Han pasado justo cuatro años desde que Sólstafir presentaran Endless Twilight of Codependent Love (2020). En su momento comenté que se detectaba cierta deriva / innovación en su arraigado estilo. La banda decidía olvidarse ya casi por completo de sus raíces primigenias orientadas hacia el black metal islandés para abrazar el melancólico post rock / post metal que vienen explotando desde el maravilloso Köld (2009).
También comenté que esta fórmula ya tan intrínseca a Sólstafir empezaba a flaquear y que las virtudes de sus primeras exploraciones en este sonido empezaban a ser el punto de flaqueo máximo de las composiciones. La pregunta que me rondó hace cuatro años fue: “¿Qué rumbo decidirán tomar?”. He aquí la respuesta: Hin helga kvöl (2024).
Tras los tres anticipos que la banda ha ido publicando durante las semanas previas al lanzamiento del disco, mi esperanza de que los isleños retomaran un camino de próspero desenlace empezaba a disminuir. Dos de las tres primeras piezas, a la postre los tres primeros singles, mostraban el erre que erre. Misma apuesta de post rock / post metal melancólico con una bonita melodía y una interpretación vocal idéntica a todo lo que hemos escuchado de ellos en la última década. El efecto sorpresa es cero. Canciones como “Hún andar”, “Sálumessa” y sus excesivos más de siete minutos de duración, o “Vor ás” pecan de estirar la fórmula pero sin encontrar el brillo de antaño.
Curiosamente, el brillo sí lo logran recuperar en las canciones más duras del disco. Piezas en las que hay un retorno a parte de la estética blacker de su primera etapa. En ella encontramos blastbeats infernales junto a una cálida interpretación gutural que esta vez sí logra impactar y brillar. La canción homónima “Hin helga kvöl”, junto a “Gryla” y “Nú mun ljósið deyja”, son las tres mejores canciones, de lejos, del disco. Temas épicos, con redobles, bombos, riffs afilados y esa cadencia melancólica tan impresa en todo lo que la banda ha hecho en las dos últimas décadas.
Con todo esto puedo afirmar que estamos frente a un disco –y parece que frente a un momento– vital en la carrera de la banda, en el que no saben qué camino tomar. La tendencia a seguir apostando a caballo ganador ya no es una virtud destacable, pues lo mejor que Sólstafir en este “estilo” nos puede dar ya nos lo dió en épocas pasadas. En cambio y sorprendentemente vemos que el regreso al pasado más primigenio con este black metal islandés cargado de épica y melancolía les ha funcionado de maravilla. Sin ser un mal disco, al contrario, podemos detectar que la mezcla no acaba de funcionar, la producción esta vez tampoco brilla como antaño. Sintiéndolo mucho, este nuevo disco no se lleva una gran nota, y aunque tiene tres canciones enormes, eso no es suficiente para para el exigente fan de Sólstafir.