Steely Dan – Katy Lied: 50 años de la verdadera naturaleza de esta bandaza

Ficha técnica

Publicado el 1 de marzo de 1975
Discográfica: ABC Records / Dunhill Records
 
Componentes:
Donald Fagen – Voz, piano, tecladoss
Walter Becker – Bajo, solos de guitarra en "Black Friday" y "Bad Sneakers"

Músicos adicionales:
Denny Dias – Solo de guitarra en "Your Gold Teeth II"
Rick Derringer – Solo de guitarra "Chain Lightning"
Dean Parks – Solo de guitarra "Rose Darling"
Elliott Randall – Solo de guitarra en "Throw Back the Little Ones"
Hugh McCracken – Guitarra
Larry Carlton – Guitarra
Michael Omartian – Piano, teclados
David Paich – Piano, teclados
Chuck Rainey – Bajo
Wilton Felder – Bajo
Jeff Porcaro – Batería, dórófónn
Hal Blaine – Batería en "Any World (That I’m Welcomed to)"
Victor Feldman – Percusión, vibráfono
Phil Woods – Saxofón alto
Jimmie Haskell – Cuerno
Bill Perkins – Saxofón
Michael McDonald – Coros
Sherlie Matthews – Coros
Carolyn Willis – Coros
Myrna Matthews – Coros

Temas

1. Black Friday (3:40)
2. Bad Sneakers (3:16)
3. Rose Darling (2:59)
4. Daddy Don’t Live in That New York City No More (3:12)
5. Doctor Wu (3:59)
6. Everyone’s Gone to the Movies (3:41)
7. Your Gold Teeth II (4:12)
8. Chain Lightning (2:57)
9. Any World (That I’m Welcomed to) (3:56)
10. Throw Back the Little Ones (3:11)

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Introducción: 50º Aniversario y además, reedición deluxe

Ya os hemos hablado en varios reportajes previos, aquí en Science of Noise, acerca del descomunal prodigio que representa Steely Dan y, en esta nueva ocasión, explicaremos una serie de pormenores de su relevante disco Katy Lied (1975); el cual cumple 50 años este 1 de Marzo de 2025.

De todos modos, ya desde el 31 de enero esta misma obra se reedita en vinilo de ultra-alta calidad (versión premium) y Super Audio CD, a través de la discográfica Geffen / UMe; tal y como ya sucedió, entre los años 2022 y 2023, con otros álbumes clásicos de la legendaria banda norteamericana como Can’t Buy a Thrill (1972), Countdown to Ecstasy (1973), Pretzel Logic (1974), Aja (1977) y Gaucho (1980).

La remasterización de toda esa serie ha corrido a cargo del altamente acreditado ingeniero Bernie Grundman y con supervisión del mismo Donald Fagen, histórico vocalista y teclista de los propios Steely Dan.

Antecedentes

Antes de adentrarnos en los laberínticos detalles sobre la grabación del propio álbum Katy Lied y para entender mejor la verdadera y singular naturaleza del proyecto capitaneado por Walter Becker y el propio Donald Fagen, hemos de retroceder primero a 1974…

A mediados de aquel mismo año 74, Steely Dan abandonaron completamente las giras después de solo año y medio de empezarlas (tardaron mucho menos que tiempo que, por ejemplo, The Beatles en dar este mismo paso) porque, entre otras causas, dicho combo americano consideró que los propios tours no les dejaban tiempo para preparar discos de estudio a su más que exigentísima manera.

Algo antes, la propia banda neoyorquina pero con sede en Los Ángeles en aquella época, había publicado el magno álbum Pretzel Logic, en cuya grabación los “almirantes” Walter Becker y Donald Fagen incorporaron una serie de músicos de estudio para buscar una mucha mayor precisión en las canciones. Ésto mismo provocó ciertas tiranteces con los otros miembros fundadores del proyecto como el guitarrista Jeff Baxter y el batería Jim Hodder, los cuales no siguieron vinculados al seno de Dan “El Acerado”, a partir de dicho 1974, por unos motivos u otros relacionados con todo lo anterior.

