Reedición
Por su 50º Aniversario se reedita, este 4 de noviembre de 2022, el sublime LP Can’t Buy a Thrill de los míticos y respetados Steely Dan. Dicha obra se presenta ahora en vinilo remasterizado de alta calidad a través del sello Geffen/UMey el mismo tratamiento y formato de publicación irá recibiendo el resto de magnas obras clásicas de la banda, aparecidas entre 1972 y 1980.
Pasos hasta llegar a ese LP de debut
Todo arrancó en el otoño de 1967, cuando el vocalista y teclista Donald Fagen y el bajista y guitarrista Walter Becker se conocieron en la Universidad de Música Bard, a unos 150 kilómetros de Nueva York y desde el primer día ya se lanzaron a componer canciones juntos, siempre al 50% de trabajo cada uno. Nunca cambiarían ese método.
Becker y Fagen, desde niños y adolescentes, habían adorado el rock de los años 50 y 60, como, por ejemplo, Chuck Berry o The Rolling Stones pero también sentían un ilimitada devoción por los ases del jazz como Thelonius Monk o Charlie Parker y por lo tanto, aquellos imberbes del Este de los Estados Unidos no se sentían identificados con la California psicodélica de aquel año 67.
A través de esa unión de fuerzas, nuestros dos protagonistas fueron escribiendo cortes escasamente convencionales y de armonías complejas pero de pasmosa calidad, titulados “Brain Tap Shuffle”, “Android Warehouse”, “Soul Ram”, “Little With Sugar”, “Yellow Peril”, “More to Come” y unos cuantos más; los cuales podéis hallar en CD’s pirata o en el propio Internet; hoy día.
Cuando concluyeron sus estudios y se fueron a vivir, en 1969, a la metrópolis neoyorquina, la citada dupla tomó las aproximadamente 35 canciones que habían creado y se dispusieron a grabar maquetas de la mayoría de ellas, ya en 1970, junto a Kenny Vance del grupo Jay and The Americans y también incorporándose a una banda llamada Demian, liderada por el guitarrista Denny Dias. Cuando les fueron conociendo los que les rodeaban, todos quedaron atónitos ante el increíble potencial y la brutal, innegociable e ilimitada mentalidad perfeccionista del joven tándem Becker/Fagen.
Sin embargo, absolutamente todas las discográficas de la “Gran Manzana” rechazaron el extraño y anti-comercial material que Donald y Walter habían concebido, así que éstos empezaron a elaborar cosas más accesibles para otra gente como Barbra Streisand y conocieron a un productor influyente llamado Gary Katz. Éste último, en 1971, viajó a Los Angeles a trabajar a la potente compañía ABC/Dunhill Records y poco tiempo después, el mismo Katz ayudó a que Fagen y Becker fueran contratados por dicha disquera, primero componiendo éstos para otros grupos y luego fundando lo que se convertiría en una de las mejores bandas de la historia de la música: Steely Dan.
Primer single
En Junio de 1972, como quinteto lanzaron el melódico y conmovedor single de country-rock “Dallas”, el cual cantó el batería Jim Hodder, con un colaborador adicional llamado Tim Moore a los coros (con “Sail The Waterway”, de Cara B). Sin embargo, Donald y Walter, o sea los dos absolutos jerifaltes de la banda, desecharon este corte para el primer LP que estaban a punto de grabar los “steelys” porque dicho sencillo fracasó, completamente, en las listas y por no considerar aquella canción como representativa de como querían llegar a sonar el dúo de comandantes. Aquel primer “tijeretazo” motivó el desacuerdo del guitarrista solista Jeff Baxter, al que le agradaba mucho aquella bonita y afligida canción tejana.
