Suede – Suede: 30 años del debut de los de Londres y el comienzo del Britpop

Ficha técnica

Publicado el 29 de marzo de 1993
Discográfica: Nude Records
 
Componentes:
Brett Anderson – Voz
Bernard Butler – Guitarra, piano
Mat Osman – Bajo
Simon Gilbert – Batería

Temas

1. So Young (3:38)
2. Animal Nitrate (3:27)
3. She's Not Dead (4:33)
4. Moving (2:50)
5. Pantomime Horse (5:49)
6. The Drowners (4:10)
7. Sleeping Pills (3:50)
8. Breakdown (6:02)
9. Metal Mickey (3:27)
10. Animal Lover (4:17)
11. The Next Life (3:32)

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Por más que les pese tanto a los de las mallas y los crepados, como a los de las espadas y dragones, los noventa fueron una época maravillosamente atractiva y excitante para la música. Teniendo que nacer incluso prematuramente, los noventa acortaron la vida a modo de eutanasia, pedida a gritos, a unos años ochenta que parecían ya pasearse moribundamente en sus postrimerías con un tufo bastante desagradable a decadencia. En esos ultimísimos compases de los ochenta, y aun con el termino britpop sonando a chino, una joven pareja formada por unos tales Brett Anderson y Justine Frischmann, que al poco tiempo pondría en marcha a los efímeros Elastica, deciden juntarse con un amigo del instituto de Anderson, el bajista Matt Osman, con la idea formar un grupo. Ya como trío estable y teniendo claro lo que buscaban, ponen un anuncio en NME para poder encontrar a un guitarrista, y en el preciso momento en que un chico con un magnetismo increíble y fanático de The Smiths, de nombre Bernard Butler, hace la audición para ese puesto, nace una de las bandas más grandes que ha parido Reino Unido.

Sus agigantados primeros pasos

Ya en 1992, con Frischmann fuera de la banda y de la vida de Anderson, y habiendo participado en muchos pequeños conciertos en la siempre animada Camden Town, fichan por Nude Records y publican sus dos primeros sencillos, “The Drowners” en mayo, y “Metal Mickey” en septiembre, teniendo este último muy buena acogida tanto en el propio Reino Unido como en Estados Unidos, Australia y Suecia. Suede, que ni tan siquiera tienen disco en la calle, comienzan a ser, a ojos de la prensa, una de las mayores esperanzas del rock británico, y la prestigiosa Melody Maker los saca en portada presentándolos como “la mejor banda nueva en Gran Bretaña”. Quizás, con esa forma tan especial de hacer periodismo que tienen los británicos, todo sonaba a exagerado, pero todos estuvieron de acuerdo en que los de Londres tenían un magnetismo y un aura especial, y es siempre fueron menos macarras que Oasis y Blur, más jóvenes que los “veteranos” Pulp, y más glam, barrocos y atractivos que Radiohead.

Para finales de ese mismo año, Suede se encierran en el estudio con el productor Ed Buller (Pulp, Slowdive, Gravity Kills) para dar forma a lo que sería su primer larga durada, todo un bombazo, número 1 en Reino Unido, fijo en las publicaciones más importantes en las listas de “lo mejor del año” (NME, Melody Maker, The Face…), y disco de oro en Suecia y en el propio Reino Unido.

