No amanece bien el día cuando ves en las noticias que tu ídolo Jon Oliva ha sido detenido por conducir borracho y en posesión de cocaína. Duele especialmente puesto que su hermano Criss murió atropellado por un conductor ebrio… En fin, Jon no se ha cuidado nunca y no creo que lo haga a partir de ahora, pero su música es inmortal y es un placer volver a visitar una magna obra como Streets – A Rock Opera en su 30 aniversario. Es uno de los mejores discos de la historia del rock combinando heavy metal, rock sinfónico, el progresivo y los musicales de Broadway. Repito: es uno de los mejores discos de la historia del rock, que no lo sepas o que no se hable de ello, poco importa.
Es un disco muy especial puesto que es el último que graban juntos los hermanos Oliva y en el que hay grandes dosis de ambición. Las cosas les iban de cara a los de Florida tras encadenar dos grandes discos como fueron Hall of the Mountain King y Gutter Ballet. Llevaron el piano a la primera línea y cada vez sonaban más personales. Nadie sonaba como Savatage… Rizaban el rizo con una ópera rock que curiosamente está muy minusvalorada si la comparamos con la que posteriormente sacaría W.A.S.P., y que, en el fondo, copia todo el concepto de Savatage en esta obra.
La historia de DT Jesus
DT Jesus (DT de Down Town o de DeTox) es un vendedor de droga con aspiraciones de músico al que sus interpretaciones en bares de pequeños aforos le llevan a firmar por una multinacional. Consigue llegar a lo más alto vendiendo millones, pero las adicciones y la fama le acabarán devolviendo a las sucias calles neoyorkinas de las que salió. Tras el éxito mundial, el llamado en sus días callejeros como “El salvador de la avenida D”, vuelve a callejear y se topa con un viejo bluesman que idolatraba de pequeño tocando en una esquina y al que nadie hace caso. Se ve a si mismo en un futuro como el bluesman de la esquina y decide volver a tocar contando con su manager Tex.
Cuando el éxito vuelve a sonreírle uno de los fantasmas del pasado se le aparece en forma de Sammy, otro camello al que debía dinero y que termina apuñalando a Tex para desvanecerse luego. Nuestro héroe entra en la iglesia de Saint Patrick, pero Dios no le va a responder, y busca la solución entre personajes de la noche, hasta que decide llamar a una exnovia que le abandonó en sus tiempos más colgados de drogoadicción. La chica no responde y en el camino hacia el sinsentido ve en el suelo a un anciano maloliente vistiendo harapos al que nadie quiere acercarse. Los ojos de los curiosos esperan a la ambulancia, pero DT, en un arrebato, le coge la mano y le consuela. El hombre le mira a los ojos y expira en paz.
Tras la muerte del anciano aparece un niño rubio de ojos azules que solo puede ver nuestro protagonista. Le insta a subir a uno de los rascacielos de Nueva York para observar las estrellas y DT reflexiona hasta notar su paz interior y aparcar el miedo recurrente de morir solo y olvidado. Esa noche DT Jesus volverá a su casa y dormirá en paz, como nunca ha hecho.
El disco
Las composiciones son absolutamente monumentales y algunos de los mejores temas de Savatage se encuentran aquí. Lo que sorprende es el espíritu de musical, gentileza de Paul O’Neill a la producción que les lleva a componer mucho material en el que se queda Oliva a la voz y al piano. También sorprende el raro formato en el que empalman dos canciones en una pista de CD.
El éxito (moderado) llamó a la puerta de Savatage especialmente con la canción “Jesus Saves”. Hay una vena accesible y felizona y que les va a marcar de cara al futuro. El trabajo de guitarras y esos desarrollos instrumentales tan puramente del grupo son excepcionales y la guitarra de Criss Oliva es estelar. Recordemos que en esos días Ozzy ya le había llamado para entrar en el grupo. El “Jesus Saves” es una de las piezas fundamentales con uno de esos riffs marcados marca de la casa. Hay la versión de coros góspel en alguna reedición que también es preciosa.
Con “Tonight He Grins Again” ya encontramos el protagonismo de las teclas blancas y negras junto con los fraseos del menor de los Oliva en un medio tiempo intenso y preciosista que anticipa a la Trans-Siberian Orchestra. La clase en la composición es magistral con repuntes casi orquestales. Mención aparte merecen las letras y el cómo se narra toda la historia. Años más tarde aparecerá una versión con narrador de todo el disco. Las guitarras hablan en “Strange Reality” siendo un medio tiempo metálico positivista y luminoso. Hay los gritos agudos y rotos del vocalista y un tremendo trabajo de la base rítmica. Casi que podemos hablar de rock progresivo en muchas partes del disco. Criss juega a hacer de Eddie Van Halen.