Algo raro en los créditos del disco…

En el siguiente disco publicado en 1975, Katy Lied, de manera algo chocante y muy inusual los miembros restantes originales, es decir, las super-anti-estrellas Walter Becker, Denny Dias y Donald Fagen aparecían en los créditos interiores del vinilo pero no de modo destacado, sino que al mismo nivel (e incluso el nombre de Fagen figuraba en octava posición) de algunos de los más reputados session men de aquel momento como el saxofonista Phil Woods, el bajista Chuck Rainey o los duchos guitarristas Larry Carlton, Dean Parks, Hugh McCracken o Rick Derringer; además de invitados de lujo como Jeff Porcaro, David Paich (ambos del grupo Toto) o Michael McDonald (el cual, había sido miembro en la gira de Steely Dan, en 1974, pero se marchó, poco después, a liderar a The Doobie Brothers).

Apuntaremos que, durante la grabación de Katy Lied, el pianista Michael Omartian fue el enlace entre la dupla compositora Becker / Fagen con respecto a todos los cooperantes mencionados y algunos más.

En definitiva, que se llegó al número de 19 en lo que respecta al personal adicional.

Como guinda de ese algo extraño giro de los acontecimientos musicales, de manera nuevamente inesperada el mismísimo Denny Dias que participó, prácticamente, desde los primeros pasos oficiales de Steely Dan, en 1972 y que, además había tocado ya, anteriormente con Becker y Fagen en 1970, pues también… ¡comenzó a adquirir el mismo Denny, gradualmente, esa misma condición de músico de estudio acompañante, a partir de la grabación del LP Katy Lied, en 1975!

Esa misma peculiar circunstancia supuso una progresiva pérdida de protagonismo del guitarrista de Philadelphia, lo cual se fue acentuando más y más, hasta que, lamentablemente, el propio Denny Dias se marchó de Steely Dan a partir de 1977; justo después de publicarse el masivamente aplaudido álbum Aja.

Walter Becker y Donald Fagen comandando solamente a sesionistas

Por entonces e incluso con el paso del tiempo, algunos no entendieron ni aceptaron que Becker y Fagen quebraran y revolucionaran el formato tradicional de banda, en aquel 1975 (entre ellos, su mánager, Joel Coen, que por esa misma causa llevó a juicio a Donald y Walter en ese año 75) o también, en opinión de otros, aquello se transformó en un combo “fantasma”. Así que, cabe preguntarse, ¿los dos abanderados y compositores de Steely Dan habían cometido una locura, una excentricidad, un harakiri comercial o qué significaba, exactamente, aquella insólita maniobra grupal?

Por mi parte, opino que aquel mismo planteamiento de 1975 en plan “el proyecto pasa a ser Fagen y Becker más un batallón de ‘session men’ carísimos de contratar” era realmente original, sorprendente y fascinante ya que, dentro de Steely Dan, dichos músicos adjuntos de estudio iban rotando (sobre todo los guitarristas) según que canción; buscando así, Donald y Walter, la máxima calidad y exactitud interpretativa en todas y cada una de dichas piezas, insistimos… y además, ¡aquel mismo puntilloso y giratorio método de casting del personal para cada tonada se hizo todavía más patente y amplio para posteriores discos clásicos de la banda, durante la segunda mitad de los años 70!

Expresado de otro modo, aquella singular manera de grabar era, realmente, era la verdadera naturaleza de Steely Dan, bajo mi humilde prisma personal y, además, es que siempre resultó la intención original de los “jefazos” Fagen y Becker a la hora de trabajar, ya que a ambos, en el fondo, nunca les acabó valiendo contar siempre con los mismos músicos acompañantes.

Maticemos ésto anterior. Efectivamente, aquella particular situación no les venía de nueva al tándem neoyorquino porque cuando ambos se conocieron en la Universidad Bard (a 150 kilómetros de la capital Nueva York), en el año 1967, y conformaron allí su primer proyecto musical, Donald y Walter ya fueron permutando a los invitados intérpretes de turno, por entonces, indagando así en una cada vez mejor calidad de los mismos; aunque incluso para ello los mandamases Fagen y Becker tuviesen que ir también modificando el nombre a dicha agrupación como realmente ocurrió en aquel instante estudiantil (Don Fagen Trio, Leather Canary, The Bad Rock Group y alguna denominación circulatoria más).

