Todas las comodidades y conforts del jueves y el viernes desaparecieron en la jornada del sábado en la que terminamos apretujados, se terminó la cerveza “barata” y las colas para todo terminaron siendo protagonistas. Eso en un lado de la balanza, pues en el otro, vivimos excelentes conciertos, citas con la historia y alguna sorpresa en forma de suspensión que quedará para la historia.
Estábamos en El Batel temprano para asistir al concierto de Celtian y las pruebas de sonido iban tarde. Xana Lavey hizo un solo vocal tremendo entre bambalinas que arrancó un rotundo aplauso, pero no entendíamos que se pasasen tanto de tiempo…
Y de repente: ¡PATAPAM! Aparece un laaaaargo comunicado en pantallas sobre Whitesnake, y nuestro gozo en un pozo… Uno de los flamantes cabezas de cartel caía y eso que dos días antes habían tocado en Hellfest junto a Steve Vai. El público aceptó de forma 100% cívica la situación, pero el cabreo fue en aumento y dio paso a un culebrón que todavía continúa.
Celtian son la enésima propuesta de folk patrio
Este sexteto madrileño tiene en Xana a la voz y en el flautista Diego Palacio sus grandes baluartes, pero lo que ofrecen está algo quemado y sobreexpuesto por mucho que consigan canciones meritorias. Violines y flautas les acercan exageradamente a Mägo de Oz en cortes como “Lágrimas de cera” o “El solsticio de Dríade”. Xana es enérgica, posee una voz prodigiosa y abusa de los saltitos, contagiaron buen rollo, pero estas fiestas paganas necesitan de noche.
Hay mucho tópico en su música e incluso una de sus canciones empieza con el patrón de batería del “Over the Hills and Far Away” de Gary Moore, terminando con “Tierra de hadas”. Me gusta más el proyecto en estudio que en directo y el combo se pierde un poco en caminos transitados, además, quizá la voz de Xana luzca más en otro tipo de proyecto no el celta. Creía también que repetirían en el Rock Fest, pero ahora leo que son Celtica y no Celtian… Perdido me hallo, pero por ver a Xana y a Diego bien valió la pena “madrugar”.
Opera Magna demuestra su poderío
Tengo cierta debilidad por estos valencianos y su power metal con tintes prog que se acerca un poco a lo que proponían Symphony X en su día. Aquí el grupo fue a degüello y lo dieron todo, incluyendo la obligada intro de power metal caballuno. Empezaron con el que es su obra maestra: “La herida”, que padeció algunos errores de sonido, pero funcionó. Toca destacar los coros reales que intentan y los múltiples detalles técnicos de sus composiciones.
El neoclasicismo también fue ganando terreno en lo estilístico y vimos en “El pozo y el péndulo” el tremendo dominio instrumental del combo y la gracia natural de su vocalista José Vicente Broseta a la hora de comunicarse con el respetable. Optaron por “In Nomine”, un medio tiempo que les aleja de su estilo más habitual y ya en “El corazón delator”, el impetuoso vocalista empezó a dar muestras de que esos agudísimos gritos le estaban pasando factura. De verdad que no se reservó ni un falsete y que fue a por todas.
“Por un corazón de piedra” es otra de sus grandes composiciones, con los teclados de Rubén Casas muy protagonistas. Terminaron con “Horizontes de gloria”, con calidad y sin haber bajado ni un momento ni la intensidad ni la simpatía. Opera Magna me parecen una de las grandes bandas nacionales y así lo demostraron en Cartagena.
Blaze Bayley tira de Maiden… y poco más
Al ex vocalista de Iron Maiden lo he podido ver en otros festivales y en pueblos catalanes como Polinyà. El qué hacía allí don Bayley me sigue pareciendo un misterio, y eso que ese encuentro dio para muchas anécdotas surrealistas con él, pero bueno… yo ya sabía a lo que me enfrentaba. Blaze ya se ha dado cuenta que su material en solitario apenas tiene interés y que su modo de vida es pasear las canciones de su etapa junto a Steve Harris. No hay más…
El grupo acompaña y cumple, y su inicio es realmente bajo hasta que no calienta motores y su voz se instala, siendo una especie de motor diésel que, en un principio, decepciona. El quinteto atacó un “Lord of the Flies” titubeante y una sorpresiva “Judgement of Heaven”. De fondo quedaba la imagen de Blaze sentado en la silla eléctrica del X Factor. Absolutamente horrorosa…
Uno de los grandes puntazos fue atacar el “Virus”, contenida en ese recopilatorio Best of the Beast. Apuntó acertadamente Blaze que los Maiden nunca la habían llegado a tocar en directo, y así es. En esos momentos la voz había mejorado dando una importante paleta de tonos graves (nunca agudos) y el “The Clansman” se lo llevó todo de calle. ¡Qué gran canción! Es tan buena, que Maiden la vuelven a tener en el set y la han dejado para los bises.
