Hay grandes discos de debut y este es probablemente uno de los más sonados de la historia del rock. Fue escucharlo y saber que estábamos ante una banda atemporal y un grupo de estadio. La colección de singles era inmensa y desde entonces la imagen de los cuervos para siempre queda asociada a los hermanos Robinson. Era 1990 y con la nueva década el negocio musical estaba en la cuenta atrás de un cambio radical en cuanto a gustos musicales. El rock iba a dar un vuelco y los Crowes surfearían la ola apareciendo justo en el momento perfecto. Incluso la MTV se rindió a sus pies dando cancha a sus videoclips. Hasta seis sencillos se publicaron del Shake Your Money Maker, casi nada. Pero sería la versión de Otis Redding “Too Hot to Handle” la que los puso definitivamente en órbita. Sólo en los Estados Unidos, y en esas fechas, ya habían facturado cinco millones de copias vendidas. A día de hoy esta obra ya es quíntuple platino en los States.
Es rock tradicional que apunta directamente a los grandes Faces y los Rolling Stones pero con el marcado acento del sur. Suenan sureños por los cuatro costados. Dos hermanos antagónicos eran los auténticos motores del grupo ya a mediados de los años 80. El nombre del LP hace referencia a un tema clásico de Elmore James que solían tocar en directo. De hecho, aparece incluso en el directo de 1999 en el que acompañaban a Jimmy Page en el Greek. Otro disco alucinante, por cierto. El multifacético padre de los hermanos indagó en el terreno musical por lo que ellos lo llevaban en la sangre desde su gestación.
De la nada a banda del momento
El primer nombre del grupo fue Mr. Crowe’s Garden y la escena de Atlanta era en esa década rica e incluso aportó algún grupo de éxito como los R.E.M.. Su directo era una importante recopilación de versiones de bandas consolidadas y hubo conciertos nefastos, especialmente se recuerda uno en el CBGB’s de Nueva York. A pesar de lo mucho que debían pulir un avispado cazatalentos fue el que vio en ellos algo especial. Su nombre os sonará a muchos/as: George Drakoulias. Finalmente fichan por Def American y retocan la formación entrando una de las piezas clave: Johnny Colt al bajo. Drakoulias hace de productor, Brendan O’Brien terminó siendo una de las claves del sonido del grupo y tocó varios instrumentos en los arreglos del disco. Finalmente, Rick Rubin aparece en los créditos, pero sólo una vez vio que el disco había resultado un éxito. El mismo Rubin fue el que les recomendó al grupo que en los directos colgaran una gran bandera sureña. El grupo se negó en redondo. Chuck Leavell (Rolling Stones y Allman Brothers) a los teclados elevó un producto donde fueron clave los coros de Laura Creamer.
Las comparaciones con los Stones serán constantes desde que apareciera su primer disco hasta el punto que cabreó enormemente a los hermanos. Decidieron incluso girar sin teclados para alejarse de los brillantes arreglos que en disco hacía Leavell. Hay declaraciones fantásticas de la época por parte del siempre bocazas Chris Robinson. El disco sale sin hacer ruido y son los singles “Jealous Again” y sobre todo “Hard to Handle” hacen que despegue. Las emisoras les empiezan a radiar, suben como la espuma llegando a compartir cartel con bandas de la talla de Aerosmith, e incluso les ofrecen participar en el MTV Unplugged. El mundo del rock y las bandas que han admirado desde su infancia les cubren de piropos.
Luego vino el incidente de la cerveza Miller que patrocinaba la gira de ZZ Top junto a los cuervos. El mayor de los Robinson se dedicó a reírse y meterse con la marca cervecera hasta que, obviamente, fueron expulsados del tour. No suele ser buena idea morder a la mano que te da de comer. Luego vendría el cruce de declaraciones con los tejanos y el seguir en el candelero a base de publicidad amarillenta. Su fama siguió creciendo hasta que se les invitó a tocar en el Monsters of Rock. Ojo, con AC/DC y Metallica. Toda esta cosecha y con solo un disco. No está nada mal…
La rutilancia de una ópera prima
El disco es rutilante de principio a fin y todos los temas que salieron de single siguen poseyendo toda la belleza y el aura inmortal con la que arrasaron en su día. “Twice As Hard” posee el perfecto equilibrio entre rock clásico y alma sureña. Inicio renqueante, riff poderoso y la voz nasal de Chris. Así irrumpió en nuestras vidas la banda de Atlanta. El contrapunto y los quilates los ponen los teclados de Leavell junto con los coros. La verdad es que las tareas de producción y el sonido conseguido siguen siendo impresionantes. Palabras mayores en “Jealous Again”, una preciosidad que indaga en los terrenos de rock clásico de raíces inglesas. La primera vez que la escuché ya supe que estaba ante un himno rockero que me iba a acompañar toda la vida. Impresiona la base rítmica y los muchos detalles y arreglos que visten este clásico instantáneo. En “Sister Luck” ya hay todos los sabores del sur. Verdes praderas, amplios espacios y algodón en flor que asoman y convencen con una melodía arrebatadora. Las guitarras de Rich y Jeff Cease piden paso y mandan tanto como la voz de mayor de los Robinson.