Los abundantes problemas con la reducción del ruido de fondo

Otra de las inclinaciones innatas (o fijaciones si se quiere) de los sofisticadísimos Steely Dan fue utilizar los más avanzados y costosos sistemas de grabación que hubiesen en aquel momento y por otro lado, además, para la grabación de Katy Lied, el grupo empleó un piano alemán Bösendorfer que valía nada menos que 13.000 dólares, hacia finales de 1974; instrumento éste, además, que sería el eje central del mentado álbum, a través de Michael Omartian. Matizaremos que las facturas económicas de desorbitados gastos como esos iban a parar, siempre, a los directivos de la discográfica, a los cuales nunca les hacía gracia ninguna los cada vez más y más elevados gastos en la elaboración de los discos de Steely Dan

Este radical e innegociable empeño de Donald Fagen y Walter Becker por alcanzar la más extrema calidad de sonido en los años 70, por contra, les provocó al mismo grupo una serie de graves contratiempos técnicos no solo en Katy Lied, sino también en posteriores trabajos suyos (majestuosos los mismos, por otra parte) como The Royal Scam (1976) o el propio Gaucho (1980).

En este sentido, los prolegómenos del mal fario con Katy Lied comenzaron cuando el reputado ingeniero de confianza Roger Nichols borró, accidentalmente, la parte de la pandereta del percusionista Victor Feldman en el tema “Rose Darling”, a finales de 1974; aunque el mismo técnico Roger lo acabó subsanando, fácilmente. No eran el tipo de fallos que alguien de la eminente categoría de Nichols soliese cometer y en ese proceso de grabación de cada pista, propiamente dicho, de Katy Lied no se produjeron más contrariedades importantes de ese tipo.

Sin embargo, los adversidades tecnológicas solamente acababan de asomar…

Con todas las mezclas ya concluidas, arrancó el proceso de reducir en todo lo posible el ruido de fondo de la grabación y para ello, Steely Dan sustituyó el sistema habitual Dolby por uno recién salido al mercado de finales de 1974, llamado DBX; pero, de manera inexplicable e inesperada, el resultado final, en estéreo, de algunas canciones del LP les sonó “frío y aburrido” a los principales miembros del grupo. Entonces, como primera medida, Donald y Walter volvieron a comprobar los mixes para cada corte por si es que había habido algún error humano en el primer intento con el propio DBX pero al escuchar el álbum de nuevo, el resultado fue el mismo: inmensamente decepcionante y es que la obra se hallaba lejos de alcanzar la hiper-perfección en vinilo que Steely Dan pretendía.

¿Qué diablos estaba ocurriendo? ¿O acaso todo se debía a que el milimetrismo de esta banda es el más colosal y mítico de toda la cronología del Planeta Rock y, por lo tanto, Becker y Fagen no estaban contentos con cualquier minúsculo error de grabación y mezclado que se produjese?

El caso es que, entonces, los propios Donald Fagen y Walter Becker más el engineer Roger Nichols y el productor Gary Katz viajaron todos, de inmediato, a Boston para pedir explicaciones a los responsables de la compañía que les había suministrado el equipo DBX, aunque éstos tampoco supieron describirles que había sucedido. Así pues y como intento de compensación, desde ésta última empresa les facilitaron a Steely Dan unas perillas de ajuste externas con las que se podían manipular las mezclas originales. Sin embargo, una vez probada esta maniobra técnica tampoco se arregló el tremendo desbarajuste inicial durante el cuidadoso y lento tercer intento de escuchar el material filtrado a través del DBX, lo cual empezó a hartar a los enormemente minuciosos Donald Fagen y Walter Becker.