Composición de un nuevo repertorio
En general, Becker y Fagen, con algo de gruñonería por en medio, compusieron cierta cantidad de material nuevo bastante más vendible que el mencionado al inicio, ya que ambos músicos no deseaban que les ocurriera como con las discográficas de Nueva York; las cuales no quisieron saber nada de sus otras canciones, en 1970. Cuando el viejo amigo Denny Dias, aterrizó en California para sumarse al proyecto en Agosto de 1972, le sorprendió aquella metamorfosis del estilo de una pareja de compositores; la cual no tiene nada que envidiar a ningún otro dúo creador de cualquier década musical (por ejemplo, la revista Rolling Stone situó la firma Becker/Fagen en la posición número 15 de Mejores Duplas de Todos los Tiempos). La naturaleza de Steely Dan nunca fue servil a las masas ni a la “escucha fácil”, por fortuna, pero para su primer LP se vieron algo obligados a pasar por el aro de la discográfica; en honor a la verdad.
Así pues, en Agosto de 1972, el quinteto compuesto por Donald Fagen, Walter Becker, Denny Dias, Jeff “Skunk” Baxter y Jim Hodder arrancaron los ensayos en las oficinas de ABC Records y después de dos semanas de tocar juntos, los “steelys” se dirigieron a grabar el repertorio al estudio Village Recorder, que la propia disquera puso a disposición de la banda en la zona Oeste de Los Angeles.
Becker, Fagen y el productor Gary Katz confiaban hasta tal punto en el ingeniero Roger Nichols, que la banda esperó que a que éste último concluyera su vacaciones estivales antes de trabajar, a conciencia, en la grabación. Una vez metidos en la misma, como Steely Dan hacía poco que se había formado y aún habían de seguir compenetrándose todos, el tándem principal de compositores neoyorquinos no aplicaron todavía, del todo, el extremo milimetrismo que más tarde les convertiría en célebres, mundialmente.
Con la discográfica ya exigiéndoles dar conciertos, hacia Septiembre de 1972 y con las sesiones de estudio muy avanzadas, entonces, por recomendación del guitarrista Jeff Baxter se contrató, suplementariamente, al vocalista de New Jersey, David Palmer. Luego veremos las razones de esa inclusión del última hora.
Portada
Ya en Noviembre de 1972 se lanzó, en Estados Unidos, el virtuoso y ecléctico álbum de debut de la banda, con el título de Can’t Buy a Thrill (significa “No puedo comprar una emoción”); frase que tomaron prestada de una canción, de 1965, de Bob Dylan (también ídolo para Becker y Fagen). La portada era un colorido y llamativo collage que desprendía cierto erotismo porque aparecen unas prostitutas alineadas, una adolescente desnuda, unos labios carnosos y un hombre musculado sin camiseta; entre otros detalles. Aquella ventana de entrada fue obra del diseñador Robert Lockart.
Dicho montaje visual les valió a “Dan El Acerado” que en la España de Franco se censurara dicha cubierta y se pusiese otra más inocua con el grupo tocando en directo. Incluso se rumoreó que, ¡el front cover original era, quizás, aún más atrevido!, porque la idea inicial se trataba de una chica joven sin ropa y hojeando revistas en una tienda de artículos pornográficos, mientras el dueño observaba de reojo a dicha fémina; así que el director de ABC Records, Jay Lasker, ya la tiró para atrás directamente.
Como añadido, por conflictos de derechos de autor, se acabó descartando para la imagen de entrada, una segunda opción inspirada en una fotografía de la película de 1962, Irma La Dulce, del director Billy Wilder; así que finalmente, y con el mes previsto de lanzamiento ya apremiando, se escogió, definitivamente, el frontal que se ha descrito en el párrafo inicial de este apartado; aunque con el desacuerdo total de los propios Donald Fagen y Walter Becker.
Canciones
Avisar, desde ahora, que las herméticas, laberínticas y fascinantes letras de Steely Dan siempre se han hallado sujetas a diversas interpretaciones de los oyentes y aquí solo ofreceremos las teorías más probables pero sin asegurar del todo, si ese es el significado completamente exacto de los versos.