El Britpop y el trasfondo sociocultural y musical

El Britpop, como muchas otras corrientes, pero especialmente ésta, fue un movimiento demasiado forzado por las discográficas y sobre todo por la prensa, y si lo analizamos detenidamente y a modo pasado, fue algo muy intenso, pero realmente muy corto, donde se englobó de manera demasiado generalizada a una serie de bandas que no tenían mucho que ver las unas con las otras, pero para entender todo este revuelo habría que ponerse en situación: En la segunda mitad de los ochenta, Reino Unido pasaba, entre otros males, por una gran crisis musical, y sus listas de éxitos las copaban mayormente músicos de fuera de las islas (Madonna, Berlin, Europe, A-ha, Foreigner…). Salvando de la quema a The Cure, The Stone Roses, y como no, a Depeche Mode, The Smiths y The Police ya estaban fuera del mapa, al igual que The Chamaleons tras la muerte de Tony Fletcher. Duran Duran estaban cayendo en picado, Roger Waters lanzaba bodrios como Radio K.A.O.S., y David Bowie tocaba fondo con Never Let Me Down, ambos en 1987, además, el sonido Madchester (para muchos, la antesala del britpop), aunque era muy popular en los clubes (incluidos los de Ibiza), parecía no terminar de alcanzar otros mercados más importantes ni al otro lado del Atlántico ni del Canal de la Mancha. Ni Happy Mondays, ni Inspiral Carpets, ni The Charlatans, aun sin disco en el mercado estos dos últimos, parecían no llamar demasiada la atención más allá de las columnas negras y amarillas de la Haçienda de Factory Records y Tony Wilson, siempre hablando de un público más mainstream, claro está.

En un contexto sociocultural habría que remarcar además que la presencia de una primera ministra como Margaret Thatcher, defensora a ultranza del individualismo, que estuvo 11 años en el cargo con sus políticas liberales llenas de privatización y recortes, no ayudaba demasiado. La Guerra de las Malvinas, las continuas manifestaciones de obreros (sobre todo de mineros), la pérdida de derechos laborales, el descenso de la productividad frente a otros países como Francia o Alemania Occidental, una crisis económica, su amistad con el dictador Augusto Pinochet… Los ochenta fueron jodidos para Reino Unido, y con La Dama de Hierro, sentirse orgulloso de ser británico y ondear la dichosa banderita ya no era cool. Todo pedía un cambio, un soplo de aire fresco, y siempre con esa forma tan patriótica (y algo hortera) de mostrarse al mundo, los británicos necesitaban volverse a sentirse orgullosos de serlo y necesitaban restregar su Union Jack más allá de sus fronteras. El invento del britpop les vino de perlas.

El Britpop, más que un movimiento que hacía referencia al sonido de las bandas, hacía referencia a una época, a un resurgimiento de su estatus musical, una especie de British Invasion 2.0. Daba igual que el primer disco de Blur sonase a Happy Mondays, que Oasis bebiera de The Beatles, que la alfombra de Suede fuese el glam, o que a Pulp les costase la vida componer un éxito radiofónico. Daba igual, todo estaba meticulosamente estudiado para ser metido en el mismo saco, incluidas formaciones tan alejadas en sonoridad como parecían Ocean Color Scene o los galeses Manic Street Preachers, sin olvidar a formaciones posteriores que desde un principio se sabía que pasarían con más pena que gloria por esa pasarela: Marion, Kenickie, Menswear

Como reflejo a toda esa maquinaria para recuperar el trono, y hartos de ver nombres americanos en la BBC, en The UK top 40, o en Melody Maker (invasión grunge de por medio), hay que echar un vistazo a la portada de la revista Select, en su número de abril del 93, donde Brett Anderson, con esa belleza andrógina que siempre ha tenido, posaba con la bandera de Reino Unido como telón de fondo donde se afirmaba: “Yanks Go Home”, “The Battle for Britain”. Blur estaban a punto de sacar su segundo disco, Modern Life Is Rubbish, sumergidos en un cambio de estilo, Radiohead se habían estrenado meses antes cono Pablo Honey y lo estaban petando con “Creep”, Oasis estaban a punto de entrar en el estudio para dar forma a su debut y exitazo Definitely Maybe, Manic Street Preachers iban a seguir creciendo con Gold Against the Soul, y Pulp…bueno, Pulp lo seguían intentando. El inicio del britpop había comenzado.

