El quinteto de Pennsylvania Tallah está logrando todo lo que cualquier banda novel y prometedora ansía, y lo consiguieron incluso antes de que su primer trabajo, Matriphagy, viese la luz en 2020. Me refiero a lo que comúnmente se llamaría como «nacer con un pan bajo de brazo», que trasladado al mundillo de la música se traduciría como «fichar por una major así, de buenas a primeras». Earache Records (Dub War, Terrorizer, Wormrot) les echaron el ojo y se aseguraron de ponerles entre algodones desde el minuto cero.
El sonido de estos cinco jovenzuelos está tocado por la varita del nu metal de finales de los 90 y en caso de que ahora surgiera una nueva ola, ellos serían llamados a encabezarla. Ell@s, según los medios, definen mejor que ninguna otra banda ese sonido, así que con este excelente feedback y las correspondientes expectativas creadas a su alrededor, Tallah nos presentan ahora la tan esperada continuación de su debut, llamada The Generation of Danger.
Si te gustó Matriphagy, te enamorará este nuevo trabajo, porque la banda es una clara y evidente continuación; nos nos están dando/ofreciendo nada que no hayamos escuchado ya antes en su debut. Es más, refuerzan su sonido comparativamente único con The Generation of Danger. Imaginaos que hubiera una banda que, sin tapujos no vergüenza, tomaran la crudeza del Iowa (2001) de Slipknot, la accesibilidad melódica de Korn o el estilo vocal tan característico de Linkin Park, para regalarnos una amalgama sonora formada por idea robadas a otros, sí, pero pasadas por el tamiz del nuevo siglo.
La banda puede presumir de tomar ideas de otros, de acuerdo, pero su despliegue de posibilidades es enorme, pues en apenas un minuto la banda cambia de tempo y/o motivo al menos cinco o seis veces, a veces con desenfado, a veces sin piedad. Los estadounidenses no solo evitan las estructuras claras, sino que hacen todo lo posible para no caer en «esa trampa». El resultado es una tormenta de metal moderno enzarzado en 53 minutos que claramente tiene sus raíces en los días del debut de las bandas anteriormente citadas, pero también se dejan querer por subgéneros tan populares (ahora) como el deathcore y el djent. Y es esa mezcla la que provoca que Tallah sobresalga por encima del resto de lanzamientos de metal moderno.
The Generation of Danger es crudo y rápido, variado y poderoso, implacable y voluminoso. Con este material, la banda puede desmantelar escenarios, arruinar nucas y llevar a los asistentes al concierto al borde del colapso físico… y quizá también mental. Y todo ello liderado por las cuerdas vocales del vocalista y célebre YouTuber Justin Bonitz y el batería Max Portnoy, que como podréis imaginar es hijo del batería de Dream Theater Mike Portnoy. ¿Enchufados? Quizá un poco sí. No vamos a negar que el hecho de ser «famosillos» haya jugado a favor suyo, pero su quizá excesiva atención mediática es de todo menos injusta.
Estén más o menos mimados, hay que reconocer que este álbum no es una tarea fácil de superar. The Generation of Danger es un álbum conceptual que trata sobre un genio científico que está harto de ser olvidado e ignorado. Como resultado, obliga a la corporación para la que trabaja a participar en el mayor experimento jamás realizado en el mundo de la ciencia. Dicho esto, lo mejor y más aconsejable sería analizar las piezas que lo componen, una a una, para ir por qué derroteros va transcurriendo la historia, pero sinceramente no me veo capacitado a hacerlo, por lo que centraré mi atención en los temas que más han llamado mi atención.
El álbum comienza con «mud_castle», que comienza con una estática con unos gritos superpuestos, lo que recuerda mucho a algunos de los primeros trabajos de Slipknot, para luego ponerse en marcha con un gruñido y una guitarra que se convierte en una muy buena introducción a su álbum. «Stomping Grounds» es un temarral superlativo, y se me antoja como una combinación cuasi perfecta de elementos de Slipknot y Korn que da como resultado una pista repleta de furia. «For the Recognition» es una canción que bien podría formar parte del debut de los de Des Moines, con un soberbio trabajo de guitarras en la introducción y una percusión rápida que eventualmente estalla en unos versos muy rap, voces similares a las que son tan prolíficas en cualquier trabajo de nu metal de manual. Y todo ello conduce al oyente a una ruptura brutal.
«Dicker’s Done» es uno de los temas más completos de este álbum. La introducción se construye poco a poco hasta que explota en un riff pesado y unos tremendos guturales de Bonitz. Las voces en el coro son en su mayoría limpias, lo que no deja de ser curioso. No esperes mucha melodía. Tallah elige sus lugares con cuidado cuando se trata de melodías puras, pero eso los hace aún más impactantes.
«Telescope» fue el primer sencillo extraído de The Generation of Danger y resume perfectamente lo que puedes esperar de este álbum. Hay un coro pegadizo, dos rupturas brutales y un caos general.
El álbum termina de una forma un tanto extraña con la canción «How Long?», que comienza con una guitarra acústica y una fuerte reverberación y unas voces con eco que le dan una sensación inquietante, pero inquietantemente relajante, antes de pasar a un rap casi acapella, para luego romper regresar a las voces cantadas que, una vez más, se parecen mucho a las de los primeros trabajos de Linkin Park.
La banda puede cambiar de estilo en un santiamén y que no suene fuera de lugar. Bonitz es un vocalista de clase mundial y sus cuerdas vocales atesoran algunos de los estilos más exclusivos del metal; suena desesperado, emocional y furioso a lo largo de todo el disco y eso se evidencia en su respiración pesada que se puede escuchar con bastante frecuencia en el álbum. Está claro que puso todo su empeño en cada segundo de sus interpretaciones vocales. Los trabajos de batería y guitarra también son increíblemente impresionantes. Max Portnoy destroza su kit a base de bien, mientras que los guitarristas Derrick Schneider y Alex Snowden tocan riff pesado tras riff pesado con toneladas de sonidos únicos que se suman a la atmósfera caótica reinante a lo largo de todo el trabajo.
Este álbum es una experiencia completa concebida de la mejor manera posible. Tallah es una fuerza increíble que cautivará tu atención e imaginación, llevándote a un viaje sónico tan placentero como infernal que te dejará con ganas de más… y eso que el disco dura casi una hora. Si te gusta la música pesada aderezada con mil y una capas y buscas algo nuevo y realmente emocionante, deberías echarle uno y 100.000 pares de ojos a este trabajo. De lo mejorcito del año.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.