Los vitorianos Soziedad Alkoholika llevan casi tres décadas repartiendo puñetazos líricos y sonoros y ejerciendo de mosca cojonera para múltiples sectores del establishment. Musicalmente fueron pioneros en introducir el thrash metal y el hardcore más burro en una escena vasca y estatal en la que empezaba a morir el hard rock y en la que predominaba el punk y el rock callejero. Rápidamente se convirtieron en una banda de referencia, casi un oasis, para los que nos gusta la caña, y con el tiempo no han ido sino creciendo y perfeccionando lo que ahora es una mezcla casi perfecta de hardcore, thrash y groove metal en algún lugar entre Hatebreed y los primeros Machine Head, atacando sin pelos en la lengua los problemas que afectan (y han afectado en los últimos treinta años, que por desgracia no han cambiado mucho) al obrero medio vasco y también español, sin miedo a señalar a los culpables con dedo gritón y acusador.
Es posible que los nuevos temas de S.A. no lleguen al nivel de épica de clásicos imperturbables como «Nos vimos en Berlín»; «Cienzia asesina» o «Contra la agresión, kastrazión!», pero la verdad es que esto me parece más achacable a nosotros, nostálgicos de tiempos pasados y glorificadores de nuestra propia adolescencia, que no a ellos. La discografía reciente del quinteto de Gasteiz es impoluta, musicalmente madura y con un sonido magnífico que no pierde ni una pizca de la rabia, el odio y la acidez que siempre los ha caracterizado. Su disco anterior, Cadenas de odio (2011), ya me pareció magnífico, y la verdad es que este Sistema antisocial no se queda para nada atrás, mejorándolo incluso en varios aspectos. Acompañando a los fundadores Juan a las voces, Jimmy a la guitarra y Pirulo al bajo, así como a Íñigo a la segunda guitarra, poco antes de entrar a grabar este disco se incorporó a la formación de S.A. el espectacular batería catalán Alfred Berengena, todo un innovador de prestigio internacional, que sustituyó al gran Roberto después de casi 30 años en la banda. Y la verdad es que el cambio se nota bastante: así como Roberto tenía una pegada más directa y, digamos, sincopada, Alfred añade un toque de complejidad y le da un toque bastante más metálico al sonido general, ya que no en vano proviene del mundo del metal extremo.
Después de tres décadas, Soziedad Alkoholika se han hecho con un sonido en el que se sienten comodísimos y saben brillar como nadie, sonando frescos, potentes y personales a medio camino entre el thrash metal y el hardcore más violento. Como es habitual y como no puede ser de otra manera, líricamente no han perdido la rabia y la acidez, y en Sistema antisocial no dejan títere con cabeza, atizando sin piedad a los habituales blancos de sus críticas: políticos, policía, militarismo, corporaciones y la complacencia de la sociedad en general y de cada individuo en particular. El disco empieza con dos pepinazos como son «Causas podridas» y «Fugitivos». Mientras que la segundo es fácilmente disfrutable en su directa y contundente rapidez, la primera es uno de los mejores y más completos temas de todo el álbum, intercalando partes muy thrasheras, explícitas y potentes con pasajes semi acústicos, oscuros y cautivadores.
«No olvidamos, 3 de marzo» es una de las canciones más emotivas de este disco, recordando el ataque perpetrado por la Guardia Civil en la Iglesia de San Francisco de Asís de Vitoria que tuvo lugar el 3 de marzo de 1976 contra obreros en huelga reunidos en asamblea y que acabó con cinco muertos y más de un centenar de heridos. A pesar de que líricamente puede ser uno de los temas mas emotivos del disco, musicalmente es de los que menos me convencen, resultándome algo plano y sorprendentemente falto de punch viendo como se las gastan en el resto de cortes de este álbum. Es particularmente enervante, en el marco de esa «transición» tan supuestamente modélica que nos han vendido repetidamente a lo largo de los años, escuchar las conversaciones por walkie talkie entre algunos de los policías implicados, y que acaban con una efusiva felicitación («Muchas gracias eh, buen servicio») en respuesta a un anuncio dubitativo y casi preocupado de que «esto ha sido de verdad una matanza eh».
Tanto «Alineado» como «Cuentas pendientes» son dos de mis canciones favoritas, llenas de riffs afilados y agresivos. La primera se pregunta, de forma bastante pegadiza y en medio de un excelente trabajo a las guitarras, cómo es posible que la gente ni se inmute ante todo lo que nos cae encima, prefiriendo dejar morir sus pensamientos y su interés en la televisión o en la multitud de placeres materiales inmediatos que nos ofrece la sociedad capitalista a modo de tramposa zanahoria en vez de levantarse y protestar activamente con palabras y con hechos. Un poco en esta línea también va «Siervo de derechas», acusando a aquellos obreros o gente de clase media / baja que da soporte masivo a partidos y a políticos cuyo principal interés es únicamente el de beneficiar descaradamente a los grandes capitales y a ellos mismos, perpetuando así el «Sistema antisocial» en el que vivimos. «Cuentas pendientes» es uno de los grandes temas del disco, con una letra excelente y, especialmente, una épica parte intermedia melódica y evocadora que expone las excepcionales capacidades de Alfred Berengena a los parches, cosa que la banda ha sabido aprovechar para dar una nueva dimensión a su música.
