El eterno guitarrista de Genesis paseó toda su clase en el pasado Be Prog enamorando al personal. Vuelve ahora con un disco que es ya el número 25 desde que dejó a los colosos del rock progresivo. Hackett es un ciudadano del mundo, un viajero, un místico y siempre muestra en sus discos sus preocupaciones por el mundo. Esta vez At the Edge of Light muestra su miedo ante el auge de la extrema derecha en el mundo, y todo ello queda traducido en una música rica, variada y en muchos momentos, espectacular. Es impresionante que a día de hoy siga ofreciendo tanta calidad, tanto en directo como en estudio.
El elenco de invitados y músicos tira de espaldas, siempre rodeándose de gente de todas partes del globo. La variedad es la tónica, y hay varias composiciones que brillan con luz propia, caso de un “Hungry Years” que atrapa y luce unos coros de algodón dulce. Maravilloso estribillo contando con las voces de Durga McBroom (Pink Floyd) y Lorelei McBroom. Tema positivista y dulce, accesible y almibarado, pero tan suave como la preciosa guitarra del maestro. La producción es magistral, gentileza de todo un Roger King. Otro tema maravilloso es “Underground Railroad”, con entrada soul a piano con voces evocadoras. Hay aromas del blues del delta con toques prog, jugando con volúmenes e intensidades. Potentísimas baterías por parte de Nick D’Virgilio y Simon Phillips.
El disco es un viaje por todo el mundo y van irrumpiendo todo tipo de instrumentos, de forma orgánica y nada forzada. Sitares, armónicas, didgeridoos y saxos van tomando el control mientras las seis cuerdas de Hackett demuestran que es un pura clase. La intro inicial ya es envolvente y ya nos muestra que el disco es especial. Steve se encarga de informarnos de ello, sí, pero de verdad que en esta obra se respira un aura especial. Este misticismo de la intro entronca con “Beasts of Our Time”, que goza de un diálogo entre orquestaciones con voz y acústica. Se va de la desnudez al exceso para añadirle el saxo de Rob Townsend. El explícito título se traduce en lo musical con orquestaciones de banda sonora de película de terror y un tramo final repleto de fuerza con protagonismo total para la guitarra.
El primer single es “Under the Eye of the Sun” en la que se quiere dejar patente que el rock progresivo es lo que domina el disco, con cadencias complejas y con unos juegos de coros accesibles, muy trabajados y atractivos. Pasajes oscuros, instrumentos del mundo y momentos reposados. En “Those Golden Wings” hay una incursión imponente hacia la música clásica que al final deriva hacia el rock duro, capitaneado por el mástil de Hackett. Las sorpresas y los giros de guión se suceden sin pausa ni descanso alguno. El riff base melancólico es otro de los grandes activos de la evocadora y cambiante composición. En “Shadow and Flame” los sabores de oriente emanan con sitares y cantos étnicos. Siempre el hecho de meter un sitar es complicado, pues va de lo curioso a lo cargante, pero la gracia es que hay un músico especialista con el instrumento y no se hace cansino. Los intentos de muchos músicos con el sitar son de juzgado de guardia.
El único pero que le pongo al disco es la inclusión de un crescendo tétrico de más de cuatro minutos que lleva el título de “Descent” (bonitos violines) y otra intro-enlace instrumental que es más de relleno que otra cosa, por mucho que encaje en cuanto a mensaje y letras. “Peace” es un final bonito y hace terminar el disco de forma positiva y esperanzadora. Se acerca a la balada y tiene un cierto sabor a Queen incluso.
Steve Hackett es siempre un sinónimo de calidad y sabes que nunca falla. Su música siempre está a la altura de lo que uno espera y con At the Edge of Light considero que se sube incluso el listón. Un disco en el que viajas por todo el mundo, donde afloran los miedos de su autor por la situación mundial actual, pero proponiendo la música como terapia de salvación. A estas alturas ya no le pedimos obras maestras, pero lo bueno es que hay un par o tres de temas que se acercan a lo sublime. No serán himnos atemporales, pero verlos en directo será toda una experiencia para los sentidos. Cuando un genio tiene carta blanca y libertad compositiva puede ofrecernos cosas tan bellas como este álbum.