Siempre según la versión del guitarrista Denny Dias, con este panorama y de manera resignada, Steely Dan volvieron a probar con una cuarta mezcla y, también, con la primera masterización, pasándolo todo a través del citado viejo sistema Dolby de reducción de ruido, en el estudio Kendun Recorders, cerca de Los Ángeles. Aunque la cosa aparento mejorar, finalmente, resultó un espejismo bajo el punto de vista de Becker, Fagen y el ingeniero Roger Nichols, ya que los tres tampoco pensaron que con el propio Dolby se hubiera obtenido el sonido ideal al transferir la grabación de 24 pistas hacia la monotrack definitiva del LP.

Así pues, unos muy agotados Roger, Donald y Walter se aburrieron de seguir intentando el tratamiento de las cintas originales y, definitivamente, abandonaron lo de seguir trabajando en esos procesos finales; recayendo esa última gran responsabilidad en el guitarrista Denny Dias que hizo todo lo que pudo por mejorar el resultado final y, según él mismo, algún avance positivo consiguió con el Dolby; el cual, por contra, no pareció motivar ya al tándem Becker/Fagen, apuntalamos de nuevo.

Todos estos contratiempos tecnológicos retrasaron varios meses la salida oficial del LP, en concreto, hasta marzo de 1975; cuando el lanzamiento estaba previsto, inicialmente, hacia finales de 1974.

Y entonces quedó flotando el siguiente interrogante. ¿Si el mismo Denny Dias no se hubiera hecho cargo de rematar el asunto, cabe la posibilidad de que Katy Lied no se hubiese publicado?

Manifestaciones rotundas

Fueron tajantes las posteriores declaraciones de un enojado Walter Becker, tras la edición de Katy Lied: “Máquinas 10 – Humanos 0”.

Por su parte, el mismo Becker mantuvo, firmemente, la creencia de que fue el sistema DBX el que, definitivamente, afectó a la calidad de las mezclas finales.

Y un frustrado e insatisfecho Donald Fagen emitió el siguiente gruñido oficial acerca del incidente: “Hubo un problema técnico en el que no quiero entrar. Son cosas que el público no quiere saber”.

El productor Gary Katz también arrojó una queja pública:

“Katy Lied es mi mayor decepción acerca de los álbumes de la banda. En términos de alta fidelidad era el mejor álbum que habíamos hecho hasta ese momento, de lejos, pero algo se había estropeado en la electrónica antes de terminarlo y ya no sonaba igual.”

El caso es que los monarcas de la meticulosidad musical, es decir Donald Fagen y Walter Becker, permanecieron muchos años negándose a escuchar el LP Katy Lied desde que este se editó, oficialmente, en 1975, debido a los controvertidos motivos anteriormente comentados. Por contra, esta tan voluminosa obstinación con la más alta fidelidad también llevó a admitir a los mismos Fagen y Becker, en 1979, que se habían precipitado al usar el equipo de última generación que había salido al mercado, en aquel año 1975.

¿Se resolvió, finalmente, el enigma del sistema DBX?

¿Se esclareció el motivo de todo aquello después? Hablemos de algunas posibilidades, seguidamente.

Como motivo principal del aquel defecto técnico, el propio ingeniero-jefe Roger Nichols explicó, en una conferencia en una Universidad, en el año 1985, que las ondas de una estación de radio AM, la cual transmitía desde un lugar cercano al estudio donde Steely Dan mezclaba Katy Lied, fue la que pudo producir una anomalía en la curva de codificación del audio que viene reflejada por el propio reductor de ruido DBX. Y es que al decodificar la señal de este sistema por parte de los técnicos, dicho gráfico curveado (el cual daba una idea del sonido de las mezclas) no era ya coincidente con el original y por lo tanto, éste último dibujo del panel presentaba ya una distorsión indeseada.

A ésto se sumo una deficiente conexión a tierra del propio sistema, siempre según el mismo Roger Nichols.

Así que, resumiendo, según sugiere el tan respetado ingeniero citado no fue el reductor de ruido DBX el que directamente, falló, sino que la principal culpa pudo corresponder a esa emisora radiofónica próxima a los estudios de ABC Records, en Los Ángeles; redundaremos las veces que haga falta en ésto debido al enigma histórico que duró varias décadas previas.

