Efectivamente amigos, lo de Stacie y su banda es harina de otro costal. En las tres ocasiones que he tenido la oportunidad de asistir a uno de sus shows, mi opinión no ha variado ni un ápice, la de Nashville está siempre uno o varios peldaños por encima de cualquiera de los rivales que ose en arrebatarle el título de reina del country rock y el honky tonk que desde años viene ostentando. La pena es que, teniendo en cuenta la cantidad de veces que nos ha visitado, en esta ocasión no teníamos el placer de tenerla con nosotros desde el año 2015, la norteamericana no haya aumentado su poder de convocatoria.
Aunque la sala Rocksound parezca su casa siempre que Stacie aterriza en Barcelona, creo que poder disfrutar de su música y de su vitamínico show en una sala de dimensiones un poco más generosas sería más que interesante. Y conste que para nada está en mi intención criticar la elección de la sala, todos sabemos que Rocksound es la mejor sala que hay en la ciudad para ver espectáculos de estas características, pero creo que su reducido aforo y su limitado escenario en parte coarta los movimientos de una formación muy dada a mostrarse energética e hiperactiva sobre las tablas. Pero no nos quejemos, en la Meca del rock de la Ciudad Condal podemos disfrutar de otras muchas ventajas y privilegios como pueden ser la cercanía con los músicos y, normalmente, el contacto directo con ellos a la finalización del espectáculo. Y eso, señores, no tiene precio.
Entrando ya en materia, en primer lugar me gustaría destacar la incorporación a la banda del batería sueco Ola Göransson, su trabajo detrás de los parches parece, desde mi punto de vista, que ha inyectado savia nueva a una formación ya de por sí adrenalínica. Su desparpajo y protagonismo en algunas fases del show creo que han aumentado aún más el potencial de la banda de Mrs. Collins.
Con su inseparable pareja, Al Collins, al bajo y un Jon Sudbury a las seis cuerdas que cada vez se nota más integrado y con más relevancia en la música que ejecutan, los estadounidenses, como no podía ser de otra forma, empezaron fuertes y con «Lost and Found», de su disco Roll the Dice de 2015, y «Ramblin’» y «Baby Sister», de The Lucky Spot del 2007, ya tenían a todos los asistentes, que por cierto prácticamente llenaban de nuevo la sala, metidos en el bolsillo.
A Stacie se la veía en muy buena forma física y, tanto cantando como con su inseparable armónica, su actitud y generosidad para con el público en todo momento fue encomiable.
El concierto consistió básicamente en un repaso a los mejores temas de sus cuatro últimas obras discográficas (The Lucky Spot, Sometimes Ya Gotta del 2008, el directo Shinin’ Live! de 2013 y su postrero Roll the Dice), obviando por completo su primer álbum, Stacie Collins, del que creo que no sonó ninguna canción. Sí algunas de esas versiones que tanto le gustan y que tanto nos gusta que nos ofrezca e incluso se atrevió a presentarnos algunos de los nuevos temas que aparecerán en lo que será su nuevo registro en estudio, All In, que se espera aparezca este 2019.
Como es habitual no dejaron de interpretar temas tan emblemáticos como son ya «Hey Mister», uno de los que más aceptación tiene en directo. La más country pero resultona «Carry me Away» o la rockanrollera «Tied to You», todas del que pienso que es su mejor disco, Sometimes Ya Gotta. Quizás se echó en falta alguna más de esas baladas que normalmente suelen incluir en todos sus directos.
En esta ocasión las covers elegidas para completar el concierto fueron las conocidas «Fire» del maestro Hendrix, «Break the Rules» de Status Quo, «Happy» y «Jumpin’ Jack Flash» de The Rolling Stones y un «It’s a Long Way to the Top (If You Wanna R’n’R)» de AC/DC que, como otras muchas veces, fue la encargada de dar por finalizado un show súper intenso de hora y cincuenta minutos que a la mayoría, aunque parezca mentira, nos supo realmente a poco. Qué le vamos a hacer, el ser humano, por naturaleza, es egoísta y muy difícil de satisfacer cuando los estímulos que recibe son altamente gratificantes y de este calibre e intensidad. Hay que reconocerlo, somos muy débiles.
Si lo que queréis es virtuosismo y temas técnicamente y musicalmente perfectos, olvidaros de Stacie Collins Band, pero si por el contrario lo que buscáis es autenticidad, energía, entrega, simpatía, sudor, diversión, canciones que enganchan a la primera escucha y no sé cuantos calificativos más que me vendrían sin ningún tipo de esfuerzo a la memoria, está es una las formaciones por las que sentiréis, como yo, auténtica atracción y devoción.
¡Increíblemente poderosos!