Hay muchas bandas (muchísimas, en realidad) que me flipan, pero no sería falso decir que si hay una que me tiene el corazón especialmente robado en estos últimos años son sin duda los suecos Soen. Con naturalidad envidiable, su música consigue aunar agresividad y groove con calidez y sensibilidad, técnica pasmosa y simplicidad abrumadora. Y, lo que es más importante, consigue conectar con total facilidad con la mayor parte de mis más receptivas vertientes músico-emocionales, transportándome de poner morritos a sacudir la cabeza o desgarrarme la camisa con ojos llorosos en cuestión de minutos.
Tras casi quince años de carrera y seis discos de estudio, el que una vez fue llamado supergrupo ha logrado amasar una cantidad notable de pequeños himnos del metal progresivo que les han ganado un respeto casi unánime entre los aficionados del estilo. Además, sus conciertos se cuentan por veladas intensas e inequívocamente memorables, con lo que no podía faltar a mi cita más o menos bianual con la banda liderada por Joel Ekelof y Martin Lopez. Desde mi desfloración en esa magnífica descarga en Bikini en 2017 presentando Lykaia (qué pena que se hayan olvidado prácticamente por completo de este disco en sus repertorios, porque a mí me parece maravilloso) hasta hoy, pasando por todas sus visitas a Barcelona desde entonces, Soen me parecen cada día más convencidos y más convincentes. Y sigo creyendo que, si alguien apostara un poquito por ello, el mainstream no les haría ascos en absoluto.
Tanto el extraño deathcore de Ghost Iris hace un par de giras como el inesperado heavy metal con versión de Ozzy incluida que nos brindó Oceanhorse la última vez que se dejaron caer por aquí nos dejaron un poco desconcertados y con cara de “¿Qué pintan estos aquí?”, así que era normal plantearse algunas dudas previas con respecto a los teloneros. Pero aunque los acompañantes de hoy tampoco me parecieron elecciones del todo evidentes, creo que el metal más o menos alternativo y con matices que nos proponían dos bandas de perfil bajo pero ambición alta como los franceses Molybaron y los transalpinos Terra encajaba bastante bien con las líneas maestras marcadas por nuestros héroes de hoy.
Terra
A pesar de ello, os he de confesar que no conocía gran cosa de los romanos Terra más allá de lo descubierto en esta última semana. Y en realidad, tampoco esperaba poder disfrutar al completo de su concierto, ya que circunstancias avícolo-laborales totalmente fuera de mi control no me permitieron pillar el tren a tiempo y, según mis cálculos, eso me haría llegar casi al final de la descarga de estos buenos chicos. Pero hay veces en que los astros, otrora caprichosos, son generosos con uno, y por algún motivo que aún no acabo de comprender me las apañé para estar subiendo las escaleras de acceso al Apolo en el preciso momento en que el cuarteto liderado por el vocalista / batería Daniele Beretta empezaba su ritual batucada de inicio.
Mi primera impresión fue que, a esa hora, el ambiente en la sala era verdaderamente desolador, con poco más de sesenta o setenta personas agolpadas en la parte frontal de la pista. Mi segunda impresión se centró en los cuatro chavales con rastas y pinta de hippies raveros que ocupaban la primera línea del escenario: mientras algunos de ellos se parapetaban tras unos goliats con cintas de leds enrolladas a su alrededor que tocaban en tropel en los momentos más tribales, la mayoría de miradas se centraban en Daniele, con su batería de platos inusualmente elevados y ese micrófono que, pendulante frente a su rostro, le servía para protagonizar la mayoría de voces principales.
La tercera y definitiva impresión, por fin, fue puramente musical. Y la verdad es que fue una impresión muy positiva, con una mezcla bastante resultona de metal alternativo de esos de estribillo fácil y pegadizo, algún que otro gutural por ahí suelto, una base muy tribal y con mucha percusión, detalles pizpiretos de flautas y flabioles y no pocos toques progresivos. Su repertorio se centró por completo en su disco homónimo de debut, publicado en 2022 (del que destaco “Create Mutate Erase” y “Rise” por encima de todas las demás), con la curiosa y notoria excepción de una inquietante versión del “Teardrop” de los británicos Massive Attack. Una versión que, sin parecerme verdaderamente espectacular, supieron llevar a su terreno y les quedó bastante interesante.
