Satanic Surfers – Hero of Our Time: 25º Aniversario del debut de los diablos suecos del punk

Me acuerdo perfectamente del día que llegó a mis manos Hero of Our Time (1995). Por aquel entonces estudiaba violín en el conservatorio, y un amigo clarinetista me dejó ese CD junto al ¡Leche Con Carne! (1995) de No Use for a Name. «Vas a flipar» me dijo Manel, y así fue. Sin él saberlo, acababa de plantar la semilla del punk rock en mi interior.

Satanic Surfers (nombre magnífico, por cierto) se formaron en 1989, pero no fue hasta 1995 que sacaron su primer disco. ¡Pues vaya debut! Desprende talento por todas partes, empezando por el alma del grupo, Rodrigo Alfaro, que es a la vez batería y cantante. No sabría decir qué cosa hace mejor de las dos, si los ritmos a 220 bpms o unas melodías dignas de unos ABBA horneados al buen underground. Las guitarras huyen de los power chords, y el bajo camina más que el peregrino más avispado del Camino de Santiago.

No es de extrañar que «…And the Cheese Fell Down» empiece cagando leches. Ocho compases de introducción armónica con redobles frenéticos, repetición con solo incluido y una breve licencia atemporal al unísono que da paso a una melodía vocal perfecta. Las distintas partes del tema se combinan a la perfección, huyendo del patrón estrofa/estribillo. «Better Off Today» va igual de rápida que la anterior, y sorprende con un riff metalero a modo de outro. Es inquietante cómo la claqueta se mantiene inmóvil en «Use a Bee» sin que esto genere monotonía alguna.

«Ketty» empieza con un tempo más lento y un solo que roza el rockabilly. Un disfraz en forma de intro, ya que a los 20 segundos clavados entra un riff de esos que generan circle pits espontáneos. «I’m just a teenage punk» dice el estribillo. Pues con mucha honra.

Le sigue «Hero of Our Time», que con razón da nombre al disco. Las guitarras suben su nivel de virtuosismo con una melodía que se engancha tanto como la de la voz. El tema contiene también las únicas guitarras no distorsionadas de todo el álbum. «Before It’s Too Late» tiene una estructura parecida a «Ketty», pero una letra más implicada socialmente.

Finalmente tenemos un tema que va a «medio tiempo», «The Treaty and the Bridge». El nivel de placer que genera la melodía vocal llega aquí a un punto peligroso para la salud. Lo mismo pasa con «Armless Skater», aunque en este caso queda mitigado por una letra un tanto estúpida:

«One day he had an accident
They had to amputate his arms
Guess if he was sad that day
He can’t surf, he can’t skate
And he sure can’t masturbate no more.»

Pecados de juventud.

«Puppet» vuelve a los cambios de ritmo y baterías estresadas. «Got to Throw up» tiene una intro de guitarras excelente, y es la única canción donde la voz no tiene una melodía definida, acercándose al hardcore más clásico, pero por supuesto mucho más rápido.

«Good Morning» es un temazo. Lo tiene todo, incluyendo una melodía perfecta, un giro al medio tiempo en medio que emociona, y una gran letra que arregla el estropicio anterior del patinador sin brazos:

«I don’t need to fit in
Don’t have to pretend
That I’m something I’m not.»

«Head Under Water» es un gran ejemplo de cómo sacar toda la rabia en positivo, usando incluso la tonalidad mayor:

«I wonder
How long can
You keep your head under water.»

¿Nunca os habéis preguntado eso de alguien?

El disco finaliza con «Evil», una outro bonita pero probablemente tan innecesaria como mi crítica a ella. Al acabar nos damos cuenta que solo han pasado 31 minutos. ¡Esto es punk, señores!

Un año después los suecos publicaron 666 Motor Inn, y la sacudida fue mayúscula. Nosotros haremos lo mismo, y en un año esperamos tener la reseña de tal bomba sonora.

A destacar que Satanic Surfers se reunieron de nuevo el año pasado con una gira que hizo parada en el Resurrection Fest, y en 2016 han hecho 5 fechas en la Península. ¡Afortunados quienes los vieron tocar!

Artículo publicado originalmente en Metal Symphony Website: http://www.metalsymphony.com/satanic-surfers-hero-of-our-time-burning-heart/

Toni Feliu

Toni es un apasionado de la música. Estudió violín e ingeniería informática. Sus gustos eclécticos, desde el hardcore/punk a la clásica, le permiten usar la música como terapia para no enloquecer (demasiado). Literalmente sin tiempo para pensar, toca la guitarra, el violín y el bajo en 3 bandas, se relaja como DJ y deambula compulsivamente por mogollón de conciertos molones.