¿Tiene sentido editar un álbum de old school thrash metal recién estrenado el año 2023? Sí, por supuesto, de eso no me cabe la menor duda. Pero, ¿tiene sentido que, en pleno siglo XXI, 40 años después de que Metallica debutaran con su Kill ‘Em All (1983), 38 años después de que Exodus hicieran lo propio con Bonded by Blood (1985) y 36 años después de que Testament editaran The Legacy (1987), una banda de thrash te siga sorprendiendo? No, la verdad es que no tiene sentido, pues cuatro décadas atrás, en el área de la Bahía de San Francisco, Hetfield, Holt, Billy y compañía ya se encargaron de sentar las bases y de contar (casi) todo lo que se tenía que contar entorno al thrash metal, de ahí que me haya sorprendido tan gratamente este trabajo.
Se conoce como thrash metal del Área de la Bahía, o Bay Area Thrash, a un seguimiento o movimiento constante de bandas de heavy metal en la década de los 80 que se formaron y obtuvieron estatus internacional en el Área de la Bahía de San Francisco, California. Much@s han atribuido la escena como el punto de partida del thrash metal, el speed metal e incluso las primeras etapas del death metal. Aunque Metallica se había formado inicialmente en Los Ángeles, no fue hasta su traslado al área de East Bay que Cliff Burton y Kirk Hammett se unieron como bajista y guitarrista principal, sellando la primera formación de la banda, y casi sin querer, San Francisco se convirtió en el epicentro de la música más rápida, ruidosa y pesada del mundo. Bandas jóvenes hambrientas de riffs como Exodus, Lääz Rockit, Possessed y Death Angel estaban empujando los límites del género, tocando con más velocidad y destreza que otras bandas de metal contemporáneas. Establecieron los estándares para el thrash estadounidense…. y mundial.
Cuatro décadas más tarde, nos topamos de bruces con la puta realidad. Nos damos cuenta de que, si bien, musicalmente hablando, como decía, ya (casi) todo está inventado, un@ no ha de privarse de nada, y si ni tan siquiera habías nacido cuando Metallica, Armored Saint y Death Angel arrasaron el Kabuki Theatre de San Francisco la primavera de 1985, ello no ha significar que los ritmos cortantes y agresivos, el alternado de pedal y bombo a velocidades de 180bpm, el uso de palm mute, los demenciales solos de guitarra, la violencia, la muerte, la guerra y la destrucción no puedan regir tu vida. De hecho, yo conozco a cinco tipos que hacen cosas -catalanes para más señas- y que no hace demasiado se sumergieron de bruces en la marmita del thrash… y no se les ve muy dispuestos a salir de ésta.
El debut de los catalanes Terminal Violence, una banda formada por ex miembros de The Eyes, Hyde Abbey, Nuckin’ Futs y Bellako más el luthier más alto y talentoso de la Sagrada Família y lider de Seek ‘Em All, banda tributo a Metallica, nos traen Warhole (2022), un pepinazo de EP compuesto por cinco temas que beben directamente de aquellos mismos posos, dejando meridianamente claro que el thrash metal está más vivo que nunca, y que el Barcelonès Thrash Metal no tiene nada que envidiar a su tatarabuelo californiano.
«Dentro del thrash, como en todos los estilos, hay varias corrientes. Nosotros apostamos 100% por componer canciones de puro estilo Bay Area. En el estado hay muchas bandas de thrash, pero muy pocas que apuesten por el rollo clásico.» (Edgar Beltri)
Hace solo tres semanas, unos días antes de Navidad, el videoclip de «Riddle of a Nightmare», dirigido por Marc Agudo -artífice también de trabajos audiovisuales para Crisix, Blaze Out o We Exist Even Dead-, debutaba en YouTube por sorpresa. Este adelanto, que en mi opinión es el mejor de los cinco temas que componen este Warhole, ya dejaba bien claro por dónde iban a ir los tiros. Riffs demoledores, dobles bombos infernales y una voz demencial, la de Tolo, que ha ido mejorando con el paso de los años, son los ingredientes perfectos de un EP que chorrea profesionalidad y talento a partes iguales. No, no están inventando nada, eso está claro, pero (re)interpretar un género en ocasiones tan manido como el thrash no es, para nada, tarea fácil. Es, para que nos entendamos, como comerse un hot dog en 1989 mientras estás en The Fillmore de San Francisco para asistir a la grabación del Good Friendly Violent Fun (1991) de Exodus y Forbidden, y que en lugar de ponerle ketchup y cebolla crunchy, le pusieran allioli y calçots macerados en ratafia. No sé si se entiende el símil…
Antes de entrar en materia, especial mención a la portada. El logo es obra de Carla Santacreu de The Lizards, mientras que el artwork ha corrido a cargo de Quim Fondevila, ilustrador y bajista de The Deathlines, banda barcelonesa de punk rock. No sé cómo será el diseño del libreto cuando editen el EP en formato CD, pero solo espero que si en el futuro se lían la manta a la cabeza y hacen una tirada limitadísima en vinilo, que sea un splatter… please. ¿Hacemos un Verkami?