Tras una nueva batucada final en la que participaron todos, los italianos se bajaron del escenario con la sensación de que, si bien es posible que la gente no corriera en masa al tenderete de merch a comprar sus discos, sí que dejaron una buena impresión en los presentes que, poco a poco, iban adecentando el aspecto de la sala.
Setlist Terra:
Tribal intro
Create Mutate Erase
Father
This Scent
Rise
Teardrop
Close Enough
Tribal outro
Molybaron
Si Terra eran prácticamente unos desconocidos para mí, los franceses Molybaron gozaban de bastante más pedigrí, tanto en mi mundo como entre el resto del público en general. Porque sin ser ni mucho menos un experto en su discografía, sí que venía con bastantes ganas de ver como defendían en directo esa especie de high energy progressive metal que les caracteriza, con el magnético, carismático y activo Gary Kelly a los mandos.
Con poco menos de diez años de vida y tres discos más que notables en el mercado, los parisinos empezaron sin hacer concesiones con los primeros acordes sincopados y machacones de “Something Ominous”, el tema que abre y da nombre a su más reciente trabajo. Con un bajo muy protagonista (en manos de un chico con aire intelectual que no acabamos de concretar si se parecía más a nuestro amigo Fiar cuando calzaba greñas o al cantante de Gossos), la banda se aferró al escenario con todas sus fuerzas desde el primer minuto, con un sonido potente y nítido (aunque con un volumen algo bajo) que hizo lucir un más que notable repertorio copado por las canciones de Something Ominous y de su anterior The Mutiny (que sigue siendo mi favorito), con la final y thrashera “Incognito” como única representante de su disco de debut.
La recepción por parte del público, que ahora ya casi llenaba tres cuartos de sala, fue algo desigual, con algunos pocos muy convencidos y la mayoría mirándolos con interés y expectación pero sin emocionarse en exceso. Y eso que Molybaron hicieron de todo para conseguirlo, desde proponer estribillos coreables como el de “Set Alight”, “lalalas” engorilantes como el de “Animal” (que me parece un temazo, ojo), repicar de palmas como en “Twenty Four Hours” o en “Lucifer” (otro temazo) y, en general, un montón de ritmos bailables para sacudir las caderas y las cervicales con grados variables de violencia. Pero lejos de conseguir la respuesta pasional que demandaban, el público se limitó a mostrar mucha buena voluntad y constantes aplausos de apreciación.
Conectes más o menos con ellos, creo que es inevitable apreciar su entrega y su propuesta. Algo que viene a ser una mezcla bien interesante de cosas que, en mi cabeza, van desde Rise Against, Against Me? y Billy Talent a Hällas o Volbeat pasando por Bombus, Metallica, Pain, System of a Down, Riverside, Blind Guardian, Architects, Fair to Midland o los propios Soen. Muy buen concierto el de estos franceses, una banda llena de himnos potenciales a la que le veo indudable vocación de escenarios mucho más grandes que éste.
Setlist Molybaron:
Something Ominous
Set Alight
Twenty Four Hours
Animals
Something for the Pain
Breakdown
Lucifer
Vampires
Incognito
Soen
Superados los (para algunos) trámites de rigor, la sala presentaba ya un aspecto excelente a falta de pocos minutos para que Soen saltaran al escenario. Estuvimos lejos del lleno (y ni tan siquiera abrieron la parte de arriba de la sala), pero los suecos demostraron poseer de nuevo un poder de convocatoria que va en aumento, atrayendo una cantidad parecida de gente que en su última visita post-covid. Hoy tocaba presentar Memorial, un disco que, sin suponer ningún tipo de revolución en absoluto, sí que es más duro, afilado y eminentemente metálico que sus últimas entregas. Así que, a priori, su concierto prometía una dosis de agresividad extra que de buen seguro sería bienvenida.
Se apagaron las luces y, entre bufidos y ventoleras inquietantes, un apasionado señor en off empezó a hablar en un tono que podía recordar vagamente al famoso Churchill’s Speech que popularizaron Iron Maiden entre la parroquia metálica. Al final resultó ser una pieza del reconocido poeta galés Dylan Thomas, llamada “Do not go gentle into that good night” y que se recitó al completo antes de que la banda hiciera acto de presencia sobre el escenario para atacar las primeras notas de un “Sincere” que sonó como los ángeles. Y cuando al cabo de unos segundos instrumentales Joel Ekelof apareció desde el fondo del escenario ataviado con unas innecesarias gafas de sol (que le duraron treinta segundos), aquello se vino abajo.
