No os voy a engañar, conocí tarde a Spock’s Beard, y fue gracias a que Dream Theater los trajo en su gira del año 2000 presentando Scenes From a Memory. Había escuchado algún tema de su cuarto trabajo, el anterior a este V (2000), Day for Night (1999), pero el tema pseudo-popero que solían meter en cada disco para que fuera el single no era de mi agrado, y los había aparcado sin más.
Pero aquel 15 de abril de 2000 aparecieron sobre el escenario de la sala Zeleste (actual Razzmatazz) de Barcelona, y nos dejaron asombrados a quienes llenábamos el recinto. Aún no existía este V, así que los temas escogidos fueron un repaso a sus cuatro primeros discos. Era alucinante ver a cinco músicos tan virtuosos pasárselo tan bien tocando. Sin demostraciones absurdas que no estuvieran al servicio de las canciones. Muchos salimos de allí convictos a Spock’s Beard, aunque, y eso es otra historia, lo que vino a continuación esa noche con Dream Theater es evidente que dejó todo lo demás en segundo plano.
La semilla quedó, y meses más tarde, el 22 de agosto, aparecía el nuevo disco, este V que hoy nos ocupa, que fui a comprar inmediatamente sin escuchar nada previamente.
Ya desde el inicio de “At the End of the Day” sabes que viene algo épico. Para esta pieza se acompañan de músicos de diversa procedencia que aportan instrumentos y sonidos que refuerzan cada instante de la canción, empezando por una trompa que nos conduce hacia la que es melodía principal. Una canción de más de un cuarto de hora que tiene de todo; virtuosismo exagerado que en todo momento está al servicio de la canción; la guitarra de Alan Morse, el teclado de Ryo Okumoto, el bajo de Dave Meros, las voces de Neal Morse y Nick D’Virgilio, que además hace un trabajo extraordinario con la batería, elaboran un tema que, al tener una melodía conductora clara y un estribillo bastante accesible, se hace rápidamente con el oyente, y lo transporta por una fantasía progresiva de alto rango; aquí podemos escuchar a Genesis, Camel, Dream Theater, Kansas… todo ello perfectamente ensamblado y pasado por el tamiz de Spock’s Beard, dando a todo el conjunto un sonido personal que nunca han abandonado.
Tras este inicio tan alentador, bajamos a lo terrenal con «Revelation». V es un disco que esquemáticamente podríamos definir como dos temas largos y épicos, que en medio tienen cuatro cortes diferentes entre sí que te muestras diversas facetas de la banda; este «Revelation» es un tema que aúna la pegada de un tema hard rockero, con un potente estribillo, con el rock clásico, conducido por las teclas de Ryo Okumoto, omnipresentes en este tema, otorgándole ese calado. Partes rozando el jazz antes del solo de guitarra que es más heavy, con algún guiño a Vai, incluso, y es que en este disco no se le hacen ascos a nada, se aprovecha cualquier rincón para incorporar una nueva dosis de cualquier música que encaja a la perfección, todo suena a ellos mismos.
Y si hablamos de ellos mismos, «Thoughts Pt. 2» es un tema que continúa el «Thoughts» de su segundo disco, Beware of Darkness (1996). Un tema de raíz progresiva para deleite de los seguidores del género. Encontramos también esos juegos de voces de Neal y D’Virgilio que tan bien explotaron en sus discos conjuntos, y todo ello en una espiral donde todo suena en su sitio en todo momento. Y sí, llegados a este punto, el tema de estribillo popero que, como no, fue escogido como single. Un tema más cercano a lo que hacía Neal Morse en sus discos en solitario de esa época que a Spock’s Beard, pero que al parecer funcionaban como single, porque insistían en la fórmula. El tema prescindible para mi gusto, aunque se deja escuchar.
«Goodbye to Yesterday» es una preciosa balada, de esas donde Neal te rompe, donde el falsete de D’Virgilio te conmueve, y donde los cinco músicos se ponen al servicio de un tema sencillo pero efectivo. Y emotivo. Entra con guitarras acústicas, percusiones, atmósferas creadas desde el teclado, piano… un tema relajado, que es lo que faltaba en el amplio abanico que nos enseña este disco, y que nos prepara para el espectacular colofón que nos aguarda.
«The Great Nothing» es la suite en seis partes que cierra el disco. Daría para un artículo por sí misma, pero es que tanto Spock’s Beard como posteriormente Neal Morse, tienen varias así, y no sabría decir cuál es mejor o más completa. Aquí tenemos un despliegue descomunal de todo lo que eran en ese momento; te van a sonar a muchas bandas, pero su sello está ahí, intacto, reconocible en todo momento. Un tema autobiográfico de Neal, que habla de un músico que intenta ganarse la vida y que se lleva un desengaño tras otro. Desde luego, 20 años después podemos afirmar que ese ya no es su caso, ni de lejos.
Neal Morse abandonó Spock’s Beard tras la publicación de su siguiente disco, Snow (2002), dejando así a la banda tras seis discos de estudio (como Peter Gabriel a Genesis), y ocupando su lugar al frente del micro el batería Nick D’Virgilio (como Phil Collins en Genesis). Spock’s Beard ha seguido sacando grandes discos, y de hecho con la incorporación de Ted Leonard han facturado obras de una dimensión enorme, mientras Neal tiene multitud de proyectos, como su carrera en solitario como Neal Morse, su banda The Neal Morse Band que parece lo mismo e incluso son los mismos músicos, pero no es lo mismo, en la band componen todos, en Neal Morse solo él, TransAtlantic, Flying Colors, Jesus Christ the Exorcist… Un alma inquieta, un músico superlativo. Seguramente este V no sea su mejor disco, han hecho tanta buena música que es imposible escoger, pero sí que marcó ese punto de inflexión que supuso sacarlos del mercado americano al resto del mundo, les dio dimensión global. Y por cierto, poco después adquirí el DVD The Making of V que seguro que tenéis colgado en alguna plataforma de video, y es una auténtica joya, ver cómo trabajan en el estudio cada uno de estos temas es un lujo que podemos permitirnos.