El año 1993 fue un momento clave para la consolidación y evolución del metal extremo con muchos ejemplos de grandes discos que salieron en esa época. Precisamente ese fue el año en el que empecé mi viaje hacia el metal y a recopilar todo lo que pudiese. En unas vacaciones vi en una tienda el disco que nos ocupa hoy y un cd pirata en directo del año 91. Uno costaba la cuarta parte que el otro y claro, me llevé el pirata. Ese fue mi primer acercamiento al grupo, una furia desbocada en la que interpretaban canciones hasta el Arise (1991), disco que no tardó mucho en caer en mis manos.
Tras ese gran disco era muy difícil superarlo pero Sepultura se sacaron de la manga un disco muy compacto y aunque fue algo criticado tiene canciones icónicas que forman parte de la historia del metal. Según han contado ellos en varias ocasiones se sintieron influenciados por otros grupos algo fuera de su estilo como Ministry, Pitch Shifter o Godflesh y añadieron ciertos elementos industriales y también ritmos tribales de su tierra natal. Siguieron con un mensaje de crítica a todo el poder establecido y a las leyes injustas, las guerras, las religiones y un largo etcétera. Cambiaron su formula a la hora de hacer canciones perdiendo velocidad para centrarse más en medios tiempos con mucho groove, riffs sencillos y casi eliminando del todo su halo thrasher que siempre habían tenido. Buscaron más la contundencia con un claro mensaje a costas de bajar la velocidad.
El disco se abre con la canción millones de veces versionada «Refuse/Resist» que empieza con los latidos del hijo de Max Cavalera cuando estaba en el vientre de su madre. Un trallazo sin pega alguna que ponerle y todo un clásico que no puede faltar nunca en uno de sus conciertos.
La siguiente fue la primera canción que escuché de este disco. «Territory» se convirtió al momento en mi canción favorita por muchas cosas pero sobre todo por su desarrollo y ritmos. Un grito desesperado a parar las guerras por los territorios masacrando a poblaciones enteras con un Igor en total esplendor.
«Slave New World» es agresiva y potente, tres minutos de una mezcla de death metal con destellos thrash pero sin las altas velocidades a las que nos tenían acostumbrados. Los ritmos tribales vuelven a aparecer que asentaron y realzaron en su siguiente disco Roots (1996).
En «Kaiowas» nos encontramos a los Sepultura más delicados, una canción diferente grabada en directo con percusión y unas deliciosas y sugerentes guitarras acústicas, un remanso de paz para lo que se nos viene encima luego ya que con «Propaganda» recuperan su versión más punk y nos regalan una canción perfecta para mover la cabeza y gritar con el puño en alto «Don’t believe what you see, read!!»; todo un lujo. Vacilones y reivindicativos con unas guitarras disonantes y riffs monolíticos sustentados por un profundo bajo.
Si la anterior era tirando a un punk metal oscuro «Biotech Is Godzilla» es una autentica locura, una crítica a los experimentos genéticos en humanos en su tierra natal. Rápida y rara se convirtió en una fija en sus actuaciones generando la locura colectiva. Los solos en general en todo el disco son extraños con un abuso desmesurado de la palanca y las disonancias, abandonando el lado más clásico que tenían en sus anteriores discos.
«Nomad» es una canción con una cadencia lenta y agónica que avanza de manera incesante como un ejercito de muertos vivientes. Sólida y devastadora es aquí donde se empiezan a apreciar más esas influencias industriales derivadas también por la amistad con gente de Fudge Tunnel y Fear Factory con los que llevarían a cabo el proyecto Nailbomb sacando un gran disco llamado Point Blank (1994).
La parte más experimental que he hablado en el párrafo anterior se ve totalmente implementada en la canción «Who We Are Not as Others», casi un mismo riff que se repite hasta la saciedad al igual que el título de la canción que es la totalidad de la letra. Pero aunque parezca mentira es una genial canción que siempre me ha parecido magistral por su oscuridad y su desarrollo. El sonido del disco es espectacular y fue conseguido por Andy Wallace y su equipo además de muchos colaboradores que se encontraron en el estudio.
«Manifest» sigue siendo una canción muy diferente a lo que habían hecho antes, canciones olvidadas que merecieron más atención. Nos habla de unos hechos ocurridos en el año 1992 en una penitenciaria de Brasil, la más grande de Sudamérica. Con una voz enlatada nos narran los hechos mientras su martilleante ritmo te invita a mover las cervicales.
Igor, tras mucho insistir, por fin pudo hacer realidad un sueño: uno de sus grupos favoritos siempre había sido New Model Army y propuso hacer una versión de la canción «The Hunt» (The Ghost of Cain, 1986). La pasaron por su filtro y les quedó muy bien siendo una canción diferente dentro del disco pero que no desentonaba para nada.
Y para cerrar una canción que siempre me fascinó. Tiene una atmósfera opresiva con ese inicio tan industrial y oscuro. En el momento que entran lo hacen sin reparos y van a degüello. El riff principal es como un martillo pilón, una canción para saltar sin parar hasta desatar la locura en el pit con su parte rápida de puro thrash metal. A fuego se me marcaron las palabras «Soul, Mind, Fist» seguido de su final con tintes doomeros con unas guitarras magistrales para quedarte absorto con esos sonidos extraños de su desenlace.
La verdad es que al volverlo a escuchar con la perspectiva de haber transcurrido 25 años desde su publicación ha envejecido más que bien y suena actual con una temática que no difiere mucho de como está el mundo en la actualidad.