Es verdad que ya hace unos cuantos discos (por lo menos tres, quizás incluso cuatro) que Soen parecen haber encontrado la fórmula de su éxito y desde entonces han decidido mantenerse en esa línea sin desviarse en exceso, pero su inspiración a la hora de componer y de sacarse de la manga riffacos memorables y melodías vocales conmovedoras sigue totalmente intacta. El propio “Sincere” con el que empieza su nuevo disco (y también el concierto de hoy) es un buen ejemplo de ello, aunque su buena respuesta entre la audiencia palideció ante la temprana interpretación de la espectacular “Martyrs”, a buen seguro uno de los temas más celebrados de la velada y de toda su carrera.
En lo personal, y con lo poco que me cuesta emocionarme y darlo todo con las bandas que me gustan, yo ya veía que esto se me iba a ir de madre. Y claro, ni el sonido cristalino y potentísimo del que disfrutaron desde el primer momento ni la elección de “Savia” para continuar con su repertorio ayudaron ni lo más mínimo a mitigar mi emoción. Punta de lanza de “Cognitive” junto a la olvidada “Fraccions” (y su final a capella absolutamente de piel de gallina), este tema nos recuerda que no hace tanto la gente se entretenía calificando a Soen como una simple copia de Tool. La verdad es que a mí nunca me han sonado más especialmente a Tool que muchas otras bandas, y diría que ya en ese primer Cognitive se les veía venir un potencial realmente serio.
Su interpretación, en todo caso, causó verdadero furor entre el público, que cerraba los ojos y se dejaba ir mientras coreaba con pasión eso de “I don’t even wanna try to become the one that will save your halo” (¿o quizás era yo, el que lo hacía?). El final fue un mano a mano rebosante de mojo y sensualidad entre la bonita guitarra de Cody Ford y la envolvente voz de Joel, haciendo que la sala aguantara la respiración por un momento, solo para explotar en una cerrada y cálida ovación cuando finalmente se hizo el silencio.
Se apagaron las luces y empezó un sonido de metralletas, de ambulancias y de angustia generalizada que enseguida dio paso al ritmo marcial y a las guitarras afiladas que abren “Memorial”. Para la canción que da título al último trabajo de la banda, Joel agarró una gran bandera negra que ondeó con vigor encima de las primeras filas. Esta canción es sin duda una de las más pesadas y épicas del disco, y en directo sonó exactamente así. Cody brilló de nuevo con un bonito solo, certificando tanto su creciente protagonismo en la música y en la imagen de la banda como que, desde la distancia, cada día se parece más a una especie de Richie Blackmore pequeñajo.
Las sonrisillas, los morritos y los bailoteos libidinosos hicieron acto de aparición gracias a la interpretación de la maravillosa y apropiadamente titulada “Lascivious”, y a esas alturas yo (supongo) ya debía andar por el séptimo cielo. Canciones tan elegantes, completas e insultantemente inspiradas como ésta (y tantas otras, pero es que ésta déjala ir) son las que me tientan colocar a Lotus, aún, como mi álbum favorito de Soen. Me cuesta afirmarlo muy taxativamente porque todos sus discos me parecen tremendos, pero yo diría que así es.
“Unbreakable” sonó como un auténtico cañón, y la verdad es que esos riffs afilados y guitarras dobladas les quedan la mar de bien. Es posible que Memorial no me impresione tanto como algunos de sus álbumes anteriores, pero es innegable que se trata de otra obra muy potente. Eso sí, aunque en este tema se han esforzado por meter un estribillo ultra pegadizo y coreable, a mí me chirría entre un poco y bastante, e incluso me atrevería a decir que es lo que menos me convence de lo mucho que proponen aquí. Y aunque mis compañeros no acabaron de verlo, la progresión del final a capella me recuerda, y mucho, a alguna canción de Manel en la que ahora no caigo.