Ni que decir tiene que los mismos que se empeñaron en llevar al estrellato a la banda fueron los primeros que los atacaron sin piedad años más tarde en sus peores momentos. Tabloides llenos de medias verdades y medias mentiras hicieron que Anderson y compañía cayesen al abismo, un abismo sin red, sin esa red que esa maquinaria del brit pop les colocó bañada en oro antes de la salida de su debut. Al fin y al cabo, Suede, como muchas otras bandas, no eran más que unos jóvenes soñadores recién salidos de los barrios más obreros de Londres, un juguete de usar y tirar para las altas esferas. Anderson, en su libro Tardes de Persianas Bajadas escribía sobre su desatada actuación en los Brits Awards de 1993 lo siguiente:

Nosotros irrumpimos en aquella fiesta como los plebeyos que éramos, con ropa descolorida de segunda mano y con el pelo mal teñido, y realizamos una actuación que fue una insurrección impetuosa en toda regla, al final de la cual arrojamos nuestros instrumentos al suelo y salimos en tromba en una especie de rabieta arrogante y banal. El mar de rostros estupefactos que se nos quedó mirando no hizo más que confirmar lo obvio. Nos sentimos maravillosamente fuera de lugar regodeándonos en aquella gloriosa incongruencia: éramos los aguafiestas, el gusano en la manzana.”

El disco

El primer larga duración de Suede es poesía urbana y prosa cantada, tal cual. Sus letras nos hablan sobre el amor, la desesperación, el mundo de la noche, el suicido, las drogas, la angustia, las emociones… todo envuelto en un halo de ambigua provocación muy pomposa. Ya de entrada nos muestra una de las portadas más icónicas de la banda, una portada que reflejaba perfectamente lo que estaban representado Suede en ese momento, y en una de sus entrevistas promocionales Anderson llegó a decir: “Soy un bisexual que nunca ha tenido una experiencia homosexual”, afirmando además que “La elegí por su ambigüedad, pero sobre todo por su belleza«. La imagen de la pareja besándose fue extraída del libro Stolen Glances: Lesbians Take Photographs, y la autora de la foto es tee corine (Linda Tee Athelston Cutchin), fotógrafa americana que siempre destacó por mostrar sin tapujos la sexualidad en sus obras. En la fotografía original se muestra a dos mujeres besándose, una de ellas en silla de ruedas, y aunque en principio la idea de la banda era usar la foto tal cual, decidieron centrarse por petición de la propia artista en el primer plano de las cabezas. La ambigua imagen de género provocó cierto revuelo en algunos sectores más conservadores, es decir, nada nuevo en el puritano Reino Unido.

La melancólica “So Young“ es la encargada de abrir el disco, todo un alegato a esa juventud perdida, a lo que uno se va dejando por el camino. Anderson se siente poderoso, invencible, además todo ello lo refuerza con las drogas. Extraída como cuarto y último single fue compuesta pocos meses antes de la salida del disco, y las líneas zigzagueantes de la guitarra de Butler y un seductor piano brillan por encima del resto. El tercer sencillo, “Animal Nitrate“, es muy ambiguo (como no), un eléctrico tema donde fuera de lo musical destaca el juego de palabras de su título, el cual hace referencia al nitrito de amilo (amil nitrite), un compuesto químico que se puede usar de forma recreativa para inhalar y combinar con otras drogas, teniendo uso sexual como relajante de músculos como la garganta y el ano (Popper). La letra es provocadora: “Now your animal’s gone / Well he said he’d show you his bed / And the delights of the chemical smile / So in your broken home he broke all your bones / Now you’re taking it time after time / Oh, what turns you on, oh?” y Butler nuevamente está de sobresaliente a la guitarra. Temazo.

