Si te sobran 90 minutos de tu tiempo, cosa realmente complicada en el siglo XXI, te aconsejo que prestes atención al nuevo disco de Swans. A estas alturas de la película no vamos a hablar del currículum de la banda de Michael Gira. En sus casi 40 años de recorrido, Swans han marcado un antes y un después en el mundo del post rock, sobre todo en la vertiente más experimental del género.
Los trabajos previos a su ruptura en 1997, tras el espectacular Soundtracks for the Blind (1996), se cuentan por obras colosales. Su regreso en 2010 trajo nuevas ideas y nuevamente se pasearon por la excelencia hasta el punto de que su segunda parte quizás ya sea mejor que la primera. Y con esta comparativa entramos en el terreno de Leaving Meaning. (2019).
En 2019, Swans parece que quieren cerrar un círculo. La experimentación de la tríada The Seer (2012), To be Kind (2014) y The Glowing Man (2016) se cierra ya con el disco menos experimental, un disco que les empuja al pasado con un pie metido en esta década.
Quizás afrontar un disco de 90 minutos da pereza. Quizás los propios Swans dan pereza. Lo reconozco, no son nada fáciles y mucho menos accesibles. Pero cuando entras en su mundo, no hay escapatoria. Si nos desplazamos al séptimo tema del disco, su título bien podría definir la música de Gira: “Cathedrals of Heaven”. Sonido siempre delicioso, lleno de matices, lleno de texturas, detalles que hacen cada pasaje algo cercano a la belleza. Sea oscura o sea luminosa, la música de la banda siempre es bella.
En Leaving Meaning. y sus variados doce temas predomina una constante en forma de trabajo vocal. Gira se muestra justo en el centro de todo el disco; su voz cálida es el instrumento más visible. Los sonidos se juntan para acompañar, ya sea en pasajes hermosos o en otros extremadamente intensos. Esto es quizás el elemento más distintivo de este nuevo disco con la tríada anterior. Allí los temas se iban construyendo a medida que el tema se desarrollaba. Nunca sabías cuál iba a ser el punto máximo de una canción. Ahora sabes desde un principio que todo gira alrededor de Gira, que actúa cual sol en el centro del sistema solar. Todos los elementos giran a su alrededor y todos brillan gracias a él.
Individualmente hablando, ningún tema sobresale sobre el resto, haciendo del conjunto algo superior en magnitud. Cada corte ofrece un mismo patrón, pero todos son muy distintos entre ellos. Curioso es el resultado a corto alcance. Muy diferente si miras el disco desde la distancia, que todo parece monótono. La magia de Swans en estado puro. Quizás aquí lo mejor es quedarse con pasajes de dentro de algún tema, como por ejemplo el tramo final tan sublime y tan opresivo de “It’s Coming It’s Real”.
Los cuatro temas de más de diez minutos curiosamente son los más extravagantes, y son los más improvisados. Pero para nada se asemejan a los cortes de los últimos tres discos. Aquí todo fluye de una forma programada. Y comentando los detalles entre bastidores, la producción es impecable. Tras una sencilla portada amarilla sin más, se esconde un trabajo denso. Aquí no han mejorado, todos los artworks de su carrera son tirando a “horribles”.
No quiero aventurarme, pero este disco tiene cierto aroma a final. El final de una era, el final de una larga carrera o el final de un ciclo. Ideas y calidad no les faltan, pero los cisnes tarde o temprano van a descansar. Discazo enorme este Leaving Meaning. que, una vez más, sitúa a Swans en las primeras filas de las mejores bandas de rock del año.