Sechem – Disputes With My Ba

Me pregunto qué pensarían las pobres gentes de la Edad Vikinga si pudiesen ver cómo hoy en día miles y miles de personas a lo largo y ancho del continente que los bandidos nórdicos saquearon aclaman a sus atormentadores, celebran sus gestas y encuentran en ellos inspiración y ocio. Pobres, seguro que han de estar revolviéndose en sus tumbas. Pero mal que les pese, lo cierto es que a día de hoy vivimos un auténtico “revival” en lo que respecta a la temática vikinga y, por extensión, a otros antiguos pueblos paganos. A través de productos culturales como la serie de TV Vikingos, la figura de los fieros guerreros del norte se ha convertido prácticamente en una representación de la aventura, el valor y la gloria de la batalla (a menudo a través de un proceso de malinterpretación histórica tendente a la idealización y romantización de su cultura y sociedad).

Una buena representación de esta tendencia es el gran momento de popularidad que experimentan el folk y el viking metal ahora mismo. El heavy metal, siempre proclive a incorporar temáticas épicas a su universo creativo, se ha convertido en el vehículo perfecto para transmitir este tipo de historias y no resulta extraño observar grandes giras de grupos caracterizados de dicha guisa que atraviesan los mismos territorios que siglos atrás fueran expoliados por los guerreros a los que ensalzan.

Esta construcción cultural, casi totalmente de mirada eurocéntrica, ha copado en buena medida la representación popular pero no ha logrado eliminar del todo a sus competidores. Y un buen ejemplo de ello es la perenne fascinación que ejerce sobre el imaginario colectivo la antigua tierra de los faraones. El Egipto de Ra, sumido en un mar de leyendas y rodeado por una arcana aureola de misterio, ha sido una de las fuentes de inspiración más influyentes y prolíficas y le debemos algunos de los hitos artísticos más importantes de los últimos tiempos. Sin embargo, en el ámbito musical, o al menos si nos circunscribimos al género del Metal, sí que podemos observar un cierto vacío en lo que respecta a la representación de este enigmático reino. Es fácil pensar en los norteamericanos Nile, pero si tratamos de encontrar más nombres la cosa se complica un poco.

Al menos, hasta que las primeras notas de “In Search of Immortality” nos envuelven suavemente y enriquecen el firmamento creativo que habíamos observado hasta entonces. Tal es el mérito que corresponde a Sechem, agrupación madrileña formada a finales de 2010 que publicó en diciembre del año pasado su álbum debut, Disputes with My Ba. Un trabajo cuya sólida y compleja propuesta supone una brecha respecto al material que habían publicado hasta la fecha, de corte más tradicional. Producido por el inquieto Yossi Sassi (miembro fundador de Orphaned Land) a propuesta del propio músico durante la gira que ambos compartieron, mezclado por Arie Aranovich (Angra) y masterizado por Jonathan Jiacobi, este disco compendia la evolución y la madurez registradas durante estos años por el grupo. Si anteriormente se habían caracterizado por enmarcarse en un Oriental Metal más ortodoxo, en esta ocasión han incorporado una gran variedad de influencias que van desde el Djent hasta el tango, pasando por el Power y el Metal Progresivo. Asimismo, han contado con la colaboración de numerosos músicos del panorama nacional, entre los que se cuentan Bones of Minerva, Eduardo Guilló (Sun of Dying), Guille Ramos (Stomatopoda) o Destro (Lacarde).

Conceptualmente, Disputes with My Ba se inspira en los juegos de palabras y las metáforas textuales características de los egipcios para trasladar la idea, a través de los cuentos e historias célebres de la época, de que los seres humanos compartimos las mismas preocupaciones, alegrías y pensamientos. Un enfoque que huye del sensacionalismo que tradicionalmente se ha cebado con esta antigua civilización y configura una propuesta reflexiva y profunda, complementada magistralmente a nivel musical gracias a la amalgama de elementos que incorpora. “In Search of Immortality”, corte encargado de abrir el disco, supone un buen ejemplo de ello al jugar con múltiples cambios de ritmo y registro. La melodiosa apertura, de aroma oriental y tenue sonido acústico, no tarda en dar paso a una carga frontal por parte del grupo que demuestra que por muchos rasgos diversos que incluyan, la palabra metal sigue definiendo en buena medida su música. Hay que destacar la riqueza que Marta Sacri y su flauta aportan al grupo, definiendo en buena medida su personalidad y protagonizando a lo largo del tema algunos pasajes. Sorprende además la inclusión de voces guturales, ausentes en su última obra y que amplían el territorio por el que camina el grupo. Instrumentalmente, nos encontramos ante una pieza compleja y de alta factura técnica, con marcados riffs de guitarra propios del Djent. Sin embargo, en ningún momento cae en el tedio que a veces entraña la exhibición de destreza y palpita de emoción a lo largo de los casi siete minutos que dura.