“Do It Again” (número 6 en las listas de los Estados Unidos y Canadá, como single) es, sin duda, el tema más popular de la trayectoria de Steely Dan y por eso nos extenderemos un poco en detalles. Se concretó a la segunda toma este adherente y maestro soft rock mixturado con un rico jazz latino que, tal vez, podría tratar acerca de un incorregible criminal llamado Jack, el cual incurre en la mala vida una y otra vez; siendo un asesino, un mujeriego o un jugador empedernido, según la ocasión. Este tipo de ácidas y sugeridas temáticas thrillerescas siempre fueron muy típicas de Steely Dan y este corte es el primer latigazo oficial de ese tipo.
Aunque Denny Dias nunca había tocado un sitar eléctrico (no se pudo conseguir uno acústico para la grabación) hasta ese momento, sobresale aquí su largo y cautivador solo con ese instrumento y el resto de la banda le acompaña de modo impecable. La tan característica voz de Donald Fagen suena aquí poniendo más énfasis en la entonación de algunas frases (síncopa), las cuales fueron filtradas por un dispositivo llamado Cooper Time Tube, aunque este mismo detalle efectista nunca se tornó a repetir en toda la carrera de la banda. El infrecuente pero formidable solo de órgano de Fagen, fue conseguido a través de un Yamaha YC-30 con control deslizante de inclinación.
ABC Records se empeñó en que esta popular tonada saliera como primer sencillo (algo acortada de duración para ese formato, por cierto, con respecto a la versión más estirada que se escucha en el LP), sin embargo, ni Walter Becker ni Gary Katz consideraron tan pegadiza esta canción como para que ésta adoptara ese rol de primera abanderada.
Han versioneado “Do It Again” gente como Herbie Mann (1973), Richie Havens (1976), Tori Amos (1998), Smash Mouth (2000), Sara Isaksson y Rebecka Törnqvist (2006) o Eli Paperboy Reed (2019). Por otro lado, en nuestra península encontramos las adaptaciones de los mallorquines El Primer Tercio (traslación al castellano, en 1990), el barcelonés Pedro Javier González (cover acústico, en 1996) y los zamoranos Project Claudia (en idioma inglés, en 2021).
Ya como segundo tema del LP, la suave y resignada melodía de “Dirty Work” nos dejan caer, quizás, la crónica de una mujer que, cuando su acaudalado marido se ausenta, ella corre a los brazos de su enamorado amante; el cual se queja de ser segundo plato y de que es él el que tiene que hacer el clandestino y vacío “trabajo sucio” de satisfacer, sexualmente, a la oportunista dama.
Esa expresión, dirty work, posee un origen y es que el sociólogo Everett Hughes, la empleó por primera vez en 1962, para expresar que la población alemana de la post-guerra tuvo que limpiar el honor de una nación que habían ensuciado los nazis; aunque Steely Dan utilizó la frase ya en otro contexto.
A la voz está el mentado David Palmer, el cual fue contratado por Steely Dan (aunque con la oposición del productor Gary Katz) porque, en 1972, Donald Fagen no se sentía nada seguro como vocalista y para la inminente gira de promoción, éste último tenía pavor a cantar delante de la audiencia, tal como le ocurrió a su madre Elinor. Efectivamente, el mismo Palmer también vocalizó algunas canciones durante el primer tour de la banda, ya que en el LP de estudio David solo llegó a tiempo para entonar dos temas. Sin embargo, según casi todo el mundo, su estilo vocal no encajaba con la banda y fue despedido en la primavera de 1973; siendo ya, a partir de entonces, Fagen el único cantante del proyecto. Steely Dan no volvió a tocar “Dirty Work” hasta la gira del año 2000 y fue a través de sus coristas.
Destaca también el pulcro solo de saxofón, el cual corrió a cargo del jazzman Jerome Richardson.
En principio, Becker y Fagen no tenían intención de incluir “Dirty Work” en el LP pero ABC Records decidió que poseía potencial mercadotécnico y finalmente, este tema se coló en el repertorio oficial.
Las versiones que más destacaremos son las de Birtha (1973), Jose Feliciano (1974), Kenny Rogers (1974), Melissa Manchester (1977) o The Pointer Sisters (1978); además de que Homer Simpson la destrozó, en 2016, cuando la cantó y parodió en uno de los capítulos de la serie de Matt Groening.