Nos invitó el vocalista de las patillas a su firma de discos y lanzó eso de: “¡Scream for Me Rock Imperium!”. “Man on the Edge” y “Futureal” iban acompañadas de unos coros inaudibles y las disfrutamos hasta el punto que un par de temas hubieran sido más que bienvenidos. Valen más la pena las canciones que el vocalista, pero sigue siendo parte de la historia del rock. Concretamente del peor momento de la historia de Iron Maiden, sí, pero le da para vivir de ello.
91 Suite: de repente… en el escenario principal
91 Suite fueron oopart en toda regla, una banda de hard rock de clase sobrada que apareció en el sitio inadecuado en el momento inadecuado: 1997 en Murcia. El nivelazo de AOR que atesoraban en sus días hacían que la gente se refiriese a ellos con eso tan provinciano de: “no parecen de aquí”, pero a pesar de su deslumbrante nivel y calidad de temas, nunca llegaron a nada. Es un caso similar al de Siddharta, que uno no se explica cómo triunfaron con lo buenos que eran.
El hecho de que no tocaran Whitesnake hizo que pasasen de cerrar festival en el escenario de Mordor a una hora privilegiada en el escenario grande, y lo aprovecharon. Hubo una cuenta atrás en las pantallas de fondo y Jesús Espin llevaba una camiseta de Feetwood Mac y lució un timbre de voz cercano al de Eric Martin de Mr. Big. Su repertorio estuvo a la altura, pero con el tiempo han perdido esa capacidad de sorpresa de cuanto emergieron.
El sexteto sonó en algunos momentos algo bajo, destacando esos teclados tan ochenteros y la elegancia de puentes y estribillos. Jesús agradeció en castellano y en inglés, siempre teniendo en cuenta que estaba en un festival internacional, por mucho que jugasen en casa. Algunos de sus clásicos era muy Bon Jovi y terminaron con esos dos grandes clásicos que son “Wheels of Fire” y “Hard Rain”, que tienen más de 20 años.
Entre sus muchos logros recordemos que estuvo el de triunfar en Japón cuando aquí eso parecía absolutamente imposible. Buen concierto y el placer de haber podido ver a una banda que nunca creí poder admirar sobre un escenario.
Jorn ofrece un revival de versiones con homenaje a Dio
Con este excepcional vocalista noruego hay un problema de peso… Canta de maravilla temas ajenos, pero los suyos… digamos que cuantos menos toque, más disfrutamos. Y parece que tiene aprendida la lección y que para los festivales va a que la gente lo pase bien, cargado de versiones… Empezaron de forma abrupta y a un volumen brutal, con la gente mirando al otro escenario, un susto que luego se transformó en “Over the Horizon Radar” de su última obra.
Un quinteto instrumental contando con teclista que tendría su momento de gloria en la versión de Uriah Heep “Too Scared to Run”. Jorn disfruta de cantar esos temas con los que creció, y eso contagia al público. Cayó también el “Walking on Water” y un tema con reminiscencias irlandesas que dio mucho color, luciendo luego el “The Mob Rules” de Black Sabbath bajo los focos violeta. Como vocalista es impecable, pero… quizá el tiempo ha modificado un poquito sus tremendas cuerdas vocales.
Lleva Lande una gran cruz colgada, uno de sus fetiches de directo, y fue curioso cuando se coló presentando una canción. Tocaba “Lonely Are the Brave” y presentó el “Are You Ready to Rock” de Thin Lizzy. Luego “War of the World”, de su puño y letra, y un final que volvió a ser una versión con Dio a las voces: “Rainbow in the Dark”. Gran versión para finalizar una hora realmente entretenida de repaso a sus gustos más personales.