Una de las principales garantes de esta atmósfera que envuelve las canciones de Sechem es Ikena y su cadenciosa voz, capaz de generar un ambiente sumamente inmersivo que atrapa al oyente. Su estilo, pausado pero lleno de energía, se desmarca de lo que es habitual en la escena y remarca la fuerte personalidad del grupo. En “Mummify Me!”, siguiente tema del álbum, adopta un estilo algo más directo y ágil, a juego con sus compañeros, que cimentan una base sólida como la de una pirámide. Destaca en los primeros momentos del corte el trabajo de Santiago Urruela y Jorge Homobono, bajo y batería, de gran potencia y efectividad. Se trata de una composición algo más tradicional que la anterior, rápida y agresiva, que conecta de inmediato con “Bird in a Cage”, introducida por un ardiente riff de guitarra antes de liberar una auténtica tormenta. Pese a mostrar un carácter impetuoso y permitir el lucimiento de Homobono, exhibe a través de sus estructura cambiante influencias externas al Metal e incluso invita a mover el cuerpo y bailar alegremente gracias a la apabullante energía que transmite.

“An Epic Journey to Yam”, single que se encargó de presentar en sociedad el álbum, cuenta con el maestro Yossi Sassi para dar la bienvenida al oyente. Se trata de una de las piezas más épicas del CD, lanzada de manera imparable y sostenida por una fantástica labor del batería. Los estribillos, que cuentan con unos imponentes coros firmados por el conjunto de la banda se encargan de elevar al oyente hasta cotas altísimas mientras Ikena da lo mejor de sí para que el fuego no se apague. “Sanehat” continúa en la línea marcada por su predecesora al mezclar de manera efectiva los sonidos de influencia oriental y secciones instrumentales rápidas y potentes, aunque en este caso el ritmo se reduce un poco en los estribillos y después de la cabalgada precedente dan ganas de arrancar el freno dejar que se desboque.

“Horus & Seth” eleva la tensión del ambiente gracias a una atmósfera más pesada e intensa, casi avasalladora. Brilla especialmente el dúo flauta/voz gracias a la genial unión de Marta e Ikena, que protagonizan algunos de los mejores momentos que podemos encontrar aquí. También hay que destacar la participación de Paolo Andreotti al teclado, a quien sus compañeros dejan solo ante el peligro para que pueda demostrar su clase y aderece con su piano una de las partes más bonitas del disco. Esquematizada a través de diferentes variaciones en su aproximación sonora, supone uno de los mayores aciertos del disco y es evidente por qué fue elegida por el grupo para protagonizar su primer videoclip.

El sonido del agua y las aves conceden una pequeña tregua que no tarda en volatilizarse con una atronadora estampida instrumental, al tiempo que esta deja huecos para que una majestuosa melodía ambiental expanda los horizontes de “The Shipwrecked Sailor”. Corte que combina muy bien la faceta más agresiva de Sechem con la inclusión de elementos del Folk oriental que le otorgan un sabor dulce al conjunto. “Rusty Nail” por su parte constituye el aporte más curioso de este trabajo al acercarse, aunque sin perder su esencia primordial gracias sobre todo a su vocalista, al Hard Rock y al Stoner.

“Waltz of the Three Fates”, una preciosista pieza instrumental que bien podría surgir de una cajita de música, nos guía hasta la presencia de “The Doomed Prince”, una suerte de resumen de los numerosos elementos que hemos encontrado a lo largo del álbum pero al que igual le falta algo de personalidad, y que marca el final de la primera gran incursión de Sechem. Una obra en la que el grupo da muestras de una madurez creativa encomiable y constituye una pequeña joya tallada con laboriosidad y exquisitez. Resulta excitante pensar en lo que las huestes de los faraones podrán ofrecernos en el futuro si se mantienen fieles a sí mismos y continúan bajo el auspicio de este sol.

Juan Mari Sauras

Buscador incansable de experiencias que abran las puertas a nuevos mundos. Nunca hay suficientes libros o música, la frontera de la imaginación siempre puede ir más allá. Obsesionado con los lobos, la noche, lo gótico y demás estereotipos de joven incomprendido. Defensor de los pogos como estilo de vida.