“Dirty Work” obtuvo un papel destacado en películas como, por ejemplo, La Gran Estafa Americana, de 2013 (con este corte se inician los créditos del film pero por alguna razón Steely Dan no permitió que tuviera sitio en el CD de la banda sonora) o El Escuadrón Suicida, de 2021 (Warner Bros. ordenó que sonara en el trailer de este film); además de aparecer en series como Los Soprano (2001) y Euphoria (2019).
Acerca de la melodramática “Kings”, se ha conjeturado largamente si esas dos referencias monárquicas de la letra, podrían hacer alusión al óbito del Rey Ricardo “Corazón de León” y a su hermano Juan, su sustituto, en el año 1199 o también a Richard Nixon y a John Kennedy por el tema de la guerra del Vietnam; sin embargo, Steely Dan acerca de esta misma tonada ya dejó una nota en los créditos que indicaba “sin significado político” para, quizás, desviar la atención y despistar al oyente ¿quién sabe? . Fagen también definió el corte como un “vacío romance histórico”.
Le dan mucho mayor realce a los compases de “Kings”, tres excelsas coristas femeninas que, colaboraron largo tiempo con la banda como son Clydie King, Shirley Matthews y Venetta Fields; todo ello por influencia del productor Gary Katz. Por otro lado, el rockero y algo esquizoide solo de guitarra del colaborador Elliot Randall (viejo conocido de Becker y Fagen de la sesiones de Nueva York, en 1970), es reflejo de una turbulenta situación personal que este músico atravesaba en ese momento.
Con su sonido frágil, resignado y nostálgico “Midnite Cruiser” (esta expresión podría referirse a un argot sobre un vagabundo nocturno que ayuda a ladrones con sus robos o a una jerga sobre alguien que intenta contactar con prostitutas de madrugada), podría, tal vez, en sus estrofas hacer alusión a dos hombres de Harlem (o quizás es alguien que habla consigo mismo) que charlan de que se están quedando anticuados ante un mundo que cambia constantemente. Ante un significado tan enigmático (muy habitual esto con Steely Dan; subrayo), sobre ¿criminales o solo es sobre músicos?, se debe explicar, por ejemplo, que el apodo “Felonius” con el que empieza la canción es un toque de humor negro de Fageny Becker, los cuales combinaron el término “Felony” (“delitos graves” que Donald y Walter solían presenciar cuando vivían en Nueva York) con el nombre de su ídolo del jazz, Thelonius Monk.
El baquetero Jim Hodder se ofreció a cantar “Midnite Cruiser” (al igual que con “Dallas”) y el dúo principal de compositores enseguida estuvieron de acuerdo en ello; aunque éstos dos últimos nunca estuvieron satisfechos con la manera de tocar las baquetas del propio Hodder y éste huyó de la banda, en 1974. Se complementan en este tema, perfectamente, las guitarras cálidas y a la vez, con carácter y personalidad de Jeff Baxter y Denny Dias.
La aterciopelada textura de bossanova y latin jazz que envuelve a “Only a Fool Would Say That” no debe confundir acerca de la temática de esta tonada, ya que se ha especulado en varias ocasiones que, probablemente, estamos hablando de una sátira sutilmente dirigida hacia el himno “Imagine” de John Lennon ¿y también a Bob Dylan?. Efectivamente, a pesar de ser admiradores de The Beatles o de Robert Zimmerman en su adolescencia, los pragmáticos neoyorquinos Walter Becker y Donald Fagen, escriben aquí contra el carácter utópico del sueño hippy y podrían achacarle al propio Lennon que es muy fácil hablar desde su aristocrático pedestal de estrella rockera en dirección hacia el esforzado trabajador de a pie.
Estos ácidos anti-héroes del show-business que son Steely Dan (por cierto que Paul McCartney sí que es fan de Becker y Fagen) podría tener su parte de razón pero también habría que recordar que el mismo John provenía de clase obrera y de que la idealista y bella “Imagine” es una canción con intenciones de un mundo mejor (aunque según los burlescos Donald y Walter solo se queda en eso: buenos propósitos). Son puntos de vista distintos de dos tipos de genios: un ex Beatle y dos “steelys”.