Doro nunca falla
Turno para la eterna metal queen para la que no pasan los años y que siempre cumple con nota. Una voz en off la presentó, y como viene siendo habitual, entró corriendo a cantar el “I Rule the Ruins”, apoyada por unos coros casi guturales del guitarra. Experimentado cuarteto con bajista muy protagonista y la icónica imagen de la diva, que despachó luego “Earthshaker” e hizo que el público, que a esas horas ya abarrotaba el recinto, cantase el estribillo de “Burning the Witches”.
En “Fight for the Rock” lucieron alguna de esas coreografías con los cuatro músicos en línea bailando acompasados, para luego pasar a la machacona de estribillo “Raise Your Fist in the Air”. Abandoné el recinto cuando optaron por “Blood Sweat and Rock n’ Roll” pues tocaba ir a Mordor a ver a los excepcionales Dry River. En ese tránsito ya pude ver a los cartagineses bien vestidos disfrutando del festi tras las vallas. Ir para Dry River cantando el “Für Immer” fue realmente bonito…
Dry River: Esa gran esperanza de la costa del Azahar
Los castellonenses iban con retraso y estuvieron más rato afinando que tocando. El viento les obligaba a dejar el telón de fondo a media asta y los nervios hicieron que se colaran cuando atacaban el “Fundido a negro”, pero fue algo casi imperceptible. N visten ya los trajes del Ali Express y presentaban a su nuevo guitarrista, que toca de maravilla, pero no le da la réplica a los parlamentos de Ángel Belinchón como sí hacía Carlos.
Sonaron a gloria, pero no había mucha gente allí, la verdad sea dicha. Llevan al simpatiquísimo animador, pero antes atacaron la brillantísima “Perder el norte”, con Ángel armado con su keytar. La gente cantó muchas de sus letras, para luego rescatar el “Pequeño animal” de su primera obra. Musicalmente el grupo es una gozada y su hard rock de toques AOR está absolutamente encima de toda media hispana. No tienen rival aquí.
Por problemas de tiempo no tocaron el tema nuevo previsto, algo que me dolió. La cuestión está en si pueden ser capaces de mantener el estratosférico nivel atesorado en 2038. Tiempo para el AORóbic de “Irresistible” con la coreografía a la que muchos se sumaron y luego otra de las más conocidas, sino la que más: “Me va a faltar el aire”. Cantada por todos, debería ser ya un clásico absoluto del rock hispano de todos los tiempos.
Finalizaron con “Traspasa mi piel” dando buen rollo y con un Ángel realmente inspirado a la hora de bromear con su siempre interactivo público. Realmente te hacen reír, y era impresionante el ver las caras de emoción de camareros, mujeres de la limpieza y miembros de seguridad, que estaban embobados con lo que sucedía en el escenario. Esperamos como agua de mayo su nueva obra, pues puede encumbrarlos a un nuevo estatus. Ojalá lo consigan, pues son especiales.
Europe siempre cumplen expediente
Volví hacia el escenario principal ya con una marabunta de gente que hacía realmente incómodo el mero hecho de estar allí. Los suecos tenían la difícil papeleta de “suplir” (con un cuarto de hora más) a Whitesnake, y no defraudaron. “Heart of stone” era una gema rara de su disco más conocido, y me sorprendió poderla disfrutar nada más entrar. Muchas joyas sonaron después, pues atacaron luego una de las mejores baladas jamás escritas: “Open Your Heart”.
Joey mantiene la voz en el mismo nivel que su dentadura: perfecta. Sonó realmente bien y más cuando aprietan el acelerador y van a por el “Ready or Not”, de riff machacón y de lo más metálico del Out of this World. Yo estaba muchas yardas atrás, pero había muchísima gente totalmente entregada con Europe, dándolo todo. Joey presentó al grupo, que recordemos: están todos los que empezaron en los 80. Es por eso que siguen sonando tan bien como siempre…
Obviamente los temas más nuevos tienen poco interés, pero cuando suena el “Superstitious” se te pasan todos los males, con ese riff de teclado de Mic Michaeli. Tempest tuvo el detalle de recordar a Coverdale y decidió entonar a capela “Is this Love” y “Here I Go Again”, acompañado por los presentes, y fue todo un detallazo. Para los bises guardó el “Cherokee”, muy canturreada y aplaudida, y cómo no: “The Final Countdown”. Todo se vino abajo…
Tengo que decir que odio desde lo más profundo de mi ser aquellos cenutrios que cuando suena esta canción la cantan con la letra de Gigatrón (mis propios amigos acompañantes), pero la disfruté igual: Historia viva y símbolo de los 80. La gracia de Europe es que mantienen el tipo y que tienen fuelle para una década más sin problemas. Se me hizo muy corto… luego recordé que al haber estado en el concierto de Dry River, me perdí casi todo su concierto. Tanto da… Europe siempre están allí.
