Hablar de Jeff Scott Soto es hacerlo de uno de los más grandes vocalistas del universo rockero. Es más, son varias las personas con las que he hablado que le consideran el mejor cantante de la historia. Yo no llego a tanto (lo siento, pero sigo sin ver a nadie que pueda competir con Freddy Mercury), pero su clase, elegancia i talla deben estar fuera de toda duda. Tampoco su versatilidad, pues ha prestado su voz a grupos tan dispares como Yngwie Malmsteen, Axel Rudi Pell, WET, Sons of Apollo, Talisman o incluso Journey. Metal neo clásico, AOR o metal progresivo, parece que nada hay imposible para el americano. Eso sí, la melodía siempre ha reinado en su escena.
¿Y qué nos encontramos en este Origami (2019)? Pues melodía, sí, pero también mucho más. Me es difícil definirlo del todo. Es… no lo sé, heavy con tintes hardrockeros, un sonido completamente del siglo XXI (las guitarras son una maravilla, pero ya entraremos a ello), estructuras modernas… algo que SOTO, la banda (porque eso es lo que es), no había conseguido en sus dos lanzamientos anteriores, o al menos así me lo parece a mí.
Origami es la recopilación de 10 temas, algo menos de una hora. Como su nombre indica, se trata de una figura de papel muy bien hecha, con todos los detalles estudiados, una producción de la leche y una ejecución tremenda. No solo tenemos a Jeff as las voces, no. A las guitarras tenemos nada más y nada menos que a Jorge Salán (y pensar que en Avalanch está de rítmica…), un superdotado que no tiene todo el reconocimiento que merece. BJ se turna entre las seis cuerdas y los teclados, y la sección rítmica de Tony Dickinson (bajo) y Edu Cominato (batería) suena muy contundente. Los riffs son agresivos, agudos y pesados, pero sin comprometer la melodía, la armonía y el ritmo en cualquier canción. Incluso podría decirse que Origami es un álbum centrado en la guitarra. Esto es especialmente cierto cuando salen los solos de guitarra, que también son aventureros y llameantes. En definitiva, una delicia de escuchar.
En cuanto a las canciones, desde el inicio se combinan canciones rápidas y pesadas, que favorecen la voz de Soto, y una gran cantidad de furiosos trabajos de guitarra. Tal es el caso de “HyperMania” (¿la mejor?), “Origami”, “Detonate”, pero también de “Dance With The Devil” y “Vanity Lane”. Alternativamente, hay algunas melodías que te hacen tropezar. “Torn” es un himno más suave, casi AOR con ciertos matices sinfónicos. Luego está “AfterGlow”, una canción donde el ritmo y el groove engatusan esos matices funk y ¡tiene cuernos! Me encantan los cuernos en una canción de rock, pesada o no. Por otro lado, SOTO versionea “Give In to Me”, de Michael Jackson, en forma de rock duro.
No sabía qué esperar del disco, la verdad. Nunca he sido un asiduo del cantante. Tampoco me he atrevido a entrar a detallar cada canción, pues creo que lo destacable de Origami es el conjunto. Y, a la postre, me he llevado una gratísima sorpresa. Nada de lo que podía creer está aquí, y sin embargo está. Y hay más, mucho más de lo que creía. Parece un trabalenguas, pero si lo escuchas, seguro que me entiendes. Muy recomendado.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.