Sin embargo, ¡estas mismas declaraciones aclaratorias del año 85 no se dieron a conocer al público en general, hasta 2023!, cuando su hija Cimcie Nichols fue, en YouTube, desvelando el contenido de viejos archivos que su padre Roger tenía olvidados en un cajón. Sobre este asunto relacionado de cintas ocultas del propio Roger Nichols (fallecido en 2011), sobre Steely Dan, ya hubo otro episodio de sonada recuperación extraoficial por parte de la propia Cimcie, en el mismo 2023; en este otro caso, nos referimos al célebre tema malogrado “The Second Arrangement” (1980).

Como otra posible causa achacable a todas aquellas contrariedades de Katy Lied, el guitarrista Denny Dias afirmó que después de la mezcla de dicho LP resulta que lo que funcionó mal (en grado excesivo, concretamente) fue un generador que regulaba la humedad del estudio de grabación y ese fallo del propio aparato, de rebote, provocó un óxido en una parte de la cinta original (en la canción “Dr. Wu” concretamente”) justo cuando se estaba utilizando el mentado sistema DBX; el cual, ¿es posible que no fuese el culpable directo después de todo?, hay que preguntarse nuevamente.

De modo adicional, se ha rumoreado, por parte de los fans más detallistas, que unos caros micrófonos alemanes, los cuales se utilizaron para grabar la batería de Jeff Porcaro en algunas canciones de Katy Lied, también tuvieron parte de culpa de todo aquel sonido defectuoso que hemos ido comentando; aunque éste es ya un tema que presenta menos probabilidades de constituir la primera causa de todos aquellos contratiempos, bajo mi punto de vista.

Hubo remasterizaciones posteriores de Katy Lied y editadas en formato CD como el pack recopilatorio de discos clásicos de la banda, Citizen Steely Dan, en 1993 y una más del genial Roger Nichols, en 1999; el cual, por cierto, ya se adelantó a todo el mundo y ya transfirió las cintas analógicas originales de dicho LP a un, por entonces, pionero sistema digital, en el año 1981.

Todo ello provocó distintos debates entre los oyentes acerca de si con esos pasos técnicos, de los mencionados años 1993 y 1999, se produjeron, definitivamente, ostensibles mejoras sonoras o no se consiguió tampoco el resultado más que impecable acerca de la susodicha obra original de 1975.

Se habrá de comprobar ahora, entonces, como suena Katy Lied, con la nueva, depurada y cuidadosísima remasterización de lujo, en vinilo, por parte del ingeniero Bernie Grundman, en este año 2025; lo cual ya hemos comentado al principio del reportaje.

Opinión de la prensa

Por otro lado, comentaremos que la mayor parte de la prensa especializada de por entonces, no escribió titulares favorables sobre Katy Lied cuando éste se lanzó, en 1975 (aunque la audiencia, de todos modos, lo subió hasta el puesto número 13 en las listas en los Estados Unidos e Inglaterra y el número 10 en Nueva Zelanda); sin embargo y con el paso de las décadas, muchos medios de comunicación han ido cambiando su percepción general, positivamente, hacia este muy buen álbum como, por ejemplo, la reputada publicación norteamericana Pitchfork Magazine; la cual le concedió a dicho LP una nota de 9.1 (nada menos).

De todos modos y objetivamente expresado, Katy Lied nunca fue tan popular ni considerado tan histórico, en general, como otros imponentes trabajos de Steely Dan, es decir, Can’t Buy a Thrill, Pretzel Logic, Aja o Gaucho; aunque este mismo LP de 1975 también contenga canciones ciertamente excelentes.

Las 10 tonadas comentadas escuetamente

En cuanto a las mismas expondremos, lo más brevemente posible, las teorías más extendidas sobre el escurridizo significado de cada corte; aunque cada oyente pueda interpretar lo que desee como siempre ocurre con los textos de Steely Dan.

