Conocí a Temple Balls como a tantos otros grupos, abriendo un concierto. En este caso, abrieron el último/penúltimo bolo (depende de cuando leas esto) de H.E.A.T en una noche memorable. El santo y seña de nuestros protagonistas está claro y no es en absoluto innovador, ya que lleva existiendo 30 o 40 años: hard rock melódico, facilón y bastante repetitivo. Ese hard rock que tanto me gusta, no en vano estuve escuchando su tema «Bad Bad Bad» durante no sé cuanto tiempo de forma continuada. Por si alguien no sabe de qué señas hablo, las describo: melodías a raudales y muy facilonas, ritmo bastante constante, líneas vocales que se te pegarán en el cerebro para siempre, un gusto por el conjunto de la canción por encima de sus diferentes elementos individuales y un buen rollo más que notable. Esto es así en todos sus discos, también en este, su cuarto lanzamiento.
Avalanche (2023) nos tare 11 temas en casi 40 minutos, dando una media aproximada de 3,6 minutos por canción. Se ratifica lo que decía antes: música digerible y sin florituras. Pero entiendo que lo que interesa es ver si el disco está bien o no, cómo es cada canción. Pues empecemos.
Abrimos fuego con «All Night Long», típico y tópico nombre para un tema del estilo, y la música va acorde. Empieza directo al grano, sin ningún tipo de intro y con todos los elementos que han hecho grande al hard rock melódico presente. Los coros del estribillo están muy pensados para un directo y, en general, sonará en cualquier sala. Como pega, creo que se podrían haber currado un poco más la batería. Más a saco es uno de los singles del disco, «Trap», que yo hubiese puesto como primer corte para abrir el disco y los directos. Tanto el riff principal como el estribillo son la caña. «Lonely Stranger» cuenta con una melodía principal bastante bien encontrada, y unos sonidos de timbales muy disco. A pesar de no ser un tema que recordarás el año que viene, tiene algo que te hace mover los hombros a su ritmo. Eso sí, como en todo el disco (como en el grupo en general), parece que a veces Teronen no llega donde quiere y parece que su voz esté forzada en exceso. Cerramos el primer bloque con «Stand Up and Fight», que aunque en los primeros segundos parece que la cosa cambiará, tenemos un tema que ya hemos escuchado antes. Más allá de la melodía vocal del estribillo poco más se puede destacar.
Con una melodía de guitarra bien resultona empieza «Prisoner in Time», y aunque da la sensación de que será un tema rápido, nada más lejos de la realidad. Eso sí, al tener ciertas partes semi acústicas, si que desprende un aire algo diferente al resto de temas. Otro de los singles es «Strike Like a Cobra», título que me recuerda a algo. Sin tener ningún elemento diferente al resto de temas, sí que es cierto que tiene ciertas cosas que enganchan. Y, también como en el resto de temas, creo que ganaría con una batería más trabajada. Más vacilona es «No Reason», con un ritmo de guitarra interesante y un puente-estribillo que está muy bien. Para mi es de las destacadas. El último tema del segundo bloque empieza con un rugido, no en van se llama «Northern Lion», y más allá de algún rugido me parece bastante refrito. Sí, se deja escuchar bien (como todo el disco, como todo el estilo), pero es otra de esas canciones que no pondré en una lista de reproducción para escucharla de vez en cuando.
Nos acercamos al final a ritmo de redoble de caja con «Dead Weight», y aunque solo el inicio, ya es algo diferente. El ritmo generalizado del tema volverá a tener ese regusto vacileta que mola tanto, pero más allá de eso me ha dejado bastante frío, incluso el estribillo, y eso eso es novedad. «Stone Bold Bones» nos sorprende a ritmo de balada – medo tiempo con arreglos de teclado que no habíamos visto hasta ahora. De nuevo me vuelve a fallar la voz. Y acabamos con la homónima al disco. «Avalanche» empieza con un punteo interesante, y la batería va a un tempo algo más alegre que en resto del disco, también algo alejado del ritmo simple (tum – pa – tum – pa) que hemos tenido hasta ahora. Si hay que destacar un tema, es este.
En definitiva, los fineses nos traen un disco nada sorpresivo. Sí, moverás las caderas y harás head banging, el estilo te invita a ello, pero nada más. Si eres fan del grupo, te gustará. Si eres fan del estilo, lo escucharás al principio y lo olvidarás pronto. Ningún tema se acerca al mencionado «Bad Bad Bad», aunque beban de su misma fuente, y solo la última pista puede sobrevivir al paso del tiempo. Quizá con una batería mejor y un cantante más adecuado ganaría nota, pero a mí me ha dejado bastante indiferente.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.