlopConducido por una entonces muchacha llamada Consol Sáenz (que aún corre por esas radios de dios y que quizás algun día deberíamos entrevistar)y con una periodicidad y un horario que ahora mismo no recuerdo en absoluto, el programa abrazaba todas las vertientes alternativas del rock, reservando además un hueco muy preciado para ese metal extremo que me empezaba a fascinar (bien, a mí y a muchos, que entonces era hype) por esos tiempos. Gracias a ellos escuché por primera vez a bandas como My Dying Bride (a través de la canción «I am the Bloody Earth»), Tiamat (con «Visionaire») o Samael (con «Son of Earth», el tercer corte de este Ceremony of Opposites), y llené a llenar cintas y cintas de joyas (y también de morralla prescindible, ojo) que degusté con insistencia y pasión.

Me acuerdo de estas tres bandas, por supuesto, porque quizás fueron los tres grandes descbrimientos que me vienen ahora a la cabeza (quizás hay más), y en el caso de los suizos, una auténtica revelación. Os debo confesar que a mí el black metal de corte más clásico, ese que representan bandas como MayhemInmortal Darkthrone, nunca me ha llegado a convencer en absoluto. En cambio, sí que encuentro que se trata de un estilo que ha servido de punto de partida para muchas propuestas muy interesantes, y de alguna forma u otra siempre ha sido terreno fértil para la experimentación. Los Samael que nos ocupan empezaron en 1988 como una banda de black bastante al uso, y sus dos primeros discos, Worship Him (que por cierto es la primera referencia de la mítica discográfica francesa Osmose, publicada en 1991) Blood Ritual (ya en Century Media) ofrecen pocas diferencias respecto a las decenas de bandas del palo que salieron a principios de los noventa.

Pero como buenos compatriotas de bandas tan innovadoras como Celtic Frost (y Hellhammer, claro) o Coroner, el entonces trío descubrió rápidamente que su camino no estaba éxactamente ahí, y en Ceremony of Opposites dieron una vuelta de tuerca bastante radical a su propuesta, alejándola del black metal más ortodoxo e incorporando elementos cercanos al metal industrial, como un sonido de batería mucho más crudo y metálico (que en álbumes posteriores se convertiría incluso en una batería sintetizada y una caja de ritmos), la presencia casi constante de harmónicos de guitarra o la inclusión de teclados (y de un cuarto componente en la banda) en todas las canciones. La producción es muchísimo más moderna y afilada, pero a pesar de ello fueron capaces de mantener los niveles de oscuridad y ferocidad que siempre les caracterizaron.

Molan estas reseñas retrospectivas porque me dan la oportunidad de volver a discos que me marcaron en su momento pero que quizás hace años que no he escuchado al completo, y ni mucho menos me he parado a analizar. Éste es uno de esos discos del que solo he guardado mis hitazos personales en listas de reproducción aquí y allí, así que ha sido interesante recuperarlo intensamente. Y visto con la perspectiva del tiempo, es innegable que se trata de un trabajo algo irregular: temazos como «Black Trip», con ese genial riff vacilón y entrecortado, la mencionada «Son of Earth» o la imperecedera «Baphomet’s Throne» (seguramente el gran himno y punto álgido de este disco, que por cierto no sé si sabéis que tiene partes basadas en una pieza del gran Modest Mussourgsky) se alternan cosas más primitivas y olvidables, e incluso muchas canciones mezclan momentos brillantes con pasajes bastante más prescindibles que, hoy en día, suenan hasta cutres.

Todos los temas, eso sí, tienen cosillas destacables y disfrutables, normalmente gracias a riffs llenos de groove y estribillos hasta cierto punto pegadizos, pero algunos arreglos o cambios de ritmo (hola «»Til We Meet Again») quedan un poco así asá. Otros temas que me parecen top me parecen «Cellebration of the Fourth», «Crown» o la final «Ceremony of Opposites», pero es innegable que los 36 breves minutos que dura el disco son ligeros, fluidos y hacen que no tengas tiempo de aburrirte en ningún momento. Eso sí, escuchado con la perspectiva del tiempo, y a pesar de contenter algunos clásicos magníficos y una propuesta valiente y muy interesante que se iba a desarrollar después, no me atrevo a decir que estemos ante ninguna obra maestra.

De hecho, tres años después de este Ceremony of Opposites, que seguro que es su disco más conocido y celebrado (almenos entre el mundillo más extremo), publicaron un genial Passage que, a mí, consiguió engancharme en su totalidad. Un disco que sonaba mucho más compacto y maduro y que ahondaba y ampliaba con brillantez los caminos que ya se apuntaban aquí. Ese sí que es un disco que aún hoy escucho más a menudo, y la verdad es que creo que ha envejecido mejor que el trabajo que nos ocupa. Sea como sea, nadie le puede quitar a Ceremony of Opposites el mérito de haber sido un excelente punto de partida de un estilo único que acabaría por identificar al 100% la carrera de la banda.

Mi primera experiencia en directo con ellos, por cierto (de hecho solo he tenido dos) vino precisamente en la gira de presentación de Passage, en la que aterrizaron en la mítica Sala Garatge de Barcelona junto a unos casi imberbes Moonspell que, a su vez, presentaban otro clásico impepinable como es Irreligious. En esos tiempos ya empezaba a ir a bastantes conciertos (debíamos estar hablando de 1996 o 1997), pero éste lo recuerdo con especial cariño. Y de hecho, el directo de Samael me impresionó bastante, con una puesta escena fantástica, sonando como un cañón, con un repeinado Vorph imponente y elegantísimo con su gabardina diabólica y con una batería electrónica que nunca había visto antes en una banda de metal. Tanto me impresionó que ni fui capaz de plantearme cuan true era el uso de un armatoste así. No sé, a mí me moló lo suyo .

Es innegable que Samael es una banda que, con el tiempo, ha acabado por tener una carrera algo irregular (sobretodo a nivel de popularidad), y a pesar de que su producción discográfica (lo que he escuchado, que no es ni mucho menos todo) siempre me ha parecido entre buena y muy buena, quizás su estilo ha ido perdiendo progresivamente el favor de las masas. Aún así, durante todos estos años han mantenido un line up bastante estable, con Vorph (y su siempre elegante gabardina, que no falte) al cargo de las guitarras y la voz mientras mientras que su hermano Xytras se encarga de las baterías (las reales y las programadas) y los teclados.

Musicalmente, los noventa fueron una época excitante, valiente y llena de cambios y evoluciones constantes en la que muchas bandas intentaron labrarse su propio camino, aventurándose en lo desconocido sin importarles el éxito que eso les iba a suponer. Samael fueron una de esas bandas, aún icónica a día de hoy. Y Ceremony of Opposites fue ese primer paso que todo el mundo necesita dar. En su momento era un discazo brutal, y aunque con la perspectiva del tiempo se le vean un poco más las costuras, es innegable que supuso uno de los (múltiples) puntos álgidos del fascinante crecimiento del black metal y de la música extrema. Imprescindible.

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Sobre Albert Vila 954 Artículos
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día. Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.