El magnífico y enérgico rock inicial, “Black Friday”, podría tratar de un agente de bolsa que ha recogido unos beneficios aprovechando un global desplome bursátil en Nueva York, en 1929 y como después, dicho brooker huye a miles de kilómetros de allí; a una localidad de Australia, concretamente. También podría hacerse, aquí, una referencia a una devastadora guerra mercantil, relacionada con el oro, entre unos influyentes inversores y los estamentos gubernamentales, en 1869, en Estados Unidos. Posteriormente, el término “Viernes Negro” fue derivando, desde los años 60 hasta la actualidad, hacia ese agitado periodo de rebajas durante las compras navideñas; como todos sabemos pero puntualizaremos que Steely Dan no se refieren a ésto último.

A reseñar en el plano instrumental, por ejemplo, que el solo tan cool de guitarra rock-bluesera corresponde a la firme y hábil mano de Walter Becker. Tanto a este último como a su socio, Donald Fagen, les trajo sin cuidado que “Black Friday”, como single, solamente alcanzara el puesto número 37 en la lista oficial de Estados Unidos, en 1975.

Por cierto que, el estrafalario escritor William S. Burroughs, cuya famosa novela criminalesca El almuerzo desnudo (1959) influyó a Becker y a Fagen, declaró acerca de “Black Friday” al escucharla, en 1977: “Música demasiado adornada y sofisticada, estos chicos meten demasiadas cosas a la vez en una sola canción”.

El mismo Burroughs no dejaba indiferente a nadie pero es que Steely Dan tampoco.

Prosigue, con lenguaje en clave como siempre, la agridulce y, al mismo tiempo cálida, “Bad Sneakers”; la cual podría sugerir, al principio, la citada ruptura del formato convencional de banda de Steely Dan, con base en Los Angeles y luego, dejar caer una añoranza de Walter Becker y Donald Fagen por incluso las cosas negativas que vivieron cuando ellos mismos residían en Nueva York como la lluvia helada, las zapatillas deportivas baratas o incluso las drogas; todo siempre expresado de modo muy sugerido, recalcamos, algo absolutamente típico de esta más que interesantísima dupla de compositores.

La agudamente delicada y relajante “Rose Darling” (cuyo título podría, quizás, hallarse influenciado por una frase de la novela Lolita, de 1955) ha suscitado un sinfín de conjeturas entre la audiencia y es que conociendo como siempre se las gastan temáticamente Fagen y Becker, redundamos, el engañoso texto podría no resultar romántico ni tampoco incluso aludir a la infidelidad, finalmente; sino que podría encaminarnos, con toda sutileza, hacia alguien que recurre al onanismo (la “querida rosa” quizás suponga una metáfora fálica) porque se lleva realmente mal con su esposa (el personaje de Mary “La serpiente”). Otras hipótesis absolutamente distintas, sin embargo, hablan de estrictas monjas católicas, por ejemplo.

En la propia “Rose Darling” el mismo Donald Fagen canta al estilo de su idolatrado Bob Dylan y ya, para el estribillo, destacaremos los singulares y sedosos coros de Michael McDonald. Agregaremos que, indudablemente, suena paradisíaco el piano Bösendorfer de Michael Omartian.

Por otro lado, el placentero blues-rock “Daddy Don’t Live in That New York City No More” supone una crónica desde la perspectiva de una persona joven de la Gran Manzana, la cual cuenta las andanzas por allí de su padre; siendo este último un criminal armado, fumador, bebedor, mujeriego y que conduce coches caros pero que ya no podrá experimentar todo eso porque dicho supuesto gangster ha sido asesinado en dicha metrópolis. Detallaremos que ésta misma pieza supone la primera colaboración del reverenciado guitarrista Larry Carlton con Steely Dan.

Acerca del supuesto trío amoroso que se describe durante el sonoramente suave y bello corte “Dr. Wu”, finalmente, no queda claro quien simboliza las drogas en esta turbulenta y thrilleresca crónica: si el supuestamente ficticio médico oriental del título (en realidad, él si que existió) o la trolera Katy (podría ser, también, este nombre incluso un apodo para un narcótico, recalcamos); la cual precisamente rotula la obra entera y donde se enamora ella, tal vez equivocadamente, del cocainómano protagonista anónimo de la canción, es decir, el tercer integrante de este episodio.

