Cuando tras Amok de 1995 Taneli Jarva abandonó el grupo estaba claro que encontrar a un vocalista a la altura iba a ser complicado, pero lo consiguieron con la entrada de Ville Laihiala. El grupo había hecho cambios en su estilo consiguiendo una notoria personalidad, pero en Down el vocalista había tenido que cantar en tonos altos, cosa que se fue corrigiendo en discos como Frozen, buscando su comodidad vocal, por una parte, y también una temática propia. Curiosamente esta termina siendo el suicidio, y la irían desarrollando en sus posteriores discos.
Realmente es un álbum continuista respecto a su anterior Down en el que ya habían dado un paso definitivo hasta encontrar su sonido propio. Repetía como productor Waldemar Sorychta, que en esos días era uno de los productores del momento y que rompía la pana trabajando en muchos de los grupos de Century Media. Disco variado dentro del estilo con dos singles espectaculares, un par de canciones instrumentales, un poco de guiño a sus primeros tiempos, pero con lo más importante: habían dado con la fórmula y el sonido.
El disco
La intro “Kaamos” ya nos conduce de forma acústica y étnica hacia uno de los grandes temas de la carrera de Sentenced: “Farewell”. Memorable canción hímnica, melódica, oscura, pero tremendamente accesible y con el lujo de que Vesa Ranta tira de doble bombo. Gran sonido con todos los instrumentos luciendo, pero es esencialmente la voz de Ville Laihiala lo que más destaca. Si vamos a nivel de singles está claro que hay que hablar de otra pieza fundamental como es la excepcional “The Suicider”. El profundo bajo de Sami Kukkohovi conduce la canción hasta culminar con un estribillo de ensueño. Es el tema ideal para entrar en la cosmogonía de Sentenced y ver que en ellos hay algo especial.
“Dead Leaves” muestra una cara más pausada en un medio tiempo contundente en el que ya ves que tienen la fórmula, y se nota especialmente en los pegadizos estribillos, pero también en dejar esos versos casi desnudos con la guitarra de Miika Tenkula punteando casi en acústico. A todo ello súmale un ambiente casi gélido de producción, conectando totalmente con la portada. Siguen manteniendo un tono alto de calidad compositiva en “For the Love I Bear”, corte que curiosamente apenas tocaron en directo, y eso que podría funcionar como single perfectamente. Efectivos juegos de guitarra y profundidad de sonido en los bajos (incluye un eructo, quizá por eso se descartó como sencillo).
Otro de los cortes fundamentales es la atmosférica y tétrica “The Rain Comes Falling Down”, aderezada con teclados de Sorychta y Tenkula, con un buen solo integrado y mucho feeling. Un poco es el mejor tema de los que se apartan de la fórmula ganadora que exhiben en Frozen. “Grave Sweet Grave” un poco anticipa lo que está por venir, pues para muchos de sus fans realmente su cénit llegaría con The Cold White Light, y es justo esta forma de componer más simple, más despojada de todo, enfocada a la melodía y con títulos casi paródicos. “Burn” da otro giro al disco siendo una (casi) instrumental que entronca con sus primeros y más agresivos discos. Una concesión necesaria que no paso de lo curioso.
“Drown Together” es otro paso en la dirección antes mencionada del menos es más y del dejar a la melodía en primera línea. Arreglos de teclado sutiles, juegos en los coros y mantener la sensación gélida y los estribillos matadores. “Let Go (The Last Chapter)” es otra vuelta de tuerca a la fórmula, pero sin grandes novedades más allá de un conseguido estribillo y un gran riff base. “Mourn” es una perfecta despedida de disco puesto que es en clave instrumental y aunando muchas de las ideas que resumen lo que es el disco en el plano instrumental. Muchos efectos, pero también lucimientos personales, aunque en Sentenced reman todos a una, la canción es lo más importante.
Veredicto
No sé hasta qué punto Sentenced influenció a HIM o HIM a Sentenced, pero la orientación de ambos grupos anduvo por derroteros similares a pesar de que hay diferencias estilísticas más allá de vivir en similares latitudes. Sentenced seguían expandiéndose encontrando su estilo y temática y un par de singles del tamaño de “The Suicider” y de “Farewell” dejaban claro que las afinaciones bajas y el menos es más eran el camino a seguir.
Quedaban un par de discos excepcionales y el grupo conseguía un estatus realmente importante al entrar en el número 3 de las listas de ventas de su Finlandia natal, pero también en las listas alemanas. Incluso en Estados Unidos hubo muy buenas cifras de ventas, pero lo que vino luego fueron números 1, algo impensable para un grupo que empezó practicando death metal. Miika Tenkula era un excepcional compositor y había conseguido una formación que, con esos temas, podían ir a por todo.