Somas Cure, para quien no los conozca, se formó en 2010 y hasta la fecha han publicado cinco discos entre el que se encuentra la novedad publicada el pasado dos de octubre, La Colmena (2020). Esta fructífera actividad discográfica (disco cada dos años no está nada mal ante la situación en la que se encuentra la industria musical hoy en día) y la cada vez mayor presencia en salas y festivales da como resultado el hacerse un hueco y un nombre en este difícil circo romano que es el mercado musical.
Los que me conocen saben mi predilección por los clásicos, así que las “nuevas tendencias” surgidas en el mundo del metal en algunos casos me han provocado más urticaria que placer. Afortunadamente con los años mi talibán interior se ha ido domesticando y ha aceptado nuevos sonidos dentro y fuera del metal. Con esta chapa quería introducir mi primer contacto con la banda madrileña. Recuerdo perfectamente estar escuchando El Vuelo del Fénix en Radio 3, el único placer que da el trabajar de noche. Esa noche JuanMa Sánchez entrevistaba a la banda en la presentación de Éter (2017), su anterior trabajo. Impactado me quedé con esa mezcla de melodía, distorsión, guturales y voces limpias. Las letras, introspectivas la mayoría de ellas, calaban hondo.
Lo primero que llama la atención del disco es su cuidada imagen, una espectacular portada realizada por Gustavo Sazes, encargado también de haber realizado trabajos para Soto, Avalanch, British Lion, Firewind, entre otros, que marca la imagen de los singles de adelanto. «Salto de fe», «Bailar en la cuerda» e «Iglesia de humo» tienen el hilo común de la colmena en la portada pero dejando entrever los títulos en sutiles imágenes de fondo. Todo un placer para aquellos que disfruten observando los detalles.
En este disco vamos a encontrar lo mismo pero marcando la evolución a la que nos tienen acostumbrados. Nuevos elementos aparecen enriqueciendo su propuesta, han decidido introducir algún toque electrónico para ambientar y enriquecer. Las voz limpia de Txema es mayor protagonista quedando relegados los guturales de Víctor a los coros exceptuando «Plaga»e «Iglesia de humo» donde tienen más presencia.
«Salto de fe» es el inicio perfecto, intensidad contenida que llega muy adentro con una interpretación vocal perfecta, sin estridencias. Las letras introspectiva son una característica de Somas Cure, llegando a empatizar con el oyente que asimila las letras como propias. Canto de esperanza y motivación.
El pausado inicio de «La Cura» y los cortados riffs se dejan liberar en el estribillo. Si bien es melódica y envolvente me deja con la impresión de ser un puente entre la fuerza contenida de «Salto de fe» y la extraordinariamente pegadiza «Belladona». El sonido del bajo de Víctor es magnífico, jugueteando con los riffs iniciales. Las guitarras de Borja y Álvaro se convierten en envolventes y etéreas hasta el solo central.
Sonidos electrónicos, también presentes en la posterior «Iglesia de humo», dan inicio a la potente «Plaga». Los guturales son protagonistas siendo en esta ocasión las voces limpias las encargadas de los coros. Contundencia y melodía se fusionan en uno. Muy destacable el trabajo de Darío a la batería.
«Bailar en la cuerda» es otro de los temazos escogidos como adelanto y que funcionan la mar de bien. Tras la intensa «Cede la piel» a dos voces llega la calma con el inicio de«Balas de plata», la cual aumenta progresivamente de intensidad con esa característica manera de retener los sentimientos. Gran trabajo vocal.
Guitarras etéreas se fusionan al galope de «Mi mejor mentira» para caer en esos riffs cortados que tan bien funcionan. Los estribillos se clavan en el cerebro para quedarse. no es difícil sorprenderse uno tarareando las melodías. Está claro que tienen un don para ello. Si tuvieras que enganchar a un/a amig@ no metaler@, esta es tu canción.
Sin darnos cuenta volvemos a la carga con «Vértigo» para dar paso a «Iglesia de humo», la contundencia vuelve a ser protagonista, seguida de la posterior «Bandera negra» siguiendo el patrón similar. De nuevo tenemos otro estribillo pegadizo. En «Iglesia de humo» Aquí el sonido de todos los instrumentos es mucho más pesado en contrapunto a los elementos electrónicos que fluyen por toda la canción. Acertada decisión.
Para finalizar este magnífico trabajo volvemos de nuevo a una dinámica a la que nos tenían acostumbrados hasta que en Éter (2017) rompieran la tradición, pues siempre su última canción era la más melódica y personal, en la que Txema cantaba, por ejemplo, al piano.
Sin lugar a dudas, aunque siempre suele decirse pero en esta ocasión es cierto, es el mejor trabajo de su carrera. Evolucionando sin perder la esencia y la crudeza, añadiendo nuevos elementos que enriquecen su propuesta. Están destinados a convertirse en una banda de referencia y a ocupar grandes recintos si toda la situación actual no trunca carreras ni borra suenos.
¡Salud y heavy metal!
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.