Donald Fagen y Walter Becker siempre con sus textuales planteamientos inescrutables (pero, en el fondo, irónicos e influidos por la novela negra), apuntalamos y siempre dejando que los distintos oyentes construyesen, libremente, sus extensísimas elucubraciones al respecto; lo cual fue lo que sucedió posteriormente: un alud de opiniones sobre como deben descifrarse estos versos, efectivamente.

Phil Woods al delicioso saxo jazzero aquí, por cierto (¡milagrosamente, Fagen estuvo encantado ya con la primera toma interpretada por el mismo Woods!) y, anecdóticamente, según Michael McDonald él mismo fumaba demasiado, durante la grabación de “Dr. Wu”, como para poder cumplir las altísimas expectativas de los coros que le exigían para esta misma melodía los ultra-preciosistas Fagen y Becker.

Añadiremos que la banda de punk The Minutemen publicó una curiosa versión de estos mismos acordes, en 1984.

Seguidamente, acerca de “Everyone’s Gone to the Movies”, la teoría más extendida entre los fans es que, quizás, podría desarrollarse un explosivo “dardo” contra un tal Mister LaPage, un espantoso abusador, el cual enseña películas X a niños; es decir, un tema gravísimo y condenable que, efectivamente, denuncia con sarcasmo Steely Dan. Sin embargo y de rebote, también se desliza aquí, tal vez, un cáustico reproche hacia matrimonios que añoran e intentan revivir su periodo de noviazgo y que, de ese modo, desatienden irresponsablemente y dejan irse solos a sus pequeños hijos; los cuales quedan expuestos a peligros como el del siniestro personajillo mentado.

Aquí, de nuevo, Fagen y Becker en su salsa, es decir, en una exploración ácida de situaciones sociales sórdidas y escondidas debajo de la alfombra, aunque nos alargaríamos mucho en tratar de exponer, aquí, en que historia real se podría basar, específicamente, esta primera cábala sobre dicha tonada.

Adicionalmente, otras interpretaciones muy diferentes de los oyentes afirman que la misma “Everyone’s Gone to the Movies” trata sobre esnifar un pegamento de marca LaPage y la serie de alucinaciones posteriores que ésto provocaría (más improbable ésta segunda hipótesis a mi entender).

Añadiremos que justo al fundarse Steely Dan a finales de 1971, éstos grabaron ya una maqueta más funk-rockera y dinámica de este mismo corte; aunque luego, al editarse éste oficialmente en 1975, el grupo le añadió elementos como el vibráfono, tocado éste por el sesionista Victor Feldman; lo cual contribuyó a que esta misma melodía desprendiese unos compases más latinos y más tersos.

El complejo, refinado y virtuoso corte de bebop y también con textura de vals, “Your Gold Teeth II”, es la continuación nominal del rutilante tema del álbum Countdown to Ecstasy (1973); aunque ambas piezas no se asemejen entre sí en nada, ni a nivel sonoro ni en la letra. Ésta segunda parte de 1975, por cierto, se podría interpretar, solo tal vez, como un veterano músico que se ve superado por otros colegas más jóvenes; aunque el primero acepta que así es la vida para todos.

Fagen, Becker y su avezado escuadrón de session men atravesaron sus dificultades interpretativas para sacar adelante con éxito, en el estudio, dicha intrincada, tornadiza y rara composición; la cual “gana en cada escucha”, como se suele decir.

Acto seguido, el ondulante y atípico blues de 12 compases que es “Chain Lightning” (con solo de guitarra de Rick Derringer), podría ocultar una socarrona crónica sobre los devotos actos de unos jóvenes simpatizantes del nazismo justo antes y después de la Segunda Guerra Mundial (el titular “relámpago zigzagueante” representaría, quizás, las insignias de las SS inscritas en esas banderas rojas).

