Verano de 1990, se acaban los 80 y el mundo cambia, la música cambia. La MTV ya no muestra demasiado interés por las bandas de hard rock o heavy metal, y bandas como Stryper se encuentran ante un escenario que aúna un contratazo discográfico millonario con un descenso de ventas del estilo en general; para hacernos una idea, su disco más aclamado To Hell with the Devil (1986) había vendido unos 5 millones de copias en todo el mundo, mientras que este Against the Law (1990) no llegó ni al medio millón, cifra que, por otra parte, firmaría hoy día casi cualquier banda.
Stryper se habían labrado una carrera importante con sus primeros trabajos; contaban con una discografía que les había forjado un nombre y un status desconocido hasta el momento para una banda que abanderaba el cristianismo en un entorno, el metalero, más próximo a la oscuridad que a la luz, por lo general. Pero aún así, como digo, con The Yellow & Black Attack! (1984), Soldiers Under Command (1985), To Hell with the Devil e In God We Trust (1988) habían conseguido hacerse un hueco importante, a base de buenos singles, baladas inspiradas y sí, heavy metal. Es cierto que en sus discos encontramos hard rock y melodías pegadizas, pero Stryper básicamente ha hecho heavy metal durante toda su vida.
Pero como decía, los 80 se agotaban y el estilo dejaba de estar en el punto de mira de la industria. Además, la vida de la carretera, de banda de metal, había pasado factura a Stryper; y para este disco, dejaron atrás su vestimenta negra y amarilla, sus pelos crepados y sus caras afeitadas, para presentarse con una estética del rockero de toda la vida, vaqueros, barba de unos días… Incluso, si miramos la portada, dejaban de lado su logo característico, y no hay noticias de la famosa cita bíblica Isaiah 53:5. Colores azules, ni rastro del amarillo, y lo que parece la mesa desordenaba de un detective bajo un título que inclina a pensar que se han pasado al otro bando de la ley. Nada más lejos, el estribillo del tema título dice justo lo contrario:
“I don’t wanna be against the law.”
Con ese tema empieza el disco; un inicio que parece un ensayo de banda rockera, un riff a su vez más rockero que heavy, un tema bastante diferente de lo que teníamos por costumbre oír de ellos; algún guiño al nuevo sonido que viene desde el norte de la costa oeste pegando fuerte en las radio-fórmulas. Un tema que descolocó a muchos seguidores y que hizo a muchos dar la espalda a la banda; esto se parecía poco a los Stryper que conocíamos, más allá de la voz, impecable como siempre, de Michael Sweet. A continuación llega el single, que sigue derroteros distintos a los que esperábamos, pero que nos devuelve esas armonías vocales y esos coros en el estribillo que son marca de la casa. Un tema simple que acaba enganchando y evita que el seguidor de toda la vida quite el disco a la segunda canción. A continuación «Rock the People» nos mantiene en ese ambiente rockero que envuelve la primera parte de este disco, pero ya vemos a un Sweet más lírico, aunque el riff principal sigue sin devolvernos a los Stryper que buscábamos. Estribillo coreable, pero un tema bastante plano. Debo decir que recordando mi primera escucha, estrenando mi cassette recién comprado, en este punto empezaba a arrepentirme de haber comprado esto sin oír nada antes, pensando que tendría una fiel continuación de In God We Trust. Iba buscando justificaciones, como por ejemplo, el grito final de Sweet en este tema. Seguimos. «Two Bodies (One Mind, One Soul)» nos trae un tema que aspira a ser una especie de medio tiempo, con un toque bluesy, y aunque la guitarra suena afilada en momentos concretos de la canción, volvemos a tener un tema que nos descoloca. Ahora os lo contaré desde la perspectiva de haber dado muchas escuchas a este disco, y la verdad es que uno de los temas que menos me convenció al principio, finalmente es uno de los que mejor han envejecido. Sobre todo una vez aceptas que esto no es Soldiers Under Command. «Not That Kind of Guy» sigue esa línea rockera, definitivamente cuesta, como seguidor de Stryper, asimilar este trabajo. Una canción que combina ese rock directo casi macarra, con unos coros como siempre muy cuidados que contrastan y le dan un aire extraño. Un muy buen solo y un Michael Sweet bastante suelto y con ganas de subir le dan algo de interés al tema, pero seguimos buscando a los Stryper, ya sin muchas esperanzas (craso error).
