Satanic Surfers, una de las bandas de referencia del punk rock europeo, publican nuevo disco después de trece años. Mucho ha llovido desde su anterior Taste The Poison (2005), y como ya nos avanzaba su bajista Andy Dahlström, el nuevo álbum de los suecos supura trasheo por los cuatro costados.
«The Usurper», anticipado como single hace unas semanas, abre el disco con un pegadizo riff inicial, mini-solaco incluído. Las características melodías vocales del cantante Rodrigo Alfaro se ven dobladas en el estribillo por una de las guitarras, todo a una velocidad más que correcta. «This is the Satanic Surfers!» suelta Rodrigo justo antes de una versión ampliada del solo anterior, lo que vendría a ser la «versión del director» de lo escuchado en la intro del tema.
Le sigue «Catch My Breath», que va a piñón, obsequiándonos con otro mini solo nada más empezar. Los dejes thrash siguen imparable sobre powerchords, unísonos desbocados y solos a doble guitarra. Cuando parece que el tema acaba, un redoble marca de la casa la vuelve a liar, terminando con un combo de bajo, goliat y palm muting muy característico del hardcore melódico.
En general el disco suena de cojones. De lo mejor que he escuchado últimamente dentro de las novedades de punk rock. Quizá la mezcla hubiese agradecido un punto menos de presencia vocal, pero ya dicen que para gustos, colores. Lo que parece incontestable es que los temas tienen mucha, pero que mucha chicha, cosa que puede requerir varias escuchas antes de empezar a disfrutar del disco realmente, dada la abrumadora cantidad de melodías cruzadas entre guitarras, bajo y voz.
Entre tanto talento destaca «Going Nowhere Fast», canción que lleva el mismo título que su gran disco de 1999, y que goza de uno de los estribillos más pegadizos de Back From Hell (2018). Además, el tema ofrece en su segunda parte una entrada de batería digna de sentar cátedra en cualquier manual de punk rock, sumada a otro palm muting que homenajea a unos hipotéticos Bad Religion con el «bataca» hasta las cejas de vuestro estimulante favorito.
La curiosidad del disco aparece en «Pato Loco», tema instrumental que pegaría en cualquier freak show o fiesta de Halloween lo suficientemente hipsterizada. El solo del final recuerda a la época frenética de Randy (cuando publicaron The Rest Is Silence en 1996). Temazo sin ninguna duda. Finalmente, «Back From Hell» cierra el disco de la misma forma que empezó: con un tiempo más que correcto y sendas melodías sonando casi en paralelo.
Me pregunto si tendría sentido escuchar el disco a la mitad de tiempo para no tener la sensación que me estoy perdiendo parte de la película, dada la la multitud de elementos que se suceden por segundo cuadrado en treinta y un minutos de infarto. Agárrense que vienen curvas.
Toni es un apasionado de la música. Estudió violín e ingeniería informática. Sus gustos eclécticos, desde el hardcore/punk a la clásica, le permiten usar la música como terapia para no enloquecer (demasiado). Literalmente sin tiempo para pensar, toca la guitarra, el violín y el bajo en 3 bandas, se relaja como DJ y deambula compulsivamente por mogollón de conciertos molones.