
Spiritbox, la banda canadiense que irrumpió en la escena con Eternal Blue (2021), vuelve a sorprender con Tsunami Sea (2025), un disco que no solo consolida su identidad en el metalcore, sino que también expande los límites del género a través de una audaz mezcla de sonidos y texturas.
En Tsunami Sea se evidencia un compromiso absoluto con la calidad y la innovación. La producción, que aprovecha al máximo la destreza de sus guitarristas y la visión del equipo técnico, logra entrelazar capas sonoras densas y bien definidas. Canciones como “Fata Morgana” y “Black Rainbow” destacan por sus riffs precisos y una intensidad que recuerda a la potencia del djent, mientras que se incorporan momentos de ruptura que elevan la carga emotiva del disco. Además, temas como “Crystal Roses” apuestan por la integración de elementos electrónicos y ambient, apostando por una experimentación que, sin saturar la propuesta, abre nuevos caminos dentro del metal.
Uno de los pilares de Tsunami Sea es la versatilidad vocal de Poppy… quiero decir, Courtney LaPlante. Su capacidad para alternar entre gritos agresivos y melodiosas armonías crea un contraste fascinante que da vida y potencia cada tema. La intensidad de sus voces se plasma en pasajes donde, a través de growls y pasajes casi angelicales, se transmiten emociones que van desde la furia hasta una melancolía profunda. Las letras, cargadas de simbolismo y reflexiones personales, exploran temáticas como la lucha interna, la sensación de aislamiento y críticas veladas a la industria musical. La presencia constante del agua como metáfora—ya sea en la sensación de ahogo o en la fluidez de los sentimientos—refuerza la idea de un tsunami emocional, profundo y abrumador.
Comparado con su debut, Tsunami Sea representa una evolución natural pero revolucionaria. Spiritbox logra conservar la fuerza de sus raíces metalcore sin dejar de incorporar influencias del nu metal y toques de post-punk, generando un balance entre agresividad y melodía que rara vez se encuentra en el panorama actual. La banda no rehúye hacer guiños a trabajos anteriores, integrando de forma sutil reminiscencias de temas emblemáticos para conectar con su trayectoria y al mismo tiempo abrirse a nuevas propuestas sonoras. Este enfoque maduro y versátil permite que el álbum se sienta coherente, invitando al oyente a un recorrido que es tanto un homenaje a lo ya explorado como una apuesta a lo inédito.
Si bien Tsunami Sea destaca en múltiples aspectos, no es ajeno a pequeñas críticas. Algunos pasajes—como ciertos momentos de “No Loss, No Love”—pueden resultar en ocasiones desentonados por la abrupta transición entre secciones pesadas y pasajes más procesados o electrónicos. No obstante, estos instantes se presentan como riesgos inteligentemente calculados que, en general, aportan a la identidad audaz del álbum. La capacidad de Spiritbox para experimentar sin perder su esencia es, en última instancia, lo que define la fuerza y la originalidad de este trabajo.
Tsunami Sea es, sin lugar a dudas, un disco que refuerza el estatus de Spiritbox como uno de los referentes más innovadores del metal actual. Con una producción impecable, una fusión de géneros que desafía las convenciones y una profundidad emocional reflejada en la voz y las letras de Courtney LaPlante, este álbum invita a una experiencia sonora completa y absorbente. Es una propuesta que, a pesar de pequeñas asperezas, se alza como una muestra contundente de la capacidad de la banda para reinventarse y marcar nuevos caminos en el panorama del metal.


Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.