Luego ya nos encontramos con un momento sublime pues las baladas son aquí todas de una factura superior. Lo de “A Little to Far” es maravilloso. Lo que para cualquier otra banda quedaría como una de sus baladas definitivas en este disco queda tapada por “Believe” e “If I Go Away”, ambas prodigiosas. Es un momento triste, casi de cabaret, de esos que te acarician el alma. Sentimientos a flor de piel en un tema que queda como un mero enlace. En “St. Patrick” DT Jesus mantiene un precioso diálogo fallido con Dios y Jon utiliza una preciosa voz limpia para luego romperla pasando de balada a medio tiempo. Algo que ya le vimos en “When the Crowds Are Gone”. Atención al pasaje instrumental de media canción pues vuelve a anticipar a la Trans-Siberian Orchestra dos lustros antes.
Los cortes eléctricos poseen un perfecto equilibrio entre dureza y accesibilidad, caso de la rockera “Can You Hear Me Now” que suena puramente a Broadway metalizado. Las cortantes guitarras y la rasgadísima voz de Jon asoma en la contundente “Sammy and Tex”. No hay que olvidar la excepcional pieza que abre el disco y que lleva el título de “Streets”. Entre cantos de ángeles y un inquietante teclado se despeja la niebla para mostrarte el panorama. Una canción que te pone en situación, atmosférica y que se avanza a discos como Dead Winter Dead, por las progresiones, atmósferas y por esa base rítmica. Hay aquí un gran “Doc” Wacholz tras los timbales.
Una de las favoritas de la parroquia rockera es la áspera “Agony & Ecstasy”, totalmente contundente y agresiva, con un estribillo sumamente original. Muy pocas bandas componían y componen material como este, y lo más grande de todo, es que aquí conectan con sus inicios de discos como el Sirens.
Atención a esa maravilla titulada “New York City Don’t Mean Nothing” pues es una de las fundamentales con ese arrebatador inicio en balada acústica. Luego el tema da un vuelco con el presente bajo de Johnny Lee Middleton y con una línea vocal tremenda. La fuerza que emana de la composición es muy poderosa y es de los temas más recordados del disco. El “Ghost in the Ruins” es pura clase en la que resaltan todos los instrumentos (otra vez la clave es el bajo) y que con el tiempo daría nombre a un disco de homenaje a Criss Oliva: el fantasma entre las ruinas.
Si hay que hablar de temas rutilantes hay que pararnos en ese “If I Go Away”, balada de la vida. Aquí DT Jesus se encuentra entre la espada y la pared y desesperado no sabe si suicidarse y desaparecer o volver a caer en las drogas. Es sencillamente magistral como puede sonar esta canción tan delicada y a la vez tan llena de fuerza. Continuando con los momentos reposados y bellos hay ese “Heal My Soul” a piano y voz con añadidos de coros angelicales, pero es en la siguiente “Somewhere in Time” en la que nos vuelve a enamorar el grupo. Otra maravillosa balada que avanza ampulosa y que será rematada por ¡OTRA BALADA MEJOR! Lo de “Believe” es de traca, una de las mejores canciones jamás escritas, y poco tengo que añadir, prefiero que os lo diga el gran Prat Junior ya que le dedicó un reportaje de canciones perfectas.
Hay en algunas ediciones posteriores toda la historia narrada. Esa misma historia le sirve al grupo para presentar la canción de “Jesus Saves en góspel”, y en alguna otra reedición posterior, añadieron la balada acústica “Desireé” cantada por Zak Stevens, que es impresionante.
Veredicto
Posiblemente este sea el disco ideal para introducirte en el mundo Savatage, pues digámoslo todo… no es fácil. Hay mucha gente que nunca ha visto en los de Florida nada especial más allá del “Gutter Ballet” y el “Edge of Thorns”. Puedes escucharles, pero hay que sentirlos, y cuando eso sucede un universo se abre ante ti. He mostrado muchas canciones de este disco a gente que no le interesa para nada el heavy metal y se sorprenden de que se pase desde bellas baladas a piano a arrebatos metaleros que no les desagradan. Lo grande de este disco, y la clave, es el balance compositivo.
Streets es una auténtica barbaridad creativa y el inicio y final de muchas cosas. Criss moriría y Jon abandonaría como vocalista (no como compositor) y… el grupo era tan bueno que sin sus dos miembros fundadores Savatage se volvería a superar con el posterior Edge of Thorns, ya con Zak Stevens. Sabían lo que tenían y Paul O’Neill tenía grandes planes que apuntaban a estadios. Las ventas ni la popularidad no les importaban puesto que el plan iba avanzando. Lo que nadie había pensado es que el grupo llegaría a ser tan grande. Pero para eso hubo que pagar un peaje: Cambiar el nombre. Si no lo conocéis, recordaros que estamos ante uno de los mejores discos de la historia del rock.