A pesar de que nunca he sido un gran apasionado de los discos de guitarristas pues en muchas ocasiones terminan siendo discos de ejercicios dactilares destinados a los amantes del instrumento, considero que el gran Dios de las seis cuerdas, Steve Vai, posee una clase y gracia capaz de ponerte la piel de gallina. No entregaba material en solitario desde hacía cinco años, justo con ese Modern Primitive y la pandemia le ha dado muchísimo tiempo y fuego haciendo de las fatalidades oportunidades.
El verde es el color que define a Steve Vai y a su música, y si él así lo opina poco tenemos que objetar el resto… Partió para esta obra don Steve de un par de canciones grabadas durante los tiempos de pandemia. De hecho, “Candlepower” es un autorregalo para su 60 cumpleaños. Canciones ya compuestas y expuestas en redes sociales que han mejorado con nuevos músicos invitados y que no quería dejarlas desperdigadas. Merecían estar en un disco, merecían entrar en Inviolate.
Una de las más grandes maravillas de esta obra y uno de los grandes lujos por los cuales uno puede ver que este hombre es muy especial es “Knappsack”. La historia es que Vai está convaleciente de una operación de hombro, no puede mover el brazo izquierdo, pero claro, la malvada gente de Ibanez justo le entrega su nuevo juguetito: la guitarra (preciosa y negra) Black Onyx Pia guitar. Y el mismo, con cara de niño con zapatos nuevos te decía: “¿Cómo voy a tener que esperarme parar tocar esta maravilla?”.
Empezó a trastearla, hizo variaciones en estilo legato y terminó firmando un tema tremendo tocado sólo con la mano izquierda. Es ultrarrápida y hay momentos relajados. Fue grabada en pandemia y para el disco se sumaron a mejorarla Colson y Philip Bynoe al bajo. El título es un homenaje al doctor que lo operó y al cabestrillo de su invención con el que iba Vai en la etapa de recuperación.
“Candlepower” es otra de las canciones que fueron grabadas en periodo de confinamiento. A las diabluras de Steve se unen pasajes realmente técnicos por parte del resto de músicos participantes, destacando especialmente la batería. Para dar inicio al disco hay esa elegante “Teeth of the Hydra” con escalas arábigas y unos aires inquietantes a los que se suman efectos de teclado. Un muy buen inicio para el disco.
Una de las que más me han calada es ese “Greenish Blues” en el que el divo se adentra en el estilo, pero siempre a su manera, desde una perspectiva más heavy metal. Puede que a los puristas pongan el grito en el cielo, pero es maravillosa la capacidad de recursos, velocidades y sentimientos de una tonada que nació en las improvisaciones de las pruebas de sonido de las giras.
Hay varias referencias a la mitología griega, pero son más fruto de la casualidad que de una voluntad real por parte del maestro shredder. “Zeus in Chains” es un medio tiempo en el que sobre la base rítmica Vai dibuja sus habilidades. También cabe destacar el impecable trabajo del propio Steve como bajista y el de Jeremy Colson tras los timbales.
“Little Pretty” es la composición más extensa y en la que nos mete de lleno en el jazz partiendo desde el cuento infantil de La caperucita roja. Es de lo más complejo del disco, especialmente por ese solo metido en intrincados tempos y cambios. Luego entramos en las dos canciones que llevan el nombre de los caballos de su esposa Pia (Vixen). Una es “Apollo in Color”, de aires místicos. Aderezada de instrumentación de cuerda auxiliar y con ese groove exquisito gentileza del gran Vinny Colaiuta.
La otra canción equina es “Avalancha”, cinco minutos de pasión y fuerza, muy representativa de lo que suele ofrecer y en la que encontramos a uno de sus más grandes amigos: Billy Sheehan (Mr. Big) al bajo. Un solo constante a una velocidad endiablada. “Sandman Cloud Mist” pone el contrapunto dulce y de coda a un disco completo en el que aquí suma esos pasajes ambientales a ritmos jazzeros calmos.
Buen disco de Steve Vai que un poco retorna a la primera línea y demuestra estar con más ganas que nunca para girar en la que puede ser su última gran tourné mundial. Se está preparando para estar un año y medio fuera de casa y de recuperar el trono que siempre fue suyo. Ejemplos para seguirlo reivindicando como el mejor hay varios en Inviolate, mostrando fronteras permeables a los estilos dispares, pero siempre con su sello inequívoco de marca.