La frase en idioma castellano con que termina la canción, es decir, “Indudablemente, un tonto le decía esto”, en evidente referencia al título, la pronuncia el guitarrista Jeff Baxter que había pasado una temporada en México, en los años 60. La tersa y contenida guitarra del propio Baxter, aumenta considerablemente las virtudes sonoras de este tema.
La nerviosa y saltarina “Reelin’ in the Years” (número 11 en las listas de los Estados Unidos, como sencillo), alude posiblemente, a unos reproches de un afligido hombre hacia una caprichosa mujer, acerca de un común pasado amoroso y que, al final, ambos rompen la relación porque ella ha encontrado a otro que le ofrece la vida que ella anhela.
Un viejo conocido de la sesiones de Nueva York, de 1970 y que había ido visitarles de casualidad al estudio de Los Angeles, Elliot Randall, fue el elegido para interpretar el muy inspirado y peculiar solo de guitarra. Acerca de dicho rockero rasgueo a las seis cuerdas, el mismísimo Jimmy Page declaró, en el año 1999, que era su favorito de todos los tiempos. El mismo Elliot se sintió halagado por esa afirmación tan favorable de Page.
Tras las sesiones del LP, Becker y Fagen ofrecieron al citado Elliot Randall adherirse a la banda de modo permanente pero éste declinó la oferta, en parte por el ultra-férreo control de unos compositores que, por cierto, habían descartado la primera toma de Randall en la propia “Reelin’ in the Years” (la mejor probatura, según él mismo), eligiendo la segunda (alguna otra teoría afirma que el ingeniero no capturó aquel primer intento). El registro de la canción se hizo en cuatro canales, es decir en doble estéreo.
Entre las diferentes adaptaciones del tema, encontramos algunas como la de los canarios Steely Fan (grupo-tributo de los propios Dan, en 2011), la de los catalanes Imperial Jade o la de los tres grupos de neo-metal extremo High on Fire,Spirit Adrift y Mutoid Man que interpretaron el corte todos juntos, en un “3 en 1”; datando estos dos últimos covers del año 2020.
La sensacional y, a la vez, de tono sabrosamente inusual “Fire in the Hole” alude a un argot (“Fuego en el hoyo”) cuando los soldados estadounidenses tiraban granadas en las trincheras o búnkeres de las tropas del Vietnam. Nos llevaría muchos más párrafos desencriptar todas y cada una de las frases de esta canción, así que solo comentaremos que la letra podría, tal vez, tratar de los pensamientos y tretas de algunos estudiantes norteamericanos de los años 60 y 70 para evitar que les mandasen a la guerra mencionada; entre ellos, los mismos Donald y Walter o quizás, podrían referirse los versos a la espiral de locura en la que se va introduciendo un veterano de ese mismo conflicto asiático; como interpretaciones con más posibilidades de ser la cierta, aunque surgieron más teorías sobre ello.
El marcado y emotivo piano del gran Donald Fagen es muy bien secundado por la deslizante y habilidosa pedal steel guitar de Jeff Baxter; el cual solo utilizó este instrumento en este LP de Steely Dan para obtener un relativo sonido californiano; opino yo. Comentar que Fagen y Becker ya escribieron “Fire in the Hole” y la mitad de las canciones del LP, hacia finales de 1971, justo cuando iban a viajar, por primera vez, de Nueva York a Los Angeles. El resto de cortes de Can’t Buy a Thrill los crearon ambos cuando ya vivían y se habían establecido en esta última ciudad.
Cantada también por David Palmer, la tristona pero talentosa “Brooklyn (Owes the Charmer Under Me)” (significa algo así como “Brooklyn tiene una deuda con ‘El encantador’ que está por debajo de mí”) tal vez, podría referirse a un ruidoso vecino que vivía debajo de Fagen y Becker de cuando éstos cuando residían en Nueva York, en 1970. Aquel tipo de dudosa reputación, llamado Pete “El Encantador” (está apodado irónicamente), se sentaba en la entrada del edificio y se estuvo quejando en voz alta durante 20 años de las humillaciones sufridas en la metrópolis, de sus problemas conyugales y despotricando contra los New York Mets, el equipo de béisbol de dicha urbe.