Scorpions mantienen la leyenda con dificultades
Tuve un debate interior: quedarme a Scorps o irme a por At the Gates que tocaban en Mordor… Pero entiendo que la gente querrá una crónica de los cabezas de cartel, así que me quedé, a 20000 leguas de escenario. Cabe decir que el nuevo disco de los de Hannover es realmente tremendo. Las cosas para esta histórica formación empiezan a estar realmente peludas. Klaus Meine se mantiene, pero hace un esfuerzo titánico para llevar a cabo los conciertos. Eso implica el disimular con muchos temas instrumentales y de ofrecer un show de hora y 15 minutos, no más.
Es lo que hay, y te aseguran disfrute total como en ese gran single que es “Gas in the Tank”, a la vez que en la pantalla aparecía un escorpión gigante en 3D. Voz temblorosa y luego el fantástico medio tiempo “Make It Real” para darle tiempo de calentar cuerdas vocales. Despliegue de medios, posturitas, ropas molonas por parte de Jabs y Rudolph y mucha clase, la que siempre han tenido. Quizá el sonido era algo bajo, pero es que yo estaba situado lejos, en el peñón de Gibraltar casi.
En “The Zoo” jugaron con un talk box y la cosa fue remontando poco a poco. Pero tras el esfuerzo Klaus se retira y atacan una instrumental de peso: “Coast to Coast”. Volvió para atacar un par de las nuevas como fueron “Seventh Sun” y “Peacemaker”, un título muy adecuado para los tiempos en los que vivimos. Incluso aparecieron las letras en pantalla a modo de karaoke. No olvidan para nada su compromiso social político-crítico como veríamos luego. Resaltar que los temas nuevos funcionan perfectamente, y que lleguen a tocar cuatro del nuevo es algo que dice mucho de lo Scorpions: hay nostalgia, pero también actualidad a la altura de la leyenda.
El ”Bad Boys Running Wild” despertó a los fans más auténticos y Klaus estuvo muy bien en un tema exigente, con imágenes de motos de alta cilindrada en pantalla. Así que tras el esfuerzo tocaba otra instrumental: “Delicate Dance”. Tiempo para que Matthias y Rudolph lucieran técnica. Vinieron luego dos baladas seguidas: las históricas “Send Me an Angel” (con efectos de cortinas rojas y velas) y “Wind of Change”, en la que se alteraron las letras para poner Ucrania en el foco. La verdad es que la segunda arrancó alguna lagrimita, y más con el símbolo de la paz hecho con los colores del país.
Poquitos saludos y parlamentos para abordar luego el “Tease Me Please Me”, eléctrica y convincente. A esas alturas ya habías dejado de fijarte en las carencias y ya estabas del todo metido en el concierto. Eso nos llevó al “Rock Believer”, perfectamente defendida, dando paso a la enésima pieza instrumental: “New Vision”, para lucimiento de bajo y batería. Aquí Mikkey Dee hizo ese solo combinado con las imágenes de las tragaperras en homenaje al Dios Lemmy. ¡Muy bien jugado!
Quedaban las cargas de profundidad más potentes por lo que no se arrugaron ante el “Blackout”, con sirenas de policía. Bien por Klaus… Incluso Rudolph metió unos coros chillando de modo rasgado. En “Big City Nights” los cuatro salieron a primera línea a hacer posturitas y dando una imagen icónica de sus directos. Realmente estaban dando el callo a pesar de la edad.
