El tercer elepé de Suede marcó un antes y un después en el rock de los 90. Posiblemente estamos frente a uno de los discos que más se acerca a la perfección de esa década. Muy al contrario de lo que todos podríamos imaginar, ese disco fue publicado en uno de los momentos más convulsos de la banda en términos de lineup. Y gran parte del mérito del disco viene magnificado por esta circunstancia. Los mejores trabajos llegan cuando nadie da un duro por ello.
Los londinenses, formados en 1989, debutaron con un disco homónimo impecable en 1993. Un año más tarde llegaría Dog Man Star, otro disco enorme. Y con él llegaron los primeros problemas. La calidad de ambos discos catapultó a Suede a la cima del Britpop. La relación entre los dos líderes naturales de la banda, Brett Anderson y Bernard Butler, empezó a colapsar. La lucha de egos fue tan grande que, en la cresta de la ola, Bernard Butler decidió abandonar la banda.
Cuando los fans pronosticaban un descalabro de cara al tercer disco, Brett Anderson se puso el mono de trabajo y redefinió el sonido de Suede a su antojo. El resultado de ello fue este Coming Up publicado el 2 de septiembre de 1996. El primer cambio fue alejarse de las apasionadas letras y sonidos densos. La banda necesitaba más luminosidad, más carisma, más himnos.
Sin renunciar para nada a la herencia de Butler, Anderson rebajó la intensidad para abrazar las texturas más armónicas. Para ello, Anderson contrató a dedo un teclista. Neil Codling, primo del batería de la banda pasó a copar una parte fundamental del nuevo sonido de Suede. En cuanto al sustituto de Butler, la banda contrató a Richard Oakes, un joven de 17 años con una calidad artística incuestionable.
Así y en ese momento de grandes cambios se forjó Coming Up. Un disco que se apoyó con fuerza en las dos nuevas piezas de la banda. Oakes y Codling aportaron juventud y frescura, nuevas ideas, y más luz. Porqué si algo importante y sumamente palpable hay en el tercer elepé de la banda es la luminosidad de casi todas las canciones que lo componen.
Coming Up conquistó los charts de gran parte del globo y vendió miles de ejemplares. También fue candidato al Mercury Price, el prestigioso galardón de la industria musical británica. El disco conquistó a la prensa y a los fans. Pese a ser más pop y mainstream que sus dos discos previos, nadie reprochó a la banda su nueva paleta de colores.
El disco cuenta con una genial portada creada por Peter Saville, conocido por sus trabajos con Joy Division y New Order. Lo componen diez canciones con una duración de 42:30 minutos. De él publicaron hasta ¡10! singles. Siendo “Beautiful Ones” el himno por antonomasia de la banda des de el primer minuto hasta nuestros tiempos.
Casi todas las canciones del plástico rozan la perfección pese a las diferencias notables que hay entre ellas. Aunque si hay algo en común entre todas ellas es el sonido impoluto que busca en todo momento la grandilocuencia. Ed Buller repetía como productor y moduló su idea dotando el disco de frecuencias más agudas con un acabado más pulido que contrarrestaba el sonido más denso y opaco de sus dos anteriores trabajos.
En cuanto a las diferencias citadas, por un lado tenemos canciones de formato antiguo que beben directamente de la herencia de la banda y del legado de Butler. “Lazy” fue repescada de sobras del pasado y adaptada a la nueva idea de la banda buscando la positividad. “By the Sea”, una balada algo pretensiosa y personalmente algo aburrida, “She” tocando temas más turbios y oscuros. Y “Picnic by the Motorway”, una canción que también contrasta con el resto por la lentitud de ejecución de la misma.
Y en cuanto al resto, todas ellas conforman un elenco de canciones soberbias. Canciones luminosas con una instrumentalidad magna y una interpretación vocal de Anderson increíble. Siendo la citada “Beautiful Ones” la mejor con diferencia, canciones como “Trash” que abre el disco de forma increíble, una pieza que brilla con su optimismo y que acabó situándose en el top 3 de las listas británicas. “Filmstar” con sus toques glam nos sacude las entrañas.
Tampoco queda atrás “Starcrazy” con su toque teatral. O incluso la semi balada que cierra el disco titulada “Saturday Night” es incontestable. Ah, me olvidaba de la magistral “The Chemistry Between Us”, una canción de 7 minutos cojonuda.
En resumen, tenemos un par de canciones algo aburridas por decirlo de alguna manera, y el resto son piezas que forman parte de la historia del rock de los 90. Suede se coronó con Coming Up y ya nunca lograron llegar a ese nivel…