Un tremendo riff, que Edgar tuvo entre ceja y ceja durante más de un año, da inicio a «Riddle of a Nightmare». Las seis cuerdas de su ESP, enseguida se ven arropadas por una muralla sonora que no levanta ni un ápice el pie del acelerador durante los 19 minutos que dura la obra; solo lo hacen durante unos breves pasajes del cuarto corte, «Soldiers». Los coros son, simplemente, maravillosos:
«Nightmares lie in wait!
I lay awake in my sleep!
Fighting with my nightmares endlessly
Nightmares lie in wait!
This lack of rest is killing me!
Since I wake up I nightmares endlessly.»
Pero es la parte en la que ese «Is to Die! To Die!» te taladra el cerebro y la evolución instrumental posterior, hasta el final de la canción, lo más destacado de este primer corte.
«Wild Beasts» se inicia de una forma bastante similar. Aquí, el quinteto baja un poco el tempo, que no la mala leche, para narrarnos una historia que gira entorno a la globalización, a la mano en la sombra que mueve los hilos… el NWO, vamos.
«Para mí, el thrash tiene un mensaje muy politico, es el punk dentro del metal… hay que quejarse y decir las cosas que pasan.» (Edgar Beltri)
En ocasiones, durante los coros, me vienen a la cabeza varios temas de los titanes Angelus Apatrida lo cual, lejos de ser una crítica, una mancha, es un piropo como la copa de un pino.
«Zombie Mosher», al igual que el resto de canciones, ha sido creada para el mosh. Pura adrenalina aderezada por unos berrinches, los de Tolo, que se asemejan por momentos a los de Juli de Crisix.
«Soldiers» es la canción más larga, con casi cinco minutos de duración. Aquí, contrastan los versos, de los más acelerados de todo el EP, con unos pasajes más sosegados durante los coros. Al tema, quizá le sobre medio minuto para ser redondo, pero eso solo es una apreciación personal, porque si me preguntaran por dónde la recortaría, la verdad es que no sabría qué responder.
Acabamos con «Burial of Thought», la canción más épica de todo este Warhole. Es de esas de corear «¡Eeeh, eeeeh, eeeeh!», puño en alto, durante los conciertos. Genial el fadeout final, poniendo un gran broche de oro a este soberbio debut.
Lo decía antes y lo repito ahora: no, no están inventando nada. Todo lo que aquí oímos, ya lo hemos oído ayer, ahora y hace 35 años. Pero el buen gusto, una perfecta ejecución y las tablas de estos cinco monstruos están presentes a lo largo de todo el metraje. Tolo, Edgar, «Pal», Miquel y Hèctor nos hacen revivir nuestros años más mozos y dibujan en nuestros rostros una sonrisa que ni las cadenas de Kerry King ni mucho menos los cubos de basura de Lars Ulrich lograrán borrar jamás de nuestras caras. Ellos ya tuvieron sus minutos, horas, meses y años de gloria. La savia nueva del thrash metal se llama Terminal Violence y ha llegado para quedarse junto a grandes nombres actuales como Evile, Warbringer, Angelus Apatrida, Municipal Waste, Toxic Holocaust o Suicidal Angels. El nuevo orden mundial del thrash tiene su sede en Barcelona.
«Fight the misery of this fallacy
Slaves of apathy fight for anarchy
A new world order has begun
Welcome to the Idiocracy.»
Me consta que la banda ya está de lleno inmersa en el proceso de creación del que será su primer larga duración. Parir un buen EP es relativamente fácil. A ver qué tal se defienden con un largo…
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.