Aquí viene lo peor, y diréis, ¿por qué escribe esta reseña alguien a quién parece gustarle tan poco este disco? No es así, es un disco que actualmente disfruto bastante pero que en su momento fue un shock; si no lo vivisteis haced el ejercicio, poneos In God We Trust y este a continuación. Pero estábamos en el sexto corte. «Shining Star» es una canción originaria de Earth, Wind and Fire de 1975. Un tema funky, que Stryper convirtieron en tema rockero, aunque conservando elementos como los vientos. Reconozco que fue en este punto cuando me planteé volver a la tienda a intentar que lo me cambiaran por otro disco. Para mayor desgracia, «Shining Star» también fue single, con su videoclip y su relativa repercusión. Para mi gusto, lo peor que ha hecho Stryper en disco. Confieso que tras este tema, volví al inicio, y me empezaron a gustar más otros temas que antes había recibido peor. Y aunque yo no lo sabía, y creía que estaba ante lo peor de Stryper, o ante la muerte de una de mis bandas favoritas, lo mejor estaba por llegar. Ordinary man nos devolvía al disco que estábamos escuchando antes de la versión, otro tema rockero, con buena melodía, buen estribillo, lejos de sus otros discos, pero también lejos de «Shining Star», en ese momento eso me bastaba.
Y a partir de aquí es donde cambio radicalmente mi percepción de este disco; como decía, a día de hoy me gusta el conjunto del disco, salvo la versión, ya que lo sitúo en su contexto, no pido que suene a otra cosa, y los temas son buenos. Pero lo que Against the Law nos reservaba para el final, no me lo esperaba. El octavo corte es «Lady», la balada. Por fin. Veníamos de discos con, por lo menos, una gran balada, «Together As One» o «Honestly» entre las mejores del estilo. En este caso «Lady» no se queda atrás, la estructura es la clásica, y el estribillo es absolutamente brillante, sobre todo cuando Michael Sweet decide lucirse. Y de repente, acaba «Lady» y nos sorprende un riff muy heavy, ¡por fin! «Caught in the Middle» te saca repentinamente de la calma y te mete de lleno en una canción a la altura de los buenos temas metaleros de Stryper en los 80, «The Way», «The Reign», «More Than a Man»… medianamente satisfecho por este giro de los acontecimientos encaramos el final del disco y aquí llega la que para mi es la joya de la corona: “All For One”, una canción magnífica, con su guitarra cabalgando, con una voz nuevamente espectacular, y con un estribillo épico, coreable, melódico… La canción que quería escuchar desde que empezó el disco. Y es con este buen sabor con el que llegas a «Rock the Hell Out of You», el tema que cierra, un tema veloz que también devuelve la esencia de Stryper, que no desentonaría en discos previos.
El propio Michael Sweet ha repetido muchas veces lo poco que le gusta este disco, lo erróneo que fue, de hecho ahora mismo sus trabajos son más heavies que los ochenteros. Es un disco que ni la propia banda apoya, que han dejado aparcado, pero que supuso un punto de inflexión, que pudo significar el final de la banda, de hecho, estuvieron inactivos bastante tiempo, coincidiendo con el impulso de la carrera en solitario de Michael, pero un disco con canciones muy interesantes, tanto para el fan de Stryper, como para cualquier amante del rock y metal; ha envejecido para mi gusto mejor que otros discos con más renombre con temas más que dignos y otros imprescindibles. Quizás el cambio de imagen tanto personal como corporativa a la postre fue un acierto, porque este disco se disfruta mucho más sin prejuicios y sin esperar nada, que intentando escuchar la segunda parte de To Hell with the Devil, que aquí no vas a encontrar. Ni cerca.