Navegar por la Red de Redes (así, a lo loco) es lo que tiene. Es un (en ocasiones) muy sano ejercicio que os recomiendo que tod@s practiquéis de vez en cuando. El truco está en navegar por encima de las posibilidades de un@, sin buscar nada o a nadie en concreto, aunque la verdad sea dicha, acabar descubriendo una banda que-no-tenías-ni-puta-idea-que-existía-hasta-hoy buscando información sobre, por ejemplo, lo más reciente de Slipknot es una aventura en la que me he visto envuelto en no pocas ocasiones. Y ayer me pasó esto one more time…
Otra cosa que me viene pasando desde que parimos Science of Noise hace ahora un par de añitos (madre mía, la que os tenemos preparada para este invierno…) es la de descubrir géneros, subgéneros musicales que no tenía ni idea que podían existir, pero que existen. Vale, que en el 2019 ya está «todo inventado», y que mezclar metales -así a lo loco- está a la orden del día, pero cuando uno no está tan acostumbrado a escuchar un género como el black metal, y descubre que hay bandas pels puestus que le meten gotas de thrash y de death a su propuesta musical porque eso de cerrarse en banda, cuál Pacos de la vida, no va con ell@s, pues qué queréis que os diga… mola… mil. Y ayer me pasó esto one more time…
¿Sabéis que existe una banda de tíos peludos llamada Sons of Famine de la que es prácticamente imposible encontrar información/imágenes al respecto? Quizá os suene, pero seguramente no tengáis ni puta idea de su existencia, aún habiendo abierto para 1349, Inter Arma, Marduk o Diocletian en alguna que otra ocasión. Lo que me hace pensar que esta reseña tiene todas las papeletas para ser la mierda menos leída ever en la historia de nuestro entretenido magazine.
Sons of Famine is anti-everything, and we hope you die a miserable death!!
Sons of Famine regresa a Horror Pain Gore Death Productions con el álbum debut As Razors Gnaw Like Wolves (2019). Originarios de Chicago, la banda irrumpió en la escena metal más underground con el EP Alcohol And Razor Blades, lanzado en 2017. As Razors Gnaw Like Wolves es una amalgama sonora y cambiante de death metal y black / thrash, con tonos oscuros y amenazantes, elementos de punk y un sonido potente, crudo (como de gente que está siempre muy, pero que muy enfadada), agrio y pútrido. Sons of Famine cuentan con miembros y ex miembros de CorpseVomit, Lividity, Gigan, Kommandant, Summon, Yakuza, Nachtmystium, Evil Incarnate e Imperial Savagery. Para los fans de Absu, Aura Noir, Bolt Thrower, Coroner, Destroyer 666, Emperor, The Exploited, Goatwhore, Motörhead, Slayer y Venom. ¿Cómo te quedas?
Cuando una banda renace de las cenizas que la muerte de CorpseVomit dejara en su día (1992-2002), descubre una portada en blanco y negro, un logo podrido (ahora lo han tuneado y modernizado un poco bastante), un primer EP con el título Alcohol and Razorblades y declara que no les importa nada ni nadie y nos desea una muerte de lo más miserable, ya sabes a qué atenerte. Si un@ no supiera de qué va todo esto, seguramente le bastará un minuto de escucha de su más reciente lanzamiento (su primer larga duración) para enamorarse (no literalmente, eso espero…) de su death metal ennegrecido para romper cualquier nube de duda.
Su música se basa principalmente en riffs de black metal adornados y rodeados de baterías típicamente de death metal con una actitud de rock ‘n’ roll, lo que hoy en día se conoce como death ‘n’ roll, vamos. Los solos están presentes, aquí y allí, pero no esperes que vuelen tu mente con virtuosas escalas, arpegios, pentatónicas y cosas por el estilo. Su modus operandi es la crudeza y lo extremo, así que cuando hablo de solos, me refiero a riffs de esos que te perforan los tímpanos, si el tinnitus te lo permite.
La duración de este LP es de poco más de 30 minutos. Nueve temas que deberían llamar tu atención desde el primer segundo; «Lord of the War Cry» es, sin duda, el mejor corte de este álbum. Tiene mojo. Las canciones fluyen la mar de bien y se suceden muy bien engrasadas, lo que hace que la escucha (del tirón) sea placentera y nada pesada. El vocalista Matt McClelland es una bestia parda y desatada. Todo este caos, más o menos contenido, se mantiene unido gracias a una producción oxidada y cruda, pero equilibrada, que se adapta muy bien a su especie. Todo fluye suavemente.
Si tuviera que destacar otro tema, sería sin duda el que ocupa el puesto número siete, «Shit Tower». Sobre la tormenta desatada por los dobles bombos se construye un tema crudo que rezuma mil y un fluidos corporales por todos sus poros. Es el tema menos black y más thrash, y quizá por ello sea de mis preferidos.
La banda deja para el final su canción más larga, «Vigorous Procession of Death», que dura algo más de cinco minutos, en la que los blast beats dominan y hacen que el tema fluya por unos derroteros algo más calmados, pues el caos y pesadez iniciales se convierten en una calma chicha a partir del minuto y medio, manteniendo el tema en un tono más pausado hasta casi el final. El último minuto está copado por unos coros infernales al más puto estilo Behemoth, hasta el momento del acople final.
Esos tipos saben lo que se traen entre manos. Cualquiera que esté dispuesto a darle un mordisco a estos muchachos de Chicago, debería saber que estos tipos saben componer trallazos que, posiblemente, si practicaran cualquier otro tipo de música, pasarían desapercibidos. Pero es la agresividad que nos traen con su música lo que realmente importa, para ti seguidor de oídos enfermos. Saca lo peor de ti. ¿Necesitas una nueva banda en tu puta vida? Dale un tiento a Sons of Famine.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.