De tal modo, el equipo de compositores escribieron una canción sobre aquello con su endemoniado argot sarcástico de siempre y ya grabaron una primera versión, en ese año 70, en la que canta Donald Fagen (con un estilo vocal muy parecido al de su admirado Bob Dylan) y él mismo toca el órgano de manera realmente magistral. Finalmente, se retocó la canción para adecuarla algo más al estilo vocal del mencionado Palmer, durante la intervención de éste en Can’t Buy a Thrill.
Sonoramente la más sencilla, festiva y quizás, la menos buena del LP es “Change of the Guard”, donde uno de los aspectos más prominentes es el vibrante y contagioso solo de guitarra de Jeff Baxter. La canción podría hacer referencia sobre prestar atención a las nítidas señales sobre los mundanales e inevitables cambios generacionales, los cuales se produjeron durante el tránsito entre las décadas de los 60 y 70; por ejemplo, acerca de la música.
No queda demasiado claro si en este caso del “cambio de guardia”, Fagen y Becker tornan a ser cáusticos y escépticos o si, por contra, son optimistas pero conociendo su tendencia expresiva y su habitual intención textual de fondo, es probable que se trate de la primera opción y que ellos repitan la burla sobre las quimeras hippies, al igual que en “Only a Fool Would Say That”. El tándem de creadores ya habían tratado estos temas, sobre derribos sociales para empezar algo nuevo, en su canción extra-oficial de 1970, “Old Regime”.
En la compleja y arrebatadora “Turn That Heartbeat Over Again” (“Que ese corazón lata de nuevo”) Donald Fagen, Walter Becker y David Palmer amalgaman sus voces en el estribillo, obteniendo un resultado realmente fantástico y convincente. Es también atrayente y, a la vez, sosegado el solo de guitarra de estilo country. Como siempre, es complicado desentrañar dicha letra y se podría aquí sugerir a una serie de personajes víctimas de las circunstancias como un atracador armado, un bebedor que huye a Sudamérica o un artista viendo fantasmas; todos los cuales invocan a San Miguel y a Jesucristo para retomar las buenas acciones y llevar una vida más acertada.
Otra interpretación podría ser que, quizás, todo el tiempo se trata de una misma persona conflictiva ya que, por ejemplo, la parte del estribillo que dice: “Ama a tu madre, ama a tu hermano, ámalos hasta que corran a esconderse” podría dar a entender un grave abuso familiar por parte de un padre, el cual resulta asesinado por su sufrido y buen hijo, el cual huye a Paraguay y reza para que una ayuda divina le ayude a retomar la buena senda; sin embargo, esto supone una de las muchas conjeturas acerca de las escurridizas estrofas. Como ocurre siempre con ellos, cada uno puede interpretar como desee las ambiguas letras de la firma Becker/Fagen y quizás, es recomendable no penetrar, con demasiada profundidad, en el astuto laberinto literario que Steely Dan ha expuesto el 95% de las veces durante su carrera porque puedes permanecer horas extraviado en un misterioso significado para nunca llegar a una conclusión definitiva sobre dicho rompecabezas.
Descartes
Durante las sesiones de Can’t Buy a Thrill se grabaron cuatro temas más como la emotiva “Runnin’ Child”, la animada “Sakka Joweda”, la dramática “Gullywater” y la rockera y desenfadada “Megashine City” (bajo mi punto de vista, todas espléndidas) pero todas resultaron apartadas del álbum oficial. Acerca de la última canción mentada, Steely Dan grabaron otra versión algo más lenta y sobria con el título de “Talkin’ About My Home”, en 1980, pero que también descartaron para su disco Gaucho.
Aunque la estuvieron ensayando y retocando, tampoco se incluyó en el repertorio oficial de esas sesiones de 1972, “Any World (That I Welcome to)”; un corte éste que ya tenían compuesto Becker y Fagen, desde 1970, pero que sí entraría, oficialmente, en el posterior LP Katy Lied, de 1975.