«Resurgir» es hardcore melódico puro, tanto en riffs y melodías como en actitud desenfadada. Evidentemente ni la voz ni la batería pueden disimular su inherente agresividad, así que el tema difícilmente acaba sonando a Millencolin o No Fun at All (o, yendo un poco más cerca, a Lendakaris Muertos), pero la inspiración está claramente ahí. Otros temas como «Más Ruinas» o, sobretodo, «Farmacocracia» tiran más hacia su vertiente más groove y más reminiscente de Pantera, Machine Head (y a mi personalmente me recuerdan mucho a los Testament de Low). Esta última aprovecha para atizar sin piedad a las compañías farmacéuticas y a la corriente mecanicista que controla la medicina actual y que se basa en la consumición masiva de fármacos tanto preventivamente como paliativamente como solución a todos los problemas de salud, reportanto en pingües beneficios para las poderosas compañías que los fabrican y en adicciones crónicas por parte de los pacientes que confían en una supuesta ciencia de forma ciega y acrítica, sin plantearse que el máximo interés de estas corporaciones no está en la salud de las personas sino en el estado de sus cuentas.
«Policías en acción» es un tema divertido y puramente hardcore que atiza a uno de los blancos habituales de la banda y que cuenta con la colaboración de la voz abrasiva y violenta de Barney Greenway, el vocalista de los británicos Napalm Death, cuyos gritos brutales dan una dimensión totalmente distinta a la música de los vitorianos y que hacen que Juan parezca un cantante de pop melódico a su lado. En «Alkohol» sacan a relucir su faceta más festiva y su vertiente más punk. Ante tanta protesta explícita, esta glorificación de la intoxicación etílica casi suena extraña, a pesar de ser un tema habitual en la batería de tópicos usados por la banda (empezando por su propio nombre, claro). Aunque yo no soy particularmente fan de este tipo de letras que incitan al bebercio incontrolado, hay que decir que alcoholización de la que hablan no es banal ni puramente recreativa, sino que tiene lugar en respuesta al sentimiento de frustración y marginación que provoca vivir en una sociedad decadente y hostil. Por desgracia, los temas de los que S.A. hablaban hace veinticinco años son tristemente vigentes a día de hoy, y al final todo se reduce a desear que, ni que sea por un rato de escape etílico, no haya nadie ke te amargue la existencia tal y como se han encargado de repetir a lo largo de su carrera.
«Desconocido habitual» es uno de los temas más complejamente tralleros del disco, y también uno de mis favoritos (quizás, a día de hoy, el que más) tanto musicalmente como líricamente, ya que pone el dedo en la ignorancia a la que son sometidos aquellos que se ven abocados a la calle, un poco en la onda de un clásico como «Automarginado». Cuando parece que el tema vaya a acabar en el punto máximo de agresividad, se retoma sorprendentemente con un pasaje algo progresivo a modo de outro que acaba en un fade out y en las olas del mar, que no son capaces de hacer desaparecer la rabia que nos han ido escupiendo durante los últimos 46 minutos.
Soziedad Alkoholika se han sobrepuesto y han salido reforzados de la censura, de los boicots y del rechazo y el ninguneo de los medios para mantenerse, año tras año, como una de las bandas imprescindibles del metal estatal de ayer y de hoy. Sistema antisocial es uno de los mejores discos de su carrera reciente, con temazos indiscutibles como «Causas podridas», «Cuentas pendientes», «Farmacocracia» o «Desconocido habitual», repletos de tralla y de matices, que se añaden al impresionante cancionero que han ido acumulando con el tiempo. También es cierto que, si bien estos temas son muy grandes, también hay otros que pasan bastante más desapercibidos, con lo que la sensación global es que, si bien el disco en general es muy bueno, probablemente le falte algo para que lo podamos considerar completamente redondo.
Los vitorianos estÁn a día de hoy enteramente enfrascados en la presentación de este disco por lo largo y ancho de la geografía peninsular, y este verano tendrán una presencia bastante destacada en el calendario festivalero, actuando tanto en el Rock Fest BCN como en el Resurrection Fest, además de muchos otros como el Viña Rock, el Otero Brutal Fest o el nuevo Iruña Fest, donde nos van a demostrar que su música y su mensaje son tan relevantes como siempre y siguen más vigentes que nunca. Y lo cierto es que hay bien pocas bandas dentro de nuestras fronteras que les puedan hacer sombra en lo suyo.
Entrada publicada originalmente en Metal Symphony Website.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.