La clase que destila un corte como “Could I’ve Been so Blind” sigue hechizando. Posiblemente, y a nivel de rock sureño, nada me ha vuelto a convencer tanto hasta la irrupción de los Blackberry Smoke. Otra vez bordean la frontera del sur con la del rock inglés y el riff base es de esos que te electrifica el cuerpo. Hasta cierto punto los arreglos no se alejan tanto de los primeros discos de Quireboys que ya habían pegado el pelotazo antes que los Crowes, pero de Newcastle tiraban mucho más de sonido inglés. La balada que les ayudó a llegar más allá de su público potencial fue el “She Talks to Angels”, con esa guitarra con las cuerdas de acero y esa cadencia inmortal. Aquí la voz de Chris te transporta pues la canción supura clase. La letra va sobre una chica gótica de Atlanta que estaba metida en la heroína. Es por eso que “ella hablaba con los ángeles”. Letra es de Chris y riff de Rich. Pero si hubo un tiro certero en este disco es la inmortal versión del “Hard to Handle”. Cuando se habla de esos raros casos en los que una versión supera la original hay que ejemplificarlo con esta maravilla. No se puede hacer mejor. Otis Redding revisitado y sonando absolutamente actual. Una de las grandes claves de este trallazo es el grandioso trabajo en la pegada de Steve Gorman. Los parones y arrancadas le dan al tema pura magia, y atención a los solos de Chris y Jeff, especialmente en el eléctrico final.
Continuando con momentos gloriosos toca resaltar ese medio tiempo en onda “She Talks to Angels” que es “Seeing Things” en la que el vocalista hace quizá su mejor demostración de voz, quedando repuntada por la voz negra de Laura Creamer que le da otro plus a la canción. Con el tiempo siempre han llevado de gira un par de voces de color apoyándoles. “Thick N’ Thin” comienza con el sonido de un accidente de coche para luego electrificarse y navegar por el rock de época, de sala humeante con regusto a Bourbon. “Struttin’ Blues” cumple a un gran nivel y a pesar del título hay también grandes dosis de rock y uno de los solos más logrados e inspirados del disco, además de una línea vocal inspiradísima. Una de las claves de su éxito es que las líneas vocales de Chris muchas veces no siguen lo obvio que pide la canción. Los cascabeles dan la entrada de “Stare it Cold” manteniendo el pulso a un disco al que no le sobra nada. “Don’t Wake Me” es el tema oculto de aires bluesies que queda en lo anecdótico por su escasa duración.
El disco de debut soñado
Posiblemente toda banda aspira a grabar un disco debut de este calibre, y en gran parte, esta es una obra que le otorgó el estatus y la fama a los cuervos negros juntamente con su estelar segunda entrega. Con Shake Your Money Maker se demostró que el rock más clásico tenía su espacio en la década de los 90 por mucho que sus irritados detractores les atacaran una y otra vez con lo de que eran una copia actualizada de los Stones. El boca-chancla de Chris hizo de Txus de Mägo de Oz y cada vez que hacía declaraciones subía el pan. Todas esas polémicas les mantuvieron en el candelero, pero contrastaban con la antagónica personalidad de su hermano Rich. Esa brecha entre ambos se fue haciendo más grande y comportando los largos parones de actividad. Ahora han vuelto los hermanos prescindiendo de todos los grandes nombres que ayudaron a lo largo de los años a edificar ese transatlántico que lleva el nombre de los Black Crowes. Puede que hayan vuelto a medias, pero lo hacen para tocar este disco.