Soul Asylum, una de las bandas más representativas del rock alternativo estadounidense de los 90, está de vuelta con Slowly but Shirley (2024). A pesar de que much@s los conocen por su éxito «Runaway Train» (Grave Dancers Union, 1992) y el Grammy que ganaron en 1993, los orígenes de la banda están marcados por un sonido mucho más directo y rápido, características que regresan con fuerza en este nuevo trabajo. Formados en Minneapolis en 1981 bajo el nombre Loud Fast Rules, rápidamente se convirtieron en un referente del rock alternativo con su estilo energético, lo que vuelve a quedar claro en este álbum.
El título del disco es un tributo a Shirley Muldowney, una pionera del automovilismo que rompió barreras y cuyo espíritu de lucha y determinación se refleja en la actitud de la banda. Además, la portada del álbum le rinde homenaje, mostrándola en plena acción como piloto de dragsters, con el nombre de la banda y el título del disco dispuestos de manera muy similar al icónico diseño del London Calling (1979) de The Clash, en clara referencia a ese clásico del punk rock. Incluso los colores elegidos para els tipografía evocan ese legado, conectando de manera visual la energía de ambos álbumes. Slowly but Shirley es un grito a su regreso, no solo al mundo del rock, sino a sus raíces más punk y rockeras.
Este álbum, su décimo tercer trabajo de estudio, ha sido grabado en (falso) directo en el Terrarium de Minneapolis, lo que añade una autenticidad palpable a su sonido. La banda vuelve a unirse con el productor Steve Jordan, conocido por su trabajo con artistas como los Rolling Stones y John Mayer, quien también estuvo a cargo de su clásico And the Horse They Rode in On (1990). Esto no es simplemente un álbum rápido para capitalizar su base de fans; es evidente que la banda realmente disfruta escribiendo nueva música y aún tiene mucho que decir, explorando una diversidad de estilos que puede sorprender a much@s.
Desde el principio, Slowly but Shirley suena fresco y enérgico. Con la canción inicial «The Only Thing I’m Missing», un poderoso himno rockero, se establece el tono del álbum. «High Road», el primer sencillo, me recuerda ligeramente a unos Talking Heads on steroids con su contagioso ritmo y riffs vibrantes que invitan a moverte. En contraste, «You Don’t Know Me», la que le sigue, se presenta como un tema más pausado.
A lo largo del disco, se pueden percibir homenajes a bandas icónicas que han marcado el sonido de Soul Asylum. Uno de los más evidentes aparece en la canción «Freeloader», donde la banda vuelve a rendir tributo directo a The Clash con una clara referencia a «Should I Stay or Should I Go». En el puente, se escucha: «Ooh the loneliness / Ooh the shame / All points and in between / Should I go, should I stay», un guiño descarado a la legendaria banda de Joe Strummer, que deja en evidencia las influencias punk que aún corren por las venas de Soul Asylum.
Con un total de 12 canciones que se extienden a lo largo de casi 40 minutos, el álbum ofrece una variedad que te mantiene enganchad@ de principio a fin. Personalmente, uno de mis temas favoritos es el corte número siete, «If You Want It Back», que evoca la esencia del indie rock de los 90 con un coro hipnótico que invita a darle al botón de repeat una y otra vez:
«Can we go, can we go all the way
All the way to the end of the day
Can we go, can you stay
I don’t care, I don’t care where you’ve been
I don’t care if this is the end
Can we go, all the way»
A lo largo de los años, Soul Asylum se ha enfrentado a cambios significativos, incluida la trágica pérdida de su bajista fundador, Karl Mueller, en 2005. Sin embargo, la voz y el liderazgo de Dave Pirner, junto con la incorporación de músicos como Michael Bland, Ryan Smith y Jeremy Tappero, han permitido que la banda se mantenga relevante y continúe evolucionando sin perder su identidad. Aún más notable es cómo han logrado conservar la energía y entusiasmo de sus inicios, como si estuvieran lanzando su primer o segundo álbum.
Con Slowly but Shirley, Soul Asylum no solo rinde homenaje a su trayectoria, sino que reafirma que, tras más de tres décadas, aún tienen mucho que aportar. Este álbum es una clara muestra de que su energía y creatividad siguen intactas, y es una recomendación esencial para cualquier amante del rock que desee sumergirse en el sonido vibrante y cargado de vida que ha definido a la banda a lo largo de los años. Genial trabajo.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.