Sobre este mismo significado anterior confirmaron alguna leve pista aclaratoria Becker y Fagen; aunque, por otro lado, muchos musicómanos se empeñan en deducir que dichas estrofas se hallan dedicadas, sencillamente, a unos músicos de jazz (las letras finales, “ZZ”, de este término musical podrían simbolizar, también, la forma de unos rayos como el mencionado en el título de esta tonada); entre otras hipótesis de la audiencia sobre esta canción; la cual, por cierto, también recuerda a un ambiente de cabaret en el ritmo vocal del propio Donald Fagen, opino yo particularmente.

La hondamente conmovedora y melancólica “Any World (That I’m Welcome to)”, la cual Fagen y Becker ya la tenían compuesta y grabada como una sencilla maqueta desde 1969 o 1970 (es decir, antes incluso de formar Steely Dan), habla de un cambio de vida y ambiente y es que, tal vez, se trate del mismo Donald Fagen de cuando era un adolescente marginado y vivía en un suburbio de New Jersey; expresando su deseo de largarse de allí en dirección a cualquier otro sitio diferente a de donde proviene.

El sinuoso y adherente rock-jazz “Throw Back the Little Ones” (con Duke Ellington y su big band como principal influencia armónica) ha sido objeto de innumerables teorías y espirales interpretativas. Si bien podría tratar acerca de un yonqui ex-convicto que se intenta abrir paso en la ciudad a base de fuerza bruta con, posiblemente, los traficantes de droga y la policía por medio; sin embargo, también se ha conjeturado con cosas muy distintas como honestas auto-críticas al propio éxito de Steely Dan dentro de las imposiciones de la industria musical o de, sencillamente, actividades de pescadores; dentro de un extenso etcétera especulativo, recalcamos, de nuevo.

El guitarrista de estudio, Elliot Randall, se encargó del excelente solo de guitarra de la misma “Throw Back the Little Ones” al igual que ya ejecutó él mismo también, en 1972, con los temas “Reelin’ in the Years” y “Kings”; siempre a las órdenes de Becker y Fagen.

También hubo un par de tonadas que se descartaron de Katy Lied y que, muchas décadas después, se han podido escuchar por Internet, como son la emotiva y óptima “Mister Sam” (quizás, la crónica de un esclavizado jardinero, el cual trabaja en la casa de una perversa aristócrata) y el ameno y fresco instrumental “Funky Driver”; dejando aparte, por descontado, las tomas falsas de los temas oficiales ya descritos previamente.

La portada

Terminaremos contando que fieles a su costumbre acerca de las cubiertas, los anti-astros que son Steely Dan, al igual que en todos sus LP’s anteriores o posteriores como banda tampoco colocaron los rostros de ninguno de sus integrantes en la verdosa portada de Katy Lied.

En lugar de eso aparece la imagen de un tipo de saltamontes, llamado katydid en Estados Unidos, ya que a Donald Fagen le hizo gracia que el nombre del bichejo hiciera juego con el apelativo de la mentirosa protagonista del título del disco y que aparece en el tema “Dr. Wu”, como antes se expuso. Dicho flash del campestre insecto fue efectuado por la novia del propio Fagen, de por entonces, es decir, Dorothy “Dotty” White; la cual también diseñó la cubierta de otro LP steely como es el ya citado Countdown to Ecstasy (1973).

A modo de conclusión

En ocasiones, Katy Lied es considerado un álbum de transición y como plataforma hacia metas mayores con esa misma línea estilística, sin embargo, en pocas ocasiones un “disco-puente” alcanzó tanta calidad musical y tanta importancia capital como éste que hoy tratamos.

En otros términos, este trabajo de 1975 supone la continuación de una evolución del peculiarisímo, nivelado y ultra-pulimentado sonido rock-jazz-funk-blues de Steely Dan, lo cual comenzó a acentuarse, ya ostensiblemente, en Pretzel Logic (1974), proseguiría en discos todavía mejores que Katy Lied como The Royal Scam (1976) y culminaría en absolutas obras maestras como Aja (1977) y Gaucho (1980).

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