Quizás debido a su ilimitado milimetrismo, opino que fue casi imposible que Fagen y Becker dieran su consentimiento a un disco oficial de este tipo de rarezas con alguna ligera mota de polvo. Por fortuna, todo este valioso material extraoficial de outtakes comentados, se puede escuchar por You Tube; tanto de Thrill como de los álbumes que le siguieron con autoría del conjunto norteamericano.
También Donald y Walter escribieron, a finales del año 72, los temas llamados “Hellbound Train” y “Take my money” pero nunca se llegaron a grabar ni en Can’t Buy a Thrill ni en ningún LP posterior de la banda. Ambos cortes estaban pensados para que se adaptasen al estilo de cantar de David Palmer y al menos, ¡ojo! fueron tocados en directo durante los primeros conciertos de Steely Dan. Por desgracia, esas canciones quedaron “perdidas” y no se pueden audicionar por ningún lado, aunque existen; recalcamos.
Conceptos
Por lo tanto, aquel portentoso y peculiar debut de sonido tan limpio ¿era una amalgama singularísima de soft-rock, latin jazz, R&B, blues y pop? O, ¿en realidad, con que estilo concreto se dieron a conocer Steely Dan, en 1972? Por fortuna nunca se puede definir del todo, exactamente, la música engendrada por Walter Becker y Donald Fagen.
Can’t Buy a Thrill (1 millón de copias vendidas en el momento de su lanzamiento) podría ser algo aproximado a Rock de la Costa Oeste de los años 70, como The Eagles o The Doobie Brothers pero sin ser realmente eso, ni tampoco suena del todo como una Big Band americana de jazz-rock como Blood, Sweat and Tears o Chicago, ni tampoco encaja completamente en el jazz-fusion al estilo de Chick Corea, Pat Metheny o Weather Report. Al final, Steely Dan surgió como algo completamente nuevo: el rock más extremadamente pulido que jamás se haya concebido, bajo mi parecer personal.
El hecho es que, en aquel año 72, dos cáusticos y jóvenes intérpretes de Nueva York aterrizaron en los muy distintos y soleados ambientes musicales de Los Angeles y de ahí, nació un raro y fascinante híbrido, llamado Steely Dan, el cual no se ha logrado clasificar nunca totalmente; insisto.
Añadir que aunque la prensa especializada les fue muy favorable a Dan, cuando se lanzó Can’t Buy a Thrill, un muy auto-crítico Denny Dias declaró que aquel LP fue el peor que la banda grabó jamás y Donald Fagen tampoco acabó muy satisfecho con el resultado final de la mayoría de las canciones del propio Thrill. Además, el teclista de New Jersey explicó que él mismo y Walter Becker intentaron aplicar nuevos arreglos cuando la mezcla ya estaba hecha y ya no se podían mejorar los errores que, según ellos, cometieron.
Bajo mi punto de vista, Can’t Buy a Thrill se halla al mismo nivel y calidad de otras grandes obras, de aquel año 1972, como los mismísimos álbumes Transformer, Thick as a Brick, Harvest, Foxtrot, Ziggy Stardust o incluso Exile On Main Street.
Conclusiones
Aunque después de 1972, Steely Dan fue evolucionando, liberando y sofisticando, cada vez más, su sonido hacia otros supremos e imprescindibles trabajos como Countdown to Ecstasy (1973), Pretzel Logic (1974), Katy Lied (1975), The Royal Scam (1976), Aja (1977) y Gaucho (1980), el caso es que con Can’t Buy a Thrill la banda de Nueva York dio el primer gran paso de gigante en dirección hacia su leyenda, la cual les equipararía al mismo elevado nivel de originalidad, calidad y creatividad con respecto a otras extraordinarias bandas de los años 70 como Supertramp, Queen, Jethro Tull, E.L.O., Fleetwood Mac, Genesis, Led Zeppelin y absolutamente todas las que se quieran ennumerar de ésta y de cualquier otra época musical; todo ello bajo mi objetivo parecer.