“Deceiver” fue otro puñetazo sobre la mesa y otro exitazo entre el público. Es maravilloso lo sencillo que parece todo en manos de músicos de este nivel, y si en algún momento te olvidas de la emoción que te producen estos temarrales (algo nada fácil, la verdad) y te fijas un rato en lo que ocurre encima del escenario, es una gozada observar lo que hace el señor Martin Lopez, auténtica alma de esta banda, escondido tras los parches en su esquina penumbrosa.
La lisérgica, bonita, tranquila e intimista “Ideate” es un interludio interesante que puede tener sentido para romper un poco el ritmo tan intenso que llevábamos, pero a mí me sirvió sobre todo para desconectar un momento y coger aire. No lo llego a considerar un borrón, pero fue de las pocas canciones en que pensé que podrían haber aprovechado para meter alguna otra cosa de las que se habían dejado en el tintero. Poco duró la tranquilidad, en todo caso, ya que la machacona y desgarradora “Monarch” es otro de los grandes éxitos recientes de la banda, y hoy sonó magnífica.
Las canciones de Memorial y de su anterior Imperial ocuparon dos tercios de un repertorio que olvidó casi por completo la primera mitad de su discografía (no hubo representación alguna ni de Tellurian ni de Lykaia). Está claro que a cada nuevo disco que publiquen se les complicará más lo de descartar canciones, y todo o casi todo lo que tocaron rayó a un nivel compositivo e interpretativo excelente. Quizás “Fortress” me parezca el tema más flojo (o menos memorable) de los que tocaron hoy, cosa que me sirvió para descansar un poco antes de que la preciosa “Illusion” (con Joel ataviado súbitamente con una chupa de cuero) abriera la íntima y emotiva recta final del set principal.
Claramente inspirada en el éxito de “Lotus” un par de años antes (y medio peldaño por debajo), este temazo nos puso a las emociones a flor de piel a todos, pavimentando así el camino para que la épica y llorona “Modesty” nos desgarrara un poco más y para que la propia “Lotus” acabara de demolernos ya del todo. Yo no sé vosotros, pero a mí esta canción me parece absolutamente maravillosa y creo que tiene potencial y vocación más que de sobra para convertirse en clásico atemporal para la historia de la música en general. Quizás suena a exageración, pero en mi opinión se trata de uno de los grandes temazos que nos ha regalado este siglo.
Tras el pequeño receso de rigor, la banda volvió a subir al escenario bajo las primeras notas de un “Antagonist” que también sonó magnífico y cuyo potente contraste se agradeció tras tres temas muy emotivos pero más bien tranquilos. Llegados a este punto, Joel (que hoy no nos contó que amaba Barcelona porque había tenido una novia de aquí y había venido a menudo) nos hizo escoger entre si queríamos que tocaran “Jinn” o “Lunacy”. Menuda elección de mierda, pensé yo, y como era de esperar ganó la segunda de calle. Ambas me parecen canciones preciosas, así que supongo que tampoco nos podemos quejar.
La hora y media que se tiraron sobre el escenario acabó por hacerse muy corta, y concluyó con la interpretación de “Violence”, un tema muy potente que rebosa crescendos y épica y que, a pesar de sonarme un pelín plano en algunos pasajes, resulta muy apropiado para cerrar un concierto. Tras ella, Martin salió por fin de su trinchera y la banda al completo gozó del merecido y pertinente baño de masas, cosa que el bajista ucraniano Oleksii Kobel aprovechó para agarrar una bandera de su país y recordarnos que, a pesar que la suya ya no es la guerra de moda, aún hay gente sufriendo en su tierra.
Alguno que otro dijo al acabar que el bolo no le había emocionado especialmente y que la voz de Joel no estaba en su mejor momento. Pues no sé hijos, puede que así sea. La verdad es que no soy en absoluto objetivo con esta banda (ni con muchas otras), y cuando alguien suena atronador y es capaz de transmitirme tanto sobre un escenario como lo hacen esta gente, me cuesta fijarme en aquellos detalles que desvirtúen esa sensación apoteósica. Y como de eso se trata esto de la música, yo encantado de la vida con su concierto. Y oye, por muchos más.
Setlist Soen:
Sincere
Martyrs
Savia
Memorial
Lascivious
Unbreakable
Deceiver
Ideate
Monarch
Fortress
Illusion
Modesty
Lotus
—
Antagonist
Lunacy
Violence
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.