Los bises empezaron con esa maravilla titulada “Still Loving You”, que hizo que las más de 25000 personas sacaran sus móviles. Emocionante, sentida y con Meine dejando sus muchos detalles expresivos en la voz y con una silueta femenina de fondo en las pantallas. Luego, el fin de fiesta con el “Rock You like a Hurricane”. Aplausos generalizados y sensación de haber cumplido bien. Bastante bien para unos históricos como ellos, pero queda claro que para don Klaus Meine sacar adelante los conciertos empieza ser más que duro. Y es que a veces el fan exige y quiere que todo suene como en los 80, pero este señor tiene 74 años…
Saurom son la fiesta perfecta
Les he visto mil veces y opté por marcharme a Mordor a ver a Hartmann y Eric Martin, pero la cola era tal que desistí. ¿Huía del gentío para meterme en un sitio petado? Así que volví sobre mis pasos, pues buenos son Saurom… La gracia de ver un concierto de estos gaditanos es hacerlo con amigos que no tenían referencia alguna de ellos: de verdad que alucinaron con la calidad del directo y de las canciones.
Salieron con todo el arsenal de fuego, bailarinas, coros y danzas. Hubo mucha gente que no se quiso perder ese fin de fiesta del que disfrutamos con “Noche de Halloween”. Migue estuvo de cine y Narci fue sacando todo su arsenal folkie para deleite del público. Hicieron sacar fuerzas de flaqueza del cansado público para bailar con “Salta” o con “El Lazarillo de Tormes”. La capacidad de provocar felicidad y fiesta es inherente en Saurom.
Cariocas en “El festival del diablo” y carrusel de extras añadiendo colores a un directo hechizante. El gran momento fue el wall of death organizado en “El círculo juglar”, de la que no me la saco todavía, a día de hoy, de la mente. Preciosa canción con potente heavy metal de base y luego el arsenal festivo. Saurom son carta ganadora y allí donde van siguen enamorando. 14 personas estaban sobre escena…
Pain of Salvation juegan en otra liga
Sigo diciendo que el optar por cierres de noche progresivos ha sido una de las mejores ideas posibles para el festival. Lo de Daniel Gildenlöw y sus secuaces fue antológico, al nivel de Leprous el día anterior. El cuarteto sueco son unos francotiradores y mutan de sonido en cada disco. “Accelerator” dio buena cuenta de su nuevo disco Panther, realmente extraño, pero bello. Sé que mucha gente que estaba allí no entendieron para nada lo que estaban perpetrando, pero se salían en cuanto a técnica y entrega y lo percibían.
Hay que agradecer ese sonido perfecto y esos focos envolventes que nos llevaron a “Reasons” y a “Meaningless”. Obviamente sin Ragnar la cosa pierde, pero siguen enamorando… “Wait” era un caos controlando con un teclista moreno capaz de proporcionar excelentes coros y de mucha teatralidad al directo. Daniel nos confesó que los mejores públicos para tocar están en Brasil, Argentina y España, y con eso jugó para hacernos gritar…
“Used” fue la única concesión a lo clásico, con el grupo muy esmerado en los coros y dando esa sensación de caos sónico controlado. Ese galimatías y trabalenguas que es “Full Throttle Tribe” nos recordó la valía del inmenso In the Passing Light of Day. Los juegos de sombras y luz eran maravillosos y la técnica y precisión del grupo absolutamente estelar. Para “Restless Boy” jugaron con los focos instalados de fondo, cambiantes, jugando con atmósferas. Atención a la métrica y los tempos, porque era todo demencial… y más cuando los fogonazos de luz acompañan los complejos patrones de las canciones.
“Panther” sirvió para presentar al motivado Niklas a los teclados y… ese momento en el que el baterista Léo Margarit canta, te deja sin palabras… “Buenas noches, os dejamos con vuestros espíritus en la noche…”. Gran detalle de su líder para luego encarar algo tan tremendo como “On a Tuesday”, pasando del heavy metal más contundente a la balada más preciosa en el espacio de un único tema. Absolutamente magistral. ¡Cómo lucen Pain of Salvation en un festival! Ojipláticos quedamos todos.
Tiempo habrá para hablar largo y tendido del éxito (que lo es) del Rock Imperium, pero hay unas sombras claras que están allí y que debemos abordar: el festival, en este recinto, no puede crecer más, y eso hace que Cartagena haya quedado pequeña para este evento. El target del festival es gente de más de 35 buscando la comodidad y ese recinto es insuficiente. No seré yo quien os cuente lo que acaezca el año que viene…