Para “She’s Not Dead” Anderson se inspiró en el suicidio compartido de su tía con su amante clandestino. Es triste y poética, una divinidad que cada vez que la escucho hace que aflore en mi un estado de paz sobrenatural. Los falsetes de Anderson alcanzan cuotas de dioses y como telón de fondo, la unión de la guitarra con la base rítmica, constituyen el mejor atrezzo para la letra. Al escucharla con los cascos puedes notar como la guitarra acústica y eléctrica van por canales diferentes creando una atrayente atmósfera. En “Moving” resalta la batería de Simon Gilbert, y a no ser por ciertos momentos más melódicos, podría pasar perfectamente por una composición punk. Nunca fue de mis preferidas. “Pantomime Horse” es dramatismo en estado puro, lenta, oscura, inquietante, y los guitarrazos de Butler, así como se deja llevar en modo in crescendo pasados los 2:30 minutos, la elevan a uno de los cortes más épicos de los de Londres.

La cara B la abre “The Drownes”, su single debut, uno de sus himnos más glam rock, una producción perfecta de éxito pop. Su batería inicial es un homenaje a sus queridos The Smiths, y es que la banda de Morrisey y Jhonny Marr comenzaron así su disco debut del 84. Suede querían ser como The Smiths, como Bowie, como T. Rex, y la inocente “The Drownes” fue su carta de presentación. Amor, seducción, sexo, incluso anal si uno analiza la letra:

“Well, he writes the line
Wrote right down my spine
It says, ‘Oh, do you believe in love there?'»

Quizás “The Drownes”, aunque no vendió lo que realmente se esperaba, haya sido el single más importante de la banda. De estribillo adictivo es una de las canciones más eróticas y sensuales que han escrito Suede.

“Sleeping Pills” vuelve a sonar tan dramática como “Pantomime Horse”, es conmovedora, desgarradora, y lo que transmite Anderson con su voz va más allá de las palabras. Con el valium a modo de válvula de escape, es uno de los mejores cortes de esta segunda parte del disco. Ese halo de dramatismo no desaparece en “Breakdown”, el tema más largo del disco y quizás el más melódico. Habla de un amigo del propio Anderson que por aquel justo momento pasaba por una severa depresión y que por desgracia terminó suicidándose años después. “Breakdown” básicamente es un amigo que dialoga intentando sacar de lo más oscuro del pozo a otro amigo. El rasgueo de guitarra, la ambientación, la voz de Anderson, todo suena muy triste, y cuando se llega al “Oh, if you were the one, would I even notice / Now my mind has gone? / Oh, if you were the one, would I even notice?” es bellamente sobrecogedor.

“Metal Mickey”, el segundo sencillo del disco, es otro corte donde aflora el glam rock y donde nuevamente se juega con la ambigüedad de su letra. ¿Un juguete sexual?, ¿un personaje infantil de televisión?, ¿un club para adultos? Butler dijo en su momento que tomó como inspiración a The Kinks para imprimir esa distorsión y ese rock a su guitarra. Otro himno de Suede. “Animal Lover”, otro de los momentos más glam, es una sencilla composición que pasa algo desapercibida donde Anderson le recrimina a su ex novia Frischmann que se esté viendo con el líder de Blur, Damon Albarn. Juntamente con “Moving” me parece otro de los cortes que parecen no estar a la altura del resto.

Para cerrar el disco tenemos “The Next Life”, una delicatessen en forma de piano, tocado por el propio Butler, y voz. Anderson se desnuda y está increíble, habla de una manera muy sensible del fallecimiento de su madre, un fallecimiento que se produjo muy poco antes de que Suede fuesen una realidad.

“See you in your next life
When we’ll fly away for good“

Visto desde la perspectiva del tiempo y analizando toda su discografía, una discografía con muy pocos puntos negros (quizás Head Music y sobre todo A New Morning), puede que este debut no sea el mejor disco de su carrera, pero un servidor lo adora, creo que representa al 100% lo que transmitía Suede en ese momento, y posee una carga de erotismo y sensualidad brutal. Uno de mis discos top de todos los tiempos.

Fotografía: Kevin Cummins/Getty Images
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Sobre Jaime Arjona 105 Artículos
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.