Es curioso que el mundo haya olvidado a Sentenced y a Miika Tenkula (líder y guitarrista de los death metaleros góticos fineses). Me parecen una banda fundamental de los 90 y primeros de los 2000 y son de los pocos grupos que cuando dijeron que lo dejaban lo hicieron con todas las consecuencias. No han vuelto. Debutaron a principios de los 90 con discos cercanos al death metal del sonido nórdico o Gotemburgo. Temas muy técnicos con grandes guitarras melódicas y la voz profunda de Taneli Jarva.
Es un caso similar al de Amorphis puesto que hay muchos fans que defienden su primera época y aborrecen la posterior al disco que nos ocupa, pues su sonido se volvió absolutamente más comercial siendo netamente metal gótico. También os diré que su estilo es único y que pocas bandas se acercaron a ellos, además de grabar auténticas obras maestras. En Down entraba en sus filas como vocalista Ville Laihiala y el grupo daba un paso de gigante hacia el gran público, o si más no, hacia círculos de oyentes más amplios.
El disco
Tras la habitual y gélida intro empezamos con una de las grandes piezas del disco como es la espectacular “Noose”, uno de esos himnos definitivos de la movida gótica de finales de los 90. Hay comercialidad hasta cierto punto, guitarras sumamente trabajadas, empezado ya con el original riff de entrada del tema y terminando con los breaks finales de Vesa Ranta para poner fin a esta gran canción. Es quizá la más emblemática de Down.
“Bleed” es otra de las más grandes composiciones de esta obra y aquí ya asoma un invitado de lujo como es Vorph de Samael, quien pone los voces guturales y rasgadas a tres temas. La facilidad con la que juegan con los estribillos accesibles y melódicos, a la vez que desarrollan ese sonido contundente, y que va más allá del gótico. El grupo suena realmente metálico.
Los aires acústicos de “Shadegrown” dejan patente la mutación sónica y la voluntad del grupo. Por fin podemos decir de Sentenced que eran una banda de metal gótico con todas las de la ley quedando bastante lejos el Amok y los dos anteriores discos. Pero hay algo de belleza y mucha clase en lo que muestran aquí. Hay muchos grandes momentos en el álbumy un de ellos es “Keep My Grave Open”. Aquí los versos son contundentes, con el añadido de los pianos, gentileza de un tipo muy grande: Waldemar Sorychta.
Una de las joyas ocultas es el tema final de esta obra: “I’ll Throw the first Rock”. Directa, corta, sin grandes pretensiones y con destellos de Paradise Lost en las guitarras de Tenkula y Sami Loppaka. Casi nunca juegan con los coros dejando a su vocalista todo el cometido vocal, casi siempre. Puedo entender que sus antiguos fans aborrecieran temas como “Crumbling Down (Give Us Hope)”. Aquí sí hay coros femeninos y escalas arábigas, pero me sigue pareciendo un gran trabajo.
Hay otros cortes que quedan en tierra de nadie como “Sun Won’t Shine” si bien es un perfecto ejemplo de la gracia que tenía el grupo para hacer lo de verso + puente + estribillo. Esa fórmula se iría perfeccionando y en temas de su posterior Frozen como por ejemplo “Suicider” alcanzaría cotas de genialidad. En Down un poco habían dado con la fórmula. En “Ode to the End” empieza el bajo del propio Mika en uno de los temas más atmosféricos con esos efectos muy propios de Amorphis de fondo. Hay también las voces de soprano de Brigit Zacher haciendo de sirena.
“0123” es un interludio curioso guitarrero de minuto y poco más que da color con protagonismo para la batería de Vesa Ranta. Queda empalmada con “Warrior of Life (Reaper Redeemer)” combinando pasajes acústicos con electricidad y transitando sendas comercialillas, siempre con la expresiva garganta de Ville, que es la estrella absoluta del disco. Ese cambio de vocalista les llevaba a nuevos caladeros de pesca de fans mayoritarios
Veredicto
Si hay algo negativo a decir de ellos es que yo nunca les vi un concierto realmente bueno. Siempre me dejaban frío como su Oulu natal, y eso siempre ha sido una cruz que llevo, pues en estudio es un grupo que me parece fundamental. En Down hay un valiente paso adelante y las ventas les dieron la razón. Considero los posteriores Frozen y The Cold White Light obras enormes, pero sí… si me tengo que quedar con uno, este sería el anterior al Down; El Amok, título con referencia a uno de mis escritores favoritos: Stefan Zweig.