Hace unas semanas se cumplieron los 30 años de Souvlaki (1993), la obra maestra del shoegaze – dream pop. Imperdonablemente, no me anoté la fecha para poder hacer un artículo sobre ello, Souvlaki (1993) no solamente ha sido el cenit creativo de Slowdive, para un servidor supera el que para la mayoría es el disco supremo del shoegaze, Loveless (1991) de My Bloody Valentine.
Para resarcirme de mi error, Slowdive nos ha regalado casi inesperadamente un nuevo disco. El sexto de su carrera y tras seis años de inactividad discográfica. Su ansiado nuevo disco se titula Everything is Alive (2023) y es, como no podía ser de otra manera, un disco magistral.
Pero no es una sorpresa que Slowdive nos regale un disco así. Si tiramos de hemeroteca, los cinco discos predecesores son magistrales. Uno tras otro. Cuando uno se pregunta “¿Qué banda tiene la mejor discografía de la historia?”, no tendría que haber dudas en la respuesta: Slowdive.
Los de Reading, con un largo parón de dos décadas entre 1995 y 2014, regresaron para un Primavera Sound y le volvieron a encontrar el gusto al mundo de las giras. En 2017 publicaron un disco homónimo, Slowdive, el primero en 22 años. Un regreso triunfal al ruedo y un buen motivo para agigantar la leyenda. Ahora, ya gozando de un estatus de banda legendaria, con Everything Is Alive poco tienen que demostrar. Pero si hay una virtud de la que pueden presumir es que todo lo que hacen es perfecto y esta vez no podía ser menos.
En este sexto disco podemos ver a una banda adulta desplegando su arsenal de matices y su sabiduría sobre un dream pop delicado, mimado, precioso. Se trata de un disco variado con unas atmósferas preciosas, la banda ha creado unas situaciones musicales idílicas. A medida que vas entrando en el disco vas entrando en un espiral que te atrapa sin que el oyente intente escapar, hipnotizado.
El juego de voces masculino vs. femenino es una delicia, así como todo el pulseo de sintetizadores. El sentimiento que la banda ha arrojado sobre todas las pistas es tan visible que logras conectar con la banda en cada instante. El juego de guitarras es sutil pero hilvana unas melodías tan emocionantes como cálidas, arropan al oyente para que vaya entrando mucho más para adentro en esa espiral que antes comentaba.
Solo logras recomponerte de tal sacudida de sentimientos cuando cierra el último acorde de “The Slab”, tras los 41 minutos más mágicos que uno ha escuchado en el último lustro. La sensación de enamoramiento, de paz interior, de placer. De haber sido protagonista de un cuento con final siempre feliz. Everything Is Alive te hace sentir vivo, el mayor deseo que un oyente puede tener cuando abraza un disco. Slowdive son y